jueves, 5 de febrero de 2009

BUSTO DE MARGARIO QUINTERO Y LIBRO DE LUMAR H. QUINTERO SERPA



EL BUSTO DEL DOCTOR MARGARIO QUINTERO JÁCOME

Para el viernes 6 de febrero, se tienen previstos los actos de reinstalación del busto del Doctor Margario Quintero Jácome, en el segundo patio del Palacio Municipal de Ocaña. En acto ha sido programado por la Alcaldía Municipal gracias a la gestión de ciudadnos ocañeros, en especial, el académico Lumar H. Quintero Serpa. ESte busto, adquirido por suscripción popular del pueblo ocañero, había sido bajado de su pedestal en la década de 1970 mientras se efectuaban remodelacione en la Plaza del 29 de mayo. Con el tiempo, el busto quedó abandonado a su suerte hasta que don Margario Quintero Pacheco lo rescató de las bodegas de la Alcaldía y lo entregó a doña Esther Quintero de Ujueta, en cuya residencia permaneció todo este largo tiempo.

El Doctor Margario Quintero Jácome, médico y filántropo ocañero, nacido en Ocaña el 10 de junio de 1837, fue una de las figuras cívicas más relevantes de la historia ocañera de finales del siglo XIX. Egresado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, contó con profesores insigne como don Félix Merizalde, Ezequiel Uricochea, Andrés María Prado y Francisco Bayón; hizo también estudios en París, donde fue alumno del reputado médico y siquiatra Jean Martin Charcot. En su ciudad natal, se destacó por su bondad, filantropía y suficiencia profesional. Falleció el 14 de agosto de 1919. El pueblo al cual había servido con interés y amor, le rindió especial homenaje erigiendo un busto en mármol que fue colocado en 1920 en la plaza principal de Ocaña.

PEDRO QUINTERO JÁCOME, Magistrado y soldado de la República. Lumar H. Quintero Serpa, Sic Editorial, Bucaramanga, 2009

La presentación de esta obra se llevará a cabo el viernes 6 de febrero, en el auditorio de la Academia de Historia de ocaña, a las 7:30 P.M.

PRÓLOGO

En la historia, es frecuente encontrar ejemplos de continuidad familiar en cuanto a ejecutorias cívicas, militares, políticas y filantrópicas se refiere. Apellidos ilustres se unen, generación tras generación, a la edificación de los pueblos, a la consolidación de las repúblicas. En Colombia, los casos han sido y siguen siendo evidentes, visto esto, obviamente, desde la acción ejemplarizante que los individuos llevan a cabo como parte de su compromiso y proyecto de vida, para con las sociedades que les han visto nacer.

Este es, pues, el caso del general Pedro Quintero Jácome, cuyos pormenores biográficos nos entrega el académico Lumar H. Quintero Serpa, acucioso investigador, miembro correspondiente de la Academia de Historia de Ocaña y autor de las obras: Vivencias. Sic Editorial, Bucaramanga, 2002; Margario Quintero Jácome, El médico filántropo. Sic Editorial, Bucaramanga, 2006; El Tuparro. Una odisea, mil recuerdos. Sic Editorial, Bucaramanga, 2007, y las Historias de una familia. Los Quintero Pacheco. Sic Editorial, Bucaramanga, 2008.

El general Pedro Quintero Jácome, magistrado y soldado de la República, nos lleva de la mano por la dramática historia de las guerras civiles que se sucedieron en el período de post-independencia, en el territorio colombiano. Allí, enmarcado en el ambiente oloroso a pólvora, conspiraciones, pronunciamientos y acciones militares, se destaca la figura del general Quintero Jácome, nacido en La Cruz (actual municipio de Abrego) y fallecido en Ocaña, población a la que concurrió el español Pedro Quintero Príncipe, fundador de la estirpe de los Quintero en esta región, bajo las órdenes del Capitán Francisco Fernández de Contreras.

El año de nacimiento de Quintero Jácome, 1817, coincide con el de el poeta José Eusebio Caro. Situados estos dos personajes en los extremos de la confrontación político militar entre liberales y conservadores, es destacable el protagonismo que ambos ocañeros tuvieron en la construcción de la república. El primero, como militar y estadista y el segundo como ideólogo, periodista y escritor.

Para Pedro Quintero Jácome y José Eusebio Caro, la llamada Guerra de los Supremos tuvo repercusiones significativas que vendrían a determinar sus respectivos roles en la conflictiva vida política de Colombia a partir de 1840. En efecto, iniciado el levantamiento de Pasto, como protesta por la ley de 1839 que suprimía los conventos menores, el Presidente de la República, José Ignacio de Márquez ordena el desplazamiento de tropas al sur bajo el mando del general Pedro Alcántara Herrán. Un año después, en 1840, José Eusebio Caro renuncia a su cargo en la administración de hacienda nacional y se une a los combatientes oficialistas que marchan hacia territorio de San Gil a combatir las fuerzas del gobernador de Santander, Manuel González, quien había proclamado en El Socorro la soberanía del Estado. Este mismo año, aparece en la historiografía ocañera el nombre de Pedro Quintero Jácome como uno de los organizadores de la fuerza liberal que se pronunció el 28 de octubre en el barrio de San Francisco. Ambos personajes contaban apenas con 23 años de edad.

El general Pedro Quintero Jácome, participó, por lo menos, en ocho batallas importantes, entre ellas la de Cúcuta, la de La Concepción, la del Oratorio, la de Ocaña y la de Tompa, en las cuales se destacó por su entereza y bizarría

El autor de este interesante ensayo, que viene a complementar el excelentemente realizado sobre el doctor Margario Quintero Jácome, hermano de Pedro, hace una afirmación que bien vale la pena tener en cuenta, relativa a “cierta dosis de injusticia” que se observa en nuestros historiadores clásicos en materia de la recuperación de la memoria histórica regional. En efecto, muchos ilustres hijos de la antigua Provincia de Ocaña se mantienen aún en el anonimato debido, muchas veces, a esa sesgada interpretación partidista de la historia que en Colombia hizo carrera por obra y gracia de los apasionamientos conservadores o liberales del pasado, y que hoy, a veces, observamos entre los intelectuales de las distintas tendencias ideológicas de nuestro país. Lo cierto es que, reconociendo el error, en esta y en otras materias de la historiografía contemporánea, se está imponiendo ahora la feliz iniciativa de recuperar la memoria histórica de los pioneros de nuestra nacionalidad y la recuperación del patrimonio cultural, en sus diversas manifestaciones. Los académicos de Norte de Santander, entre quienes que se destaca Lumar H. Quintero Serpa, vienen adelantado una encomiable labor en este sentido, pese a las dificultades que existen para consultar los archivos históricos, desordenados o parcialmente destruidos, y los elevados costos de las publicaciones.

La primera mención histórica extensa que encontramos sobre el general Pedro Quintero Jácome, aparece en la Revista Santander de Bucaramanga, en junio de 1914, gracias a la interesante reseña titulada Gobernantes de Santander, escrita por el doctor Juan Sarmiento Herrera, oriundo de Convención. Este ensayo, fue reproducido en la revista Hacaritama, del entonces Centro de Historia de Ocaña (hoy Academia), a partir del No. 35 (enero 30 de 1938). Hemos de advertir, que el nombre de Pedro Quintero Jácome, figuraba ya en la cronología de la Historia del Gran Santander, desde 1896, cuando el historiador José Joaquín García publica sus Crónicas de Bucaramanga. Para 1924, año en el cual salen a la luz las Noticias Históricas de la ciudad y Provincia de Ocaña, de Justiniano J. Páez, existe ya un conocimiento más o menos aceptable de los próceres de nuestra Independencia y de los forjadores de la República durante el siglo XIX. Su divulgación nacional, se debió, sin duda alguna al historiador Gustavo Otero Muñoz, quien en su obra Hombres y Ciudades, incluye los textos elaborados por Luis Eduardo Páez Courvel sobre José Eusebio Caro, Pedro Quintero Jácome y Juan C. Pacheco. “El primero, genial poeta, cuya fama saltó la frontera de la comarca para situarse en un sitio de gloria en la literatura colombiana. El segundo, un valiente general de gran talento que influyó poderosamente en la historia de Santander el Grande, ya como presidente del Estado Soberano o como decisivo guerrero en las pasadas contiendas civiles. El último, Juan C. Pacheco, se destacó por sus virtudes, su acrisolado amor al prójimo, su espíritu altruista y su gran religiosidad”, al decir del autorizado historiador Raúl Pacheco Ceballos.

Santander el Grande, ha sido motivo de incontables obras históricas que entrelazan hechos y personajes de los hoy departamentos de Santander y Norte de Santander. A las investigaciones de los historiadores de las provincias de Cúcuta, Ocaña y Pamplona, se unen las de los intelectuales bumangueses y de las antiguas provincias de Soto, García Rovira y Fortoul. Todos ellos valiosos, orgullosos del trasegar de sus ancestros, de su paisaje engarzado en la abrupta topografía andina, de sus hermosas mujeres y de su valioso acervo intelectual e histórico. Lumar H. Quintero Serpa, se inscribe con altura en esta selecta nómina de historiadores del Gran Santander, no sólo por la seriedad y dedicación que pone a sus investigaciones, sino también por su estructura narrativa que permite la delectación en la lectura. El general Pedro Quintero Jácome, magistrado y soldado de la República, aporta significativos elementos para comprender mejor la vida política y militar de Santander El Grande y, especialmente, de la región de Ocaña durante la segunda mitad del siglo XIX. La existencia agitada del general liberal Quintero Jácome, nos conduce a meditar sobre las no menos importantes de aquellos caudillos que se enfrentaron en la guerra de los Mil Días, por las mismas causas políticas, culminando sus vidas como servidores de la República, como Prefectos, como Alcaldes, como congresistas, como historiadores y periodistas, como filántropos o, simplemente, como honrados y destacados ciudadanos.

Sigue, entonces, abierta la puerta para la reflexión y la investigación histórica relativa a nuestras agrestes comarcas santandereanas. Sobre todo ahora, cuando Colombia y los países hispanoamericanos se aprestan a conmemorar el Bicentenario de las Independencias, uno de cuyos objetivos es el de conocer y divulgar ese legado ancestral que nos permite ahondar en la riqueza de nuestra propia identidad.

LUIS EDUARDO PÁEZ GARCÍA

PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DE OCAÑA

CORRESPONDIENTE DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DE NORTE DE SANTANDER




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