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martes, 2 de marzo de 2010
JOSÉ EUSEBIO CARO Y LA LITERATURA EN LA REPÚBLICA
Por Luis Eduardo Páez García
El próximo 5 de marzo se cumple un aniversario más del fallecimiento del máximo poeta ocañero, don José Eusebio Caro. La Academia de Historia de Ocaña rinde tributo a este ilustre personaje cuya casa natal es hoy sede del Colegio Nacional que lleva su nombre.
Durante el proceso de Independencia encontramos pocos exponentes de las letras ocañeras que tengan que ver directamente con el desarrollo cultural de la ciudad. Sólo hasta 1851, con la llegada de la imprenta, podemos hablar de un inicio de nuestra tradición literaria, pues fue, justamente, a partir de la publicación del primer periódico, La Estrella (impresor, Samuel Nieto, 1851), que comienza una serie ininterrumpida de publicaciones periódicas, libros y folletos, y la formación de las primeras tertulias literarias.
El período gubernamental de José Hilario López (1849-1853), tuvo para Colombia un gran significado, toda vez que propició la ruptura definitiva con el orden colonial precedente que la aristocracia criolla había mantenido casi intacto. Ocaña se organiza como Provincia (29 de mayo de 1849), y queda abolida la esclavitud (1851), siendo gobernador provincial el doctor Agustín Núñez. El 14 de noviembre de 1853 “los diputados de la legislatura provincial de Ocaña reunidos en Cámara...” expiden la primera Constitución Municipal de la Provincia de Ocaña.
Desde el punto de vista literario, Colombia se sumerge en el Romanticismo que, iniciándose en Europa, llega a nuestro país a través de los autores argentinos, mejicanos y peruanos, en dos oleadas que comprenden, según los investigadores, de 1830 a 1860 y de 1860 a 1880.
Se caracteriza este período por la búsqueda incesante de la identidad nacional, por la consolidación de un Estado autónomo, donde la vida institucional y la cultura fueran completamente independientes del influjo español. Época de rebeliones contra el pasado opresor, de individualismo y de rupturas estéticas; de incorporación a la literatura de elementos populares, naturalistas y espirituales.
Nacionalmente, corresponden a esta época figuras como las de José Eusebio Caro, Manuel Ancízar, Medardo Rivas, José Manuel Marroquín, José Cordovez Moure, Jorge Isaacs, Julio Arboleda, Rafael Pombo, Diego Fallón, Epifanio Mejía y otros.
JOSÉ EUSEBIO CARO
Poeta, periodista y político nacido en Ocaña el 5 de marzo de 1817 y fallecido en Santa Marta el 28 de enero de 1853.
Fue hijo de Antonio José Caro y María Nicolasa Ibáñez. Durante su juventud desempeñó varios cargos públicos y participó como militar en las contiendas civiles, entre 1840 y 1842, bajo las órdenes del ejército legitimista.
José Eusebio y su familia salen de Ocaña en 1818, radicándose en Santafé. Allí se dedica a estudiar en la Universidad de San Bartolomé y luego a trabajar en un cargo menor de la Dirección de Crédito Público. Una vez que estalla la guerra civil, se une a las tropas del general Pedro Alcántara Herrán, regresando a su tierra natal el 20 de enero de 1841. Luego, el 11 de agosto, después de haber servido como agente del gobierno para lograr la paz con el jefe de los revolucionarios, Lorenzo Hernández, regresa nuevamente a Ocaña donde permanece durante cinco meses. En su “Diario”, Caro narra los acontecimientos y detalles de su estancia en La Cruz (hoy Abrego) y Ocaña, donde se alojó en casa de su tío político, Manuel María Trigos, quien era dueño de la antigua casona de El Molino. Don Manuel María estaba casado con la tía de José Eusebio, doña Carmen Ibáñez, cuya residencia quedaba cerca de la Plazuela de San Francisco. Para esta época, Caro ya es un poeta conocido en Santafé; sus primeros versos los publica en el periódico La Estrella Nacional (1836); hacia 1845 sus poemas son reconocidos nacionalmente. En 1849 redacta, junto con Mariano Ospina Rodríguez, la primera declaración del Partido Conservador.
Durante su vida, Caro no publicó ningún libro. Sólo hasta 1857, ya fallecido, aparece su primera selección de versos.
José Eusebio Caro casó en Santafé con doña Blasina Tovar, el 3 de febrero de 1843.
CARO FILÓSOFO
La filosofía de José Eusebio Caro se inscribe en el marco general de los orígenes del romanticismo europeo. De Rousseau recoge el culto al individuo y la libertad del espíritu humano, y de Goethe la libertad estilística y la exaltación del sentimiento. Formado en un hogar cristiano, el concepto de Dios y de la familia, hacen parte de sus grandes preocupaciones.
CARO POLÍTICO E IDEÓLOGO
Desde niño, José Eusebio recibió el influjo de su padre Antonio José Caro, realista convencido y hombre de profundas convicciones conservaduristas. La relación de su madre Nicolasa Ibáñez con el general Francisco de Paula Santander, debió marcar su niñez y juventud a tal punto que inclinó su pensamiento político hacia el ideario contrario al liberalismo clásico del cual Santander era el portaestandarte. Vinculado tempranamente al periodismo en los periódicos La Civilización y El Granadino, fustigó a los gobiernos liberales del general Santander, de Obando, de José Ignacio de Márquez y de Murillo.
En 1849, junto con Mariano Ospina Rodríguez, redacta y publica los principios del Partido Conservador, después de haber justificado este nombre a través de artículos periodísticos de indudable contenido doctrinario y filosófico.
En 1840, por ejemplo, en el periódico Civilización, señala lo siguiente:
“Búsquese, en efecto, en nuestra historia, desde 1832 para acá, cualquier grande acto público violento en su forma, afrentoso en su ejecución o funesto en sus resultados; y se hallará que, como partido gobernante, el mal de sebe al general Santander y a sus compañeros de administración, desde 1833 hasta 1837, y que, como partido oponente el mal se debe al general Obando y a sus compañeros de facción, desde 1839, hasta 1849 y hasta el momento que la Providencia lo permita.
“Esta inmensa acusación históricamente está probada. ¿Qué dejó a la Nueva Granada el partido que gobernó desde 1833 hasta 1837? Dejó las plazas de Bogotá tintas en sangre de hombres cuyos delitos fueron connatos. Dejó las dos mejillas de la República inflamadas con el bofetón inglés de lord Palmerston…Dejó la cabeza y el corazón de la juventud pervertidos con la enseñanza del más grosero sensualismo…”
CARO LITERATO
José Eusebio está reconocido como uno de los poetas románticos más representativos de Hispanoamérica.
El Romanticismo se inscribe en la categoría de lo “romántico”, de lo “afectivo”, como reacción del sentimiento frente a los seres, los acontecimientos y las cosas, lo cual implica la exaltación de lo emocional, lo legendario, lo evocador, lo novelesco y lo misterioso. La escuela romántica, propiamente dicha, hace alusión a una forma especial del lenguaje y de la creación estético-literaria que no se ajusta a las normas clásicas de la retórica y la poética grecolatinas.
Todos estos elementos se conjugan en la obra poética de José Eusebio Caro, sobre quien escribieron completos ensayos y apreciaciones críticas, sus contemporáneos. Tres etapas señala Miguel Antonio Caro, en la producción de su padre: “En la primera de ellas predomina la imaginación; la segunda se distingue por el sentimiento; en la tercera habla la razón”. De acuerdo con esto, José Eusebio Caro va aumentando el nivel de trascendencia en cada una de las etapas anotadas. Autores críticos, y a la vez poetas, como Jaime García Maffla, han generalizado el Romanticismo, afirmando que se caracterizaba por “la hostilidad al mundo, al padecimiento como constante de vida y la imposibilidad de la comunicación humana”. Ciertamente, Caro demuestra tales características, al igual que lo hará buena parte de los poetas ocañeros a partir de la segunda mitad del siglo XIX, iniciando con Daniel Cardona, poco conocido en el medio regional.
Veamos lo que José Eusebio Caro entendía por poesía: “Desterrada la ficción, quedaría la verdadera, la poesía de los sentimientos y de la historia; quedarían las glorias de la virtud y las armonías de la naturaleza. Esas glorias y armonías nunca faltarían, ni en el corazón que las sintiese, ni en una voz que las cantase. La poesía así quedaría reducida a su elemento esencial, que es la poesía lírica, la oda. La poesía es el canto del hombre y nada más. En ese canto hay dos cosas: la voz y el sentimiento; las dos cosas juntas son la poesía. La voz sin el sentimiento expresado, es sólo música; el sentimiento sin la voz, es sólo pasión.
Jaime García Maffla, poeta y crítico literario, señala que el gran lírico Rubén Darío recibió la influencia de José Eusebio Caro, trayendo como ejemplo de este aserto el poema “Estar contigo” algunas de cuyas estrofas fueron prácticamente calcadas por Darío. Y como aporte de Caro a la poesía latinoamericana y universal, Maffla indica que: “…está el novedoso uso del eneasílabo, con el cual Caro es precursor de uno de los metros más utilizados por el futuro modernismo, así como en “Alta mar” emplea el hexámetro, también de difícil adaptación a la lengua española. En el uso de estos metros se revela el Caro preocupado por los problemas técnicos de la poesía –rasgo no ya romántico sino moderno – el meditador en el arte del verso, quien dejara un ensayo de retórica y poética”.
A manera de ejemplo, veamos los siguientes poemas:
DESALIENTO
Acabaron mis sueños de gloria,
Acabaron mis sueños de amor,
Resta sólo su triste memoria,
Y mi mente perdió su esplendor.
Al salir de mi tímida infancia
A encontrar mi primer juventud,
¡Cuál corría con tierna ignorancia
¡A embriagarme de amor y virtud!
¡Y ese amor que buscaba es mentira!
¡La virtud una amarga irrisión!
¡Los suspiros que daba mi lira!
¡No movieron ningún corazón!
Dulces sueños de amor y de gloria
Si es posible olvidar cuanto fue,
¡Ah! ¡cerrad de mi vida la historia
Cual se abrió, con virtud y con fe!
(Enero 20 de 1840)
A OCAÑA
Aquí nací: bajo este hermoso cielo
Por vez primera vi la luz del sol;
Aquí vivieron mis abuelos todos... 1
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña! ¡adiós!
¡Ocaña! ¡Ocaña! ¡dulce, hermoso clima!
¡Tierra encantada de placer, de amor!
Ufano estoy de que mi patria seas...
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña! ¡adiós!
Mi padre aquí de boca de mi madre
El dulce sí por vez primera oyó,
Aquí de amor él a sus pies lloraba...
¡Adiós, Ocaña! ¡adiós, Ocaña!, ¡adiós!
Y yo también aquí pensé... ¡silencio!
Olvidemos tan plácida ilusión;
Y aunque mi pecho deba desgarrarse,
¡Adiós, Ocaña; para siempre adiós!
Octubre, 1841.
EL POBRE
¡El pobre! Al pobre menosprecia el mundo
El pobre vive mendigando el pan;
Falsa piedad o ceño furibundo,
Cual un favor le dan.
La gloria al pobre le deniega un nombre,
El poder le deniega su esplendor,
La noche el sueño, su amistad el hombre,
La mujer el amor.
¡Oh verdes bosques, círculo del polo,
Montes, desiertos donde el rico va!
¡Mar insondable, eterno, inmenso y solo!
El pobre no os verá.
¡Ah! en los ojos del pobre brota el lloro,
Y no enternece un solo corazón;
Que las lágrimas sólo en copa de oro
Merecen compasión.
¡Vedle! su pie la tierra triste pisa;
Todo en él nos revela el padecer:
Ojos sin luz, y labios sin sonrisa,
Y vida sin placer.
Y empero el pobre tiene una esperanza
Que vale más que el mundo y mundos dos;
Inmenso bien que el oro vil no alcanza
El pobre tiene a Dios.
Enero 24, 1840.
Esos poemas son exelentes, estéticos y Orgullosamente Colombianos
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