jueves, 9 de diciembre de 2010

OCAÑA, 440 AÑOS DE FUNDACIÓN

Vista aérea del Centro Histórico

EL 14 DE DICIEMBRE, NUESTRA QUERIDA CIUDAD ESTARÁ CUMPLIENDO 440 AÑOS DE HISTORIA. EXTENDEMOS UNA INVITACIÓN CORDIAL A TODOS LOS COLOMBIANOS PARA QUE VISITEN ESTA TIERRA AMABLE, LLENA DE TRADICIONES, DE LEYENDAS Y DE BELLAS MUJERES.


CUNA DE JOSÉ EUSEBIO CARO, DEL PINTOR PRIMITIVISTA NOÉ LEÓN, DE LOS POETAS JORGE PACHECO QUINTERO, MARCO A. CARVAJALINO Y EMMANUEL CAÑARETE. SOLAR NATIVO DE LUIS EDUARDO PÁEZ COURVEL, DE MANUEL ROCA CASTELLANOS, DE MARTÍN QUINTERO PACHECO, DE RAÚL PACHECO CEBALLOS, DEL JESUITA JUAN MANUEL PACHECO, DEL GRAMÁTICO CIRO ALFONSO LOBO SERNA, DE EDGAR PÁEZ MOZO Y MARCIAL CALLE ÁLVAREZ.

Ocaña en 1880

PATRIA CHICA DEL COMPOSITOR RAFAEL CONTRERAS NAVARRO Y DEL CRONISTA CIRO A. OSORIO QUINTERO. FUENTE DE INSPIRACIÓN DE LOS HERMANOS ALFONSO Y CARLOS CARRASCAL CLARO.

Los Conquistadores.
Representación del Desfile de los genitores

HOGAR DONDE LAS SOMBRAS NOCTURNAS ACOGEN LA FIGURA FANTASMAL DE ANTÓN GARCÍA DE BONILLA.

Escudo de la ciudad de Ocaña

"TIERRA ENCANTADA DE PLACER Y AMOR" 

TEXTOS OCAÑEROS PARA RECORDAR

"Aquí fue el primer vagido y la primera sonrisa, el primer amor y el primer beso, también la primera lágrima de dolor sobre la cuna del hijo moribundo, o el largo llanto sobre los sepulcros de los seres queridos. Por esos campos corrió mi infancia en busca de las frutas y los pájaros; mi adolescencia se refugió en los patios coloniales queriendo descubrir el secreto de los perfumes y el milagro de los colores, y mi juventud, al abrigo de la casona solariega y del hogar paterno, soñó con bellezas imposibles, hasta encontrar al poeta que llevaba oculto en el corazón. Soy de la casta de los Quijotes que sueñan con el ideal. También pertenezco a la dinastía del dolor. El dolor me ha enseñado que más vale la bondad que la grandeza, y que no basta con ser hombre en el sentido castizo de la palabra, sino hombre de bien en el sentido cristiano del término.


Un día descubrí la bondad en el corazón de mis genitores y aprendí a ser ocañero. Otro día supe del sacrificio de mis mayores, muertos a la cola de los potros de los colorados, en holocausto a la Libertad y a la Patria, y aprendí a amar la Historia, la historia de estas tierras santandereanas llenas de heroicidad y de grandeza. Dice Goethe que ´lo mejor que debemos a la Historia es el entusiasmo que inspira`. El entusiasmo que en mí inspira la Historia no tiene límites, porque lo alimenta la sangre de mis antepasados.
Mi mayor ambición es la de unir mi destino al destino del departamento y de mi ciudad nativa. Todo cuando signifique y encarne el progreso cultural y material de estas apartadas regiones es motivo de mi profunda preocupación para mi. De esta conducta dignificante he querido hacer un apostolado. Nada de cuanto haga será suficiente para saldar mis deudas de gratitud, hoy acrecidas de manera tan honrosa”.

JORGE PACHECO QUINTERO

“Calles de mi tierra, trazadas por la geometría de la emboscada, prestas a la asechanza, recogidas en el silencio, abrazadas a los caminos, en perpetua vigilia; calles de mi tierra, tatuadas en su piel centenaria, fino guadamacil adobado al fuego de las pendencias, con historias fabulosas, iluminadas por la tragedia; por aquel rincón amable, discretamente cordobés, fulgió el revuelo de las espadas por los embelesos de doña Beatriz, la más bella rapaza de los contornos; por aquella calleja, aciaga y melancólica, pasó el torbellino de Los Colorados, con don Jácome el Caudillo, sobre caballos desbocados, fragmento vivo de un friso legendario, y por allá lejos, en los huertos de geranios, donde se anuncian los campos con fecundos olores de establo, pasan ráfagas de lamentos, que se desgarran en el silencio, mientras los búhos doctorales trazan parábolas litúrgicas sobre las copas de los barbatuscos.


“Calles de mi tierra vestidas para Navidad, con festones virginales, por donde el poeta de Ilva caminó largos años con aquella sonrisa triste que le cubría la cara como una cortina de agua; calles de amplios aleros y ventanas afables por donde se escurría el amor, como un diablillo alado, en su eterna conquista de corazones; calles de viernes santo ataviadas de luto, solemnes y monjiles, que se arrodillaban ante el sepulcro de sándalo y se empinaban, azoradas e ingenuas, a presenciar el milagro de la Resurrección; calles de pascua, llenas de luz, de perfumes, de locura, que se embriagaban con el vino de las estrellas y amanecían lívidas, estilizadas, con la fatiga de la vigilia en las ojeras de la violencia.

Por esas calles nuestras, generosas y afables, deambuló Milanés; en ellas recogió la visión trivial de lo uniforme y de lo vario; indagó sus tradiciones, interrogó sus leyendas y en breves crónicas solariegas, que son estampas de hondo sabor añejo, proyectó su corazón como un fanal de espirituales irradiaciones”.

LUIS EDUARDO PÁEZ COURVEL



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