Los orígenes de las droguerías y del ejercicio de la Medicina, se pierden en la oscuridad del tiempo. La Farmacia, entendida como el arte de “identificar, escoger, conservar y combinar las drogas de origen animal, vegetal o mineral” (1) fue practicada por las civilizaciones antiguas, los sacerdotes o los shamanes de las tribus aborígenes y, más adelante, se convirtió en oficio regulado por la legislación de los diferentes países del mundo. En el actual territorio de Colombia, los monarcas regulaban ya, mediante disposiciones legales, el ejercicio del farmaceuta.
La práctica de la Farmacia, se inicia, pues, con grandes dosis de superstición y mito, mezclándose luego con las actividades propias de la Alquimia. La atribución de las enfermedades y dolencias a causas de índole espiritual o castigo de las divinidades por los males procederes de los individuos, hicieron también que los medicamentos fueran seleccionados con base en conformaciones morfológicas de las plantas, es decir, similitudes con el cuerpo o partes del cuerpo humano, colores, olores, etc.
En Occidente, las prácticas farmacéuticas comienzan a organizarse a partir de la época de las Cruzadas, abriéndose escuelas donde de artes liberales, que incluían la Farmacia, se practicaban de manera frecuente. Ciudades como Bagdad, Córdoba, Sevilla, Toledo, Montpellier, Padua y Salerno, aplican los nuevos esquemas del conocimiento que une los saberes del oriente y del occidente. Hacia el siglo XIII, se producen los primeros edictos regulando el ejercicio de la Farmacia, que luego serían ampliados y complementados por los reyes y príncipes de Europa de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, y los gobernantes de los siglos XIX y XX. .
“La palabra Farmacia viene del griego pharmakon, medicamento. Las voces droga (del francés drogue, y este del neerlandés droog, seco), y droguista son de formación más reciente; la segunda significó originalmente el traficante en hierbas secas” (2).
Balanza
Mortero de porcelana
De experimento en experimento, o a través de recetas heredadas de los homeópatas tradicionales, nuestros farmaceutas fueron aprendiendo el arte de preparar remedios para todos los males habidos y por haber, los cuales se mitigaban o curaban con sangrías, sahumerios, “bebedizos”, emplastos, pomadas, tabletas o pastillas, inyecciones, gotas, etc. El viejo farmaceuta ocañero era una mezcla de alquimista, médico y sanador de dolencias físicas y espirituales y, en muchos casos, la Farmacia se convertía en agradable lugar de encuentro para la amable y fina tertulia política o literaria.
1896
Para 1896, según datos de la revista Mercantil, existían ya en la ciudad cuatro droguerías establecidas.
1896
Entre los médicos destacados que laboraban en Ocaña a finales del siglo XIX, la publicidad de la época señala al doctor Margario Quintero Jácome y al doctor José R. Flórez, médico cirujano de la Facultad de Guatemala, quien a su vez era propietario de la Farmacia del Doctor Flórez, localizada en la Calle de Bolívar (carrera 14, entre calles 10 y 11). En la Plaza del 29 de mayo, se encontraba también la Farmacia Francesa de don Juan M. Marín.
1894
1897
Don Luís A. Sánchez Rizo, autor de la Monografía de Ocaña (3), recoge un listado de farmaceutas licenciados que operaban en la ciudad en 1936. Entre ellos, se cuentan: Roberto E. Posada, Alejandro Prince., Daniel J. Pacheco, Juan Guillermo Paba, Juan E. Carvajalino, Justo Guerrero, Miguel Ángel Arévalo, Calixto Bayona, Marcelino Lobo, Francisco Jácome Roca y Claudio Navarro.
Droguería Posada, 1917
En la historia de Ocaña, nombres como los de Margario Quintero Jácome, E. Escobar, Ramón Cabrales Pacheco, y luego Francisco y Manuel Guillermo Jácome Roca (Droguería la Abundancia), Manuel García Núñez, Manuel Arenas, se unen a los de farmaceutas que continuaron la tradición en las décadas de 1920, 1930, 1940 y 1950. Martiniano Carrascal (Droguería Santafé), Heliodoro Mendoza, Carlos Díaz Bayona (Laboratorios Buen Suceso), Carlos Rizo, Luís García Jácome (Droguería Moderna), García Angarita y Cía (Farmacia nueva), entre otros.
Botica Roca, 1934
EXPOSICIÓN TEMPORAL “LA FARMACIA MENDOZA,
RECUERDOS DE UNA ÉPOCA”
MUSEO ANTÓN GARCÍA DE BONILLA
OCAÑA
El 9 de noviembre de 2006 el Museo Antón García de Bonilla inauguró esta muestra temporal dedicada a la memoria de don Heliodoro Mendoza, uno de los boticarios más reconocidos de Ocaña.
Hacemos memoria de este certamen, con el fin de contribuir a la recuperación de la memoria histórica relativa a las boticas o droguerías en Ocaña, esperando que otras personas o investigadores aporten más información al respecto.
Heliodoro Mendoza, el personaje en cuya memoria se realizó la Exposición Temporal en 2006, nació en Baranoa, departamento del Atlántico, el 9 de noviembre de 1906, en el hogar de don Arcadio Mendoza y Ana Elvira Redondo. Falleció en Ocaña, el 16 de noviembre de 1992, a la edad de 86 años. Llegó a esta ciudad a ejercer como Farmaceuta, profesión que había sido acreditada por la Dirección Departamental de Higiene y Asistencia Pública del Atlántico, con fecha 3 de julio de 1930, con base en la Resolución No.334 de 1925, y que fuera luego revalidada por medio de la Resolución No.032 de 1938, de la Junta de Revisión para Ejercer en el ramo de la Farmacia de Norte de Santander, convalidada, a su vez, por el doctor Ramón Cabrales Pacheco, en su condición de Director del centro de Higiene de Ocaña, en 1946. El 24 de octubre de 1956, el Ministerio de Salud Pública, a través del Consejo Nacional de Práctica profesional, Junta de Títulos Farmacéuticos, expide la Licencia No.0206 para ejercer la Farmacia en la república de Colombia, a don Heliodoro Mendoza. El 30 de junio de 1948, el doctor Ramón Cabrales Pacheco, propietario de la Farmacia “La Rosa Blanca”, firma con el señor Mendoza un contrato donde éste comienza a ejercer en tal establecimiento como Administrador Farmacéutico, cargo que ya venía desempeñando desde 1946.
Don Heliodoro Mendoza contrajo matrimonio en 1948 con la dama ocañera Elvira Rosa Lemus Barros, hija de don Octavio Lemus y doña Rita Barros.
La Farmacia Mendoza surge en 1954, como consta en los Libros de registro que minuciosamente llevaba don Heliodoro Mendoza, y que nos dan a conocer el movimiento de clientes de aquella época, las fórmulas médicas recetadas y los doctores que las expedían. Era, a la sazón, Director del centro de Salud de Ocaña, el doctor Mario Zurek Meza
Don Heliodoro incursionó también en otros menesteres de la vida comercial de Ocaña. Es así como en 1963, se produce la conformación del “Almacén Todorepuesto”, de la firma Quin, Mendoza y Numa Ltda.., encargada de la “compra y venta de repuestos para automotores”, registrada debidamente ante la Cámara de Comercio de Cúcuta. Desde el punto de vista humano, don Heliodoro Mendoza fue un personaje amable, con la chispa picante de su ancestro costeño y la sabiduría de un hombre culto, dado a la tertulia amable, de aquella que se estilaba en los viejos tiempos. Guardo en el recuerdo su amena conversación y su memoria para narrar los acontecimientos de que fuera testigo en pasadas épocas.
LA BOTICA DE LOS POBRES (Museo del Siglo XIX. Fondo Cultural Cafetero).
La Botica de los pobres, Ocaña
“Encontrada en la ciudad de Ocaña (Norte de Santander), ha sido rescatada en su estado original y posee la virtud de transmitirnos la atmósfera de un rincón tan sugerente como típico de nuestro siglo XIX. Su estantería e implementos de origen alemán, francés y holandés, así como la variada colección de recipientes, las fórmulas magistrales, forman un conjunto que delata el buen gusto prevaleciente en la vida cotidiana, la excelencia de los farmaceutas y la exigencia de los usuarios”. http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=5701
Fue fundada por don Alejandro Prince en 1896.
LUÍS EDUARDO PÁEZ GARCÍA
Presidente de la Academia de Historia de Ocaña
Director de los Museos de la Gran Convención y Antón García de Bonilla
CITAS:
(1) Fullerton Cook, E. Farmacia práctica de Remington. Unión tipográfica Editorial Hispano Americana. México, Edición de 1953, p. 9.
(3) Sánchez Rizo, Luís A. Monografía de Ocaña. Biblioteca de Autores Ocañeros Vol. 5, p. 190. 1970
1947
1958
La información del fondo cafetero es totalmente errónea por cuanto Alejandro Prince nació el 26 de Febrero de 1883 y era imposible que fundará La Botica de Los Pobres en 1896, cuando solo tenía 13 años. Según se desprende la publicidad de varios periódicos, parece que la botica fue abierta en 1921.
ResponderEliminarGustavo Lobo Amaya.
q le importa si fue alos 13 o no solo la historia esta em el museo san agustin...poreso se daña la historia pir sapos sin fundamento
ResponderEliminarCon argumentos tan baladíes y frases irrespetuosas ¿quién gastaría pólvora en gallinazo al ponerse a refutarlos?
ResponderEliminarjorgecarrascalp@yahoo.com