viernes, 17 de febrero de 2012

EL BARRIO DE LA COSTA, SU HISTORIA Y SU PATRIMONIO CULTURAL


Fotos de la Calle del Embudo, uno
de los epicentros de las aparciones de
Don Antón,el "Jinete fantasma"

Por Luis Eduardo Páez García
Academia de Historia de Ocaña

La ciudad de Ocaña, fundada el 14 de diciembre de 1570 por el Capitán Francisco Hernández (o Fernández), se establece sobre un valle irregular cuyo sector plano, va aproximadamente entre los actuales barrios de San Francisco y San Agustín, de sur a norte, y entre las calles Real (Calle 11) y Calle de la Amargura (Calle 12), de oriente a occidente. Es en este sector donde surge la primera estructura urbana de la ciudad y los primeros barrios: el Centro, San Francisco y San Agustín. Un antiguo plano de Ocaña, que data de 1578, nos muestra la primitiva distribución de las manzanas centrales, en torno a la Plaza Mayor (hoy Plaza del 29 de mayo), divididas, e su vez, en cuatro solares.


Plano de Ocaña de 1578
Archivo de la Real Biblioteca de Madrid
Iniciada la a actividad comercial y el avance de los primeros colonos blancos sobre los territorios del actual sur del Cesar, la zona minera de Antioquia y el interior del Virreinato, van a apareciendo nuevos sectores barriales y se forman los actuales barrios de La Playa (hoy La costa), El Tejarito, El Tamaco, La Piñuela, Villanueva, El Llano y El Carretero. La justificación estaba dada en el establecimiento de puntos de cargue y descargue de mercaderías y las herrerías que prestaban servicios a las recuas encargadas del transporte. El poblamiento se va dando, pues, como parte del establecimiento de negocios que prestaban servicios a los arrieros y viajeros de la época.

Sectores como Los Altillos, El Carretero, La Rotina, Cerro de las Ovejas (o Cerro de los muertos), las Alcantarillas, Dulce Nombre, El Mertinete, son también bastante antiguos.

El surgimiento del barrio de La Playa o de la Costa, como lo conocemos hoy, va ligado al abastecimiento de agua potable que tenía como recurso al río Tejo, denominado “río Grande” en épocas antiguas. De hecho, el primer contrato para una obra civil en Ocaña, de que tengamos noticia, lo hizo don Gonzalo de Orta con el Cabildo local, para extraer agua del río y llevarla hasta la plaza principal, en 1575.

Así mismo, durante la época colonial, se establece el Molino de trigo hacia el occidente de este sector (siglo XVII), cuyas estado ruinoso hoy puede observarse.

En febrero de 2005, un comité cívico que se conformó en el barrio de La Costa, trató de conseguir que la Alcaldía de Ocaña declarara al sector como Bien de Interés Cultural de Carácter Municipal, esfuerzo que se vio frustrado por la indiferencia oficial. En este mismo sentido, pero buscando ya una declaratoria departamental, la Academia de Historia había ya oficiado al Dr. Italo Alterio, con fecha 19 de febrero de 2003, solicitando un examen del caso, que incluía también al barrio de Villanueva. Esta solicitud nunca fue atendida debidamente por el entonces Centro Filial de Monumentos Nacionales de Norte de Santander, que funcionaba en Cúcuta.

Dada la relevancia de esta iniciativa, a raíz de los estudios que ya se han hecho para buscar la declaratoria nacional del centro Histórico de Ocaña, como BIC de Carácter Nacional, nos parece muy oportuno reproducir aquí la historia del barrio de La Costa, con el fin de sensibilizar a sus habitantes y a las autoridades municipales, sobre el valor patrimonial del sector, los monumentos históricos que allí existen, su arquitectura tradicional y el acervo humano que dio lustre al barrio y que no debe olvidar la memoria colectiva de las gentes.

HISTORIA

El barrio de La Costa, denominado antiguamente barrio de La Playa, es uno de los sectores urbanos más antiguos de la ciudad. Localizado hacia el centro y sur occidente, comprende las áreas actuales de El Molino, la Favorita y Milanés. Limita al norte, con el barrio de El Tejarito, al sur con Villanueva; al oriente con la calle 10 y al occidente se extiende hasta el área de la Santa Cruz..



Plano del sector de la Costa
Plan de Ordenamiento territorial. 2004

Durante el período colonial, el barrio era el punto de partida del camino que conducía hasta Pueblo Nuevo – Los Ángeles – río Magdalena – zona minera de Antioquia, por la denominada “Trocha de Torcoroma”, “camino al río” o “Camino del Cauca”.

Las primeras menciones históricas del lugar, datan de 1850 cuando llegó a Ocaña la Comisión Corográfica bajo la dirección de don Manuel Ancízar quien describió los resultados de su itinerario viajero, costumbres típicas, aspectos geográficos, sociales y económicos, en su obra Peregrinación de Alpha.

Según el historiador Luis A. Sánchez Rizo (Monografía de Ocaña), en 1893 funcionó en la carrera 10, común a los barrios La Costa y el Tejarito, la primera fábrica de jabón de la ciudad, que era de propiedad de la firma Escobar y Quintero, conociéndose en inmueble donde estaba localizada como “La jabonería”.

Para la década de 1960, conocimos en este mismo sector, la fábrica de velas “El Alba”, de propiedad de la familia Bonett. Igualmente, tuvimos la ocasión de conocer la tradicional tienda de las Angarita y una herrería que quedaba localizada en el costado oriental de la residencia de don Antonio L. García.

El RÍO TEJO, denominado antiguamente Río Grande, fue el recurso hídrico más importante de los ocañeros desde la fundación de la ciudad hasta bien entrada la década de 1960. Este río recorre el barrio de sur a norte, y hoy presenta graves problemas de contaminación por vertimiento en su cauce de aguas residuales a partir del sector de La Pradera.

Obras de descontaminación en el río Tejo
Fotografía de ocaabiodiambiente.blogspot.com

A su paso por el antiguo Molino de trigo, el río Tejo permitió las operaciones de este emplazamiento productivo. En pasadas épocas, el Tejo contribuyó al establecimiento de las pequeñas industrias locales y el oficio de las famosas “lavanderas” que se distribuían en sus riberas.

Es de anotar que el 17 de agosto de 1576 se suscribió un contrato entre Gonzalo de Orta y el Cabildo de Ocaña en el cual “l primero se comprometía a sacar agua del río Tejo y meterla en la plasa (sic) desta cidad…”. Tal documento se encuentra el Archivo Histórico de Ocaña.

EL PATRIMONIO MATERIAL DEL SECTOR

Sector de La Costa entre carreras 8A y 9,
a la izquierda, la "Bajada de Santa Rita" y a la
derecha, la Calle del Embudo.
Fotografía de Carlos Jorge Vega V.

El barrio de La Costa es uno de los pocos sectores de Ocaña que aún conserva buena parte de su arquitectura tradicional. Viejas casonas con patios y huertos floridos, de tapia pisada, cubiertas de madera, caña brava y teja española, calles retorcidas y misteriosas, hacen parte del panorama general del barrio, habitado por gentes trabajadoras que guardan celosamente su legado histórico.

Para facilitar el tránsito entre el barrio y el camino antiguo hacia Pueblo Nuevo, se construyó un puente hacia la década de 1920 sobre el río Tejo, que se ha denominado como el Puente del Tejarito.

Puente de "El Tejarito"

EL MOLINO

Hacia finales del siglo XVII o comienzos del XVIII, durante las etapas iniciales del desarrollo económico de Ocaña, se establecieron molinos de trigo en la región, uno de los cuales quedaba sobre la margen izquierda del río tejo. Este emplazamiento, denominado justamente EL MOLINO, procesaba el grano de trigo que surtía la demanda local y alcanzaba, incluso, a ser exportado hacia la Costa Atlántica, según se desprende los documentos históricos.
Vista de El Molino. Se observa la casona principal

y a la derecha los famosos baños públicos

En 1910, se convirtió en balneario público y persistió como lugar de esparcimiento hasta finales de la década de 1970. Allí se construyeron unos cubículos recubiertos de cerámica que tenían un tubo a través del cual llegaba caudalosa el agua limpia del río. Los fines de semana este lugar se colmaba de visitantes que disfrutaban de un saludable baño y merendaban en una tienda bien surtida que se encontraba también en el lugar. En la parte superior del terreno, en una explanada, se construyó también una piscina.
El Molino. Primer plano el nuevo puente

En 1993, durante la administración del Dr. Luis Eduardo Vergel Prada, se declaró el lugar como Monumento Histórico Arquitectónico Municipal, mediante Decreto 204. Años más tarde, un puente de concreto reemplazó al antiguo que comunicaba el Molino con el sector de la Favorita.

MONUMENTO A LA SANTA CRUZ

En el antiguo Cerro de El Molino, que domina la ciudad en su costado suroccidental, se levanta este monumento. En 1943 se puso la primera piedra y en 1944 se inició su construcción gracias a la iniciativa de don Rafael Pineda G., uno de los habitantes principales del barrio. El día 6 de mayo de 1945 se efectuó su bendición solemne por parte del R. P. Gelvez, en representación del Vicario general, Monseñor Daniel Sánchez Chica.

Monumento a la Santa Cruz

El monumento está constituido por una base de material sobre la cual reposa una esfera que simboliza el mundo y, sobre ella, una cruz. Todo el monumento fue hecho en ladrillo, cemento y hierro, y está encerrado en una cerca, también de material.

Vista del monumento

El monumento fue declarado como BIC de Carácter Departamental, mediante decreto 1144 de 31 de diciembre de 2003, expedido por la gobernación de Norte de Santander.

IGLESIA DE SANTA RITA

Fotografía de la iglesia de Santa Rita
hacia la década de 1950

Arquitectura colonial religiosa que data del siglo XVII. Según la tradición, sirvió como sede a los funcionarios de la Santa Inquisición. En sus terrenos bajos fue descubierto una especie de calabozo en el cual se hallaron restos humanos, grilletes y algunos objetos cuando se estaba construyendo el monasterio de las monjas. El emplazamiento fue nuevamente tapiado y hoy nada se sabe sobre su uso o antigüedad.
Iglesia de Santa Rita en la

“Bajada de Santa Rita”

La Iglesia está localizada en la manzana occidental, frente al Complejo Histórico de la Gran Convención. La tradición oral ocañera vincula esta iglesia con la leyenda del encomendero Don Antón García de Bonilla.

Otra fotografía, más moderna
de la iglesia de Santa Rita

Fue declara como BIC de Carácter Departamental mediante decreto 1144 de 31 de diciembre de 2003, expedido por la gobernación de Norte de Santander.

PATRIMONIO INMATERIAL

FESTIVIDAD DE LA CRUZ DE MAYO

Aunque las razones históricas concretas que se tuvieron para instaurar esta celebración por parte de los cristianos no han sido suficientemente determinadas, muy probablemente obedecen al hecho del hallazgo de la Cruz por parte de Santa Elena, durante el reinado del emperador romano Constantino, o a las victorias que este obtuvo contra los bárbaros al utilizar como símbolo la Cruz, aunque varios historiadores sostienen que se remonta a épocas anteriores y es de origen pagano.

Procesión con el Santo Madero
Fotografía de Mario Castellanos
Lo cierto es que a América llegó con los conquistadores españoles y en Colombia se difundió notablemente.

En Ocaña, la celebración se remonta a la época colonial y se lleva a cabo el 3 de mayo de cada año en el barrio de La Costa. La más antigua mención histórica del acontecimiento está descrita en el obra Peregrinación de Alpha, de don Manuel Ancízar, quien escribía:

Habitantes del barrio celebrando el 3 de mayo
en el monumento engalanado. Foto de Mario Castellanos
"La CRUZ DE MAYO se festeja en el barrio llamado La Playa, situado al pie de la ciudad y a orillas del modesto rio que lleva el pomposo nombre de Grande. Desde las ocho de la noche comienzan a dirigirse allá los curiosos del barrio alto; ellos en el traje común o democratizados con la tolerante ruana, y ellas de pañolón y sombrerito jipijapa, no faltando ciertos grupos de caritas frescas y alegres, custodiadas por hombres vestidos con largos sobretodos negros, ajustados al talle y en las perfumadas cabezas borlados sombreros de nacuma o de fieltro; estos ciudadanos no llevan corbata sino collarín partido en dos zonas, blanca y negra. Los golpes acompasados del sonoro tamboril anuncian desde lejos dónde está el baile; conforme se baja, la gente aumenta en las calles y en las tiendas de yantar, y por último se descubre un remolino de sombreros frente a una puerta de calle que arroja sobre aquel núcleo central de los paseantes copiosa luz emanada de las velas de sebo que alumbran la sala, la cual no es grande ni puede serlo, por cuanto el baile pertenece a la cuarta clase. En el local preside un altarito lleno de flores ocupado por tres cruces que se procuran fabricar primorosamente, como conviene al pretexto de la función, agrupando a su rededor toda la iluminación. En torno de la sala reina, contra las blanquedas paredes, una fila de asientos aforrados en cuero, y encima de ellos la porción espectadora o sea la milicia de reserva en los bailes; el espacio de en medio lo llena la milicia activa congregada y movida por el tamboril, señor absoluto de los clarinetes, que a rato le acompañan perfectamente desacordados. Los bailadores funcionan en mangas de camisa, o en chaquetillas ligeras; las jóvenes sencillamente vestidas sin otro adorno que un esmerado aseo, ni más galas que la risa en los labios, la flexibilidad en los cuerpos y la confianza en el magnetismo animal de que están saturadas. El vals y las enredadas contradanzas que algún enemigo ciego de la armonía de los movimientos nos trajo, hacen el gasto de estos bailes, en que se echan de menos las danzas nacionales, tan nuestras que hasta lo malo de ellas parece bueno…" (Peregrinación del Alpha. Manuel Ancizar. 2ª edición. Arboleda y Valencia Editores. Bogotá, 1914).

Por su parte. Monseñor Manuel Benjamín Pacheco en su Monografía de la Parroquia, describe así la festividad:

“para esta festividad se ponía en escena una pieza atrayente, en la que se representaba el prodigioso hallazgo de la Santa Cruz. La fiesta se regía por riguroso programa, cuyo primer punto ordenaba la misa solemne diaconada y con sermón alusivo a la fiesta. Quedaba también dispuesta para las horas vespertinas la respectiva procesión, en la cual era llevada en hombros la cruz por los mayordomos o promotores de la fiesta. La procesión recorría las tortuosas calles del barrio y visitaba los diez o doce altares preparados al efecto artísticamente… Se construían breves arcos triunfales en los cuales siempre se tenía alguna sorpresa para el momento preciso de pasar la procesión. Los muchachos del barrio ostentaban ese día sus mejores galas, adquiridas con ahorros de su trabajo”.

Una vez construido el monumento de la Santa Cruz, el festejo incluyó la Vía Crucis hacia el cerro donde tenían lugar certámenes deportivos y celebraciones religiosas.

Los habitantes del barrio recorren las calles
anunciando la celebración.
Foto de Mario Castellanos
Para la década de 1940 la fiesta de la Santa Cruz tenía una relevancia especial en toda la sociedad ocañera que contaba con la participación de los intelectuales de la localidad.

La histórica y colonial capilla de Santa Rita fue epicentro de estos festejos tradicionales que incluían misas, novenas y el santo rosario. La banda Municipal de Ocaña, desde su fundación en 1922, participó activamente de estas festividades y las autoridades civiles de la ciudad hicieron lo propio para darle mayor solemnidad y prestancia.

LA LEYENDA DE ANTÓN GARCÍA DE BONILLA

La denominada “Bajada de Santa Rita”, donde está localizada la iglesia del mismo nombre y la “Calle del Embudo”, han sido tradicionalmente vicukadas a la leyenda del encomendero Antón García de Bonilla, cuya figura fasntasmal dicen haber observado los antepasados y los ancianos del sector, recorriendo en veloz potro de fuego estas callejas coloniales.
Antón García de Bonilla. Recreación
de Miguel Páez Pacheco

Don Antón García de Bonilla es uno de los tres o cuatro personajes del mismo nombre, descendientes todos del primer Antón que vino con el fundador de Ocaña en 1570 y participó en el proceso de consolidación de la ciudad. La leyenda, muy probablemente, se refiera al último de esta línea familiar que falleció en su hacienda de San Roque de Aguachica en 1696, y que en vida contribuyó a la traída de los jesuitas para fundar un colegio en la ciudad, y aportó caudales para el establecimiento definitivo de Río de Oro (Cesar).

Antón García de Bonilla,

Óleo atribuido al venezolano Tito Salas (1887-1974),
Colegio Nacional de José Eusebio Caro, Ocaña

La leyenda cuenta que un día, atacadas sus sobrinas por una mortal enfermedad y sin posibilidad de cura en la hacienda de San Roque, el encomendero, desesperado tomó cabalgaduras y viajó hasta Ocaña donde se postró ante la puerta de la capilla de Santa Rita, abogada de imposibles, solicitándole una cura para sus amadas niñas. Prometió a la santa algo de lo cual no nos hablan los viejos cronistas a cambio de que curara a las jovencitas. Al llegar nuevamente a la hacienda, las sobrinas estaban completamente curadas. Pasaron los años, don Antón García envejeció y murió sin cumplir la promesa hecha a Santa Rita. Desde entonces, dicen los ancianos, el encomendero vaga impenitente por las rutas del sur del Cesar y Ocaña, en especial por la “bajada de Santa Rita” y la “Calle del embudo”, en busca de consuelo para su alma atormentada.

La leyenda fue recogida a finales del siglo XIX por don Eustoquio Quintero, más adelante, en la década de 1930, enriquecida literariamente por el cronista Ciro A. Osorio Quintero, y luego por el historiador Mario Javier Pacheco. Incluso, el escritor santandereano Luis Serrano Reyes escribió un guión sobre el personaje que se convirtió en una serie televisiva.

Hoy, el Museo histórico de Ocaña, creado en 1973, lleva el nombre de Antón García de Bonilla y en San Agustín hay una estatua del famoso y legendario encomendero.

SANTA OROSIA, UNA DEVOCIÓN OLVIDADA

Un culto de menor importancia se originó en los años 1877 y 1878, en honor a SANTA OROSIA, "cuya imagen se veneraba en casa de unos señores Machados, que vivían en las cercanías de Ocaña, en el punto de `pie de la cuesta'. Las familias ocañeras solían ir en peregrinación a pagar sus promesas, consistentes en exvotos. Luego fue trasladada la imagen a esta ciudad, en donde con fondos de sus limosnas se le construyó un oratorio en el Barrio de `La Costa'. Allí se le rendían los tributos piadosos. Hoy el retablo pertenece a la Iglesia, por compra que de él se hizo a sus respectivos propietarios, construyéndose una imagen de bulto. Su fiesta se celebra anualmente el 25 de junio". (Monografía de la Parroquia. Manuel Benjamín Pacheco. Biblioteca de Autores Ocañeros Vol. 5. 1970).

Martirio de Santa Orosia. Óleo de
Paolo Calliari, 1796

Santa Orosia es la santa de los “endemoniados” y se venera en la ciudad de Jaca (España), donde se celebra su festejo el 25 de junio. La santa, que debió vivir hacia el siglos VIII, venía desde Bohemia a casarse con un príncipe Visigodo cuando fue fue capturada por tropas islámicas, sometida a martirio y finalmente despedazada por la soldadesca.

Santa Orosia

El retablo a que alude Monseñor Pacheco, desapareció de Ocaña como tántas otras obras de arte colonial y republicano. Desconocemos cómo era exactamente la representación. Por ello, hemos insertado aquí varias muestras iconográficas que reposan en iglesias españolas.

PERSONALIDADES QUE HABITARON EL SECTOR

Cuna o residencia de destacados músicos, literatos, religiosos y empresarios, La Costa ostenta con orgullo su condición de barrio escogido por ilustres ocañeros para habitar allí. Los casos más ejemplarizantes los constituyen el poeta Adolfo Milanés y el maestro Rafael Contreras Navarro, excelente músico y compositor cuya proyección fue más allá de las fronteras departamentales.

Músicos destacados como los Clavijo, los Osorio, los Sánchez y el maestro Carlos Guillermo Lemus Sepúlveda residieron en La Costa.

Actualmente, frente a la iglesia de Santa Rita, vive uno de los viejos bardos ocañeros nacidos en la década de 1910: Don Efrain Jácome Rincón, poeta y miembro de la Academia de Historia de Ocaña.

LOS CENTROS EDUCATIVOS

Funcionan en el barrio: El centro Docente Nº 1 “Adolfo Milanés”, fundado en 1943 en el predio que fuera la casa del poeta Adolfo Milanés. También se levanta allí el Colegio Alfonso López, prestigioso centro educativo que enorgullece a los habitantes del sector. Antes de crearse este Colegio, en este mismo lugar estaba el emplazamiento del Batallón Santander.
Colegio Adolfo Milanés, anexo a la Institución

Educativa Col. Nacional de José Eusebio Caro

El Colegio Adolfo Milanés. El 16 de septiembre de 1943 se inauguró este centro educativo con el nombre de “Escuela Modelo Adolfo Milanés”. Llevó la palabra el escritor y periodista Ciro A. Osorio Quintero. La escuela comenzó labores en 1944, bajo la dirección de doña Elisa Barrera de Navarro.
Instituto Alfonso López

El Instituto Técnico “Alfonso López” fue creado mediante Ordenanza Nº 48 del 29 de noviembre de 1958, gracias a la iniciativa del dirigente político Bernardo Silva Gómez. Sólo hasta 1964 pudo ejecutarse la disposición y en este mismo año comenzó su funcionamiento, siendo Secretario de Educación de Norte de Santander el Dr. Silva Gómez. Inicialmente funcionó en el barrio de las Llanadas, luego, en la sede antigua del Colegio de Fátima (Casa Consistorial), después en el barrio de El Tamaco, y en 1973 pasó al barrio de La Costa - Tejarito, instalaciones del Batallón Santander.

CRONOLOGÍA HISTÓRICA DEL BARRIO DE LA COSTA

1916. ''El señor Presbítero Alejo Conde L., hijo de Ocaña, siendo cura de Buenavista (Ocaña), se interesó vivamente en conseguir para esta ciudad la tapa del árbol en que apareció Nuestra Señora de Torcoroma, en que está estampada la imagen en bajo relieve. Esta tapa se hallaba en la iglesia de Simití y el padre Conde la obtuvo ofreciendo suministrarles un púlpito de madera. La entrada de la precesión que conducía la imagen fue suntuosísima, se efectuó a las 4 y media de la tarde del día 13 de diciembre de 1916 por la Calle de la Igualdad, en medio de la mayor parte del clero de la Provincia y de un numeroso concurso. Presidía la procesión el R. Cura de Ocaña Pbro. D. Guillermo Fajardo Castañeda. Las calles por donde la efigie debía pasar estaban lujosamente adornadas de cortinajes y banderolas. En una de las paredes de la casa de propiedad de la Sra. Diega Morales de García, en el barrio de la Costa se ostentaba un bellísimo letrero en flores naturales que decía: ´Salve, Virgen de Torcoroma ''. (Historia de la Región de Ocaña. Luis Eduardo Páez García. Jaguar Group Producciones. Bogotá, 2009).

1930. Se funda la segunda fábrica de gaseosas, por iniciativa de don Jorge H. Navarro, en el barrio de La Costa, cerca al río Tejo. Fue la FÁBRICA DE GASEOSAS FAVORITA, elaborada con ''agua pura del Trianón'', según rezaba la publicidad de la época.

1943. En el mes de diciembre, tiene lugar la bendición de la primera piedra del monumento a la Santa Cruz, en el cerro de El Molino. El acto estuvo presidido por el Administrador Apostólico Monseñor Daniel Sánchez Chica, el doctor Luis F. Pabón Portilla, y amenizado por la Banda "El Progreso". Así mismo, colaboraron con los actos, miembros del Batallón Cartagena, del Ejército Nacional. La iniciativa de construir este monumento, fue de don Rafael Pineda G., uno de los habitantes principales del barrio de La Costa.

1945. El 6 de mayo, se efectuó la bendición solemne del monumento a la Santa Cruz, dándosele este nombre al antiguo cerro de El Molino. El R.P. Gelves fue el encargado de impartir la bendición, en representación de Monseñor Daniel Sánchez Chica. En el solemne acto, tomó la palabra don Luis A. Sánchez Rizo, secretario del entonces Centro de Historia de Ocaña. El monumento está constituido por una base de material sobre la cual reposa una esfera que simboliza el mundo y sobre ella una gran cruz. Todo el monumento fue hecho en ladrillo, cemento y hierro.

2004. 30 de abril. El Comité Cívico Cultural del Barrio de La Costa, bajo la dirección de Mario Castellanos Chinchilla y Fernando Sánchez Barbosa, organiza la II Exposición de pintura en la Calle de El Embudo.

BIBLIOGRAFÍA

ANCÍZAR, Manuel. Peregrinación del Alpha. 2ª edición. Arboleda y Valencia Editores. Bogotá, 1914.
PACHECO, Manuel Benjamín. Monografía eclesiástica de Ocaña. Biblioteca de Autores Ocañeros, Vol. 5 1970.
PÁEZ GARCÍA, Luis Eduardo. Justificación histórica del antiguo barrio de La Costa, como área de especial interés patrimonial del municipio de Ocaña. Documento anexo a una solicitud hecha al Alcalde Municipal. 2005.
PÁEZ GARCÍA, Luis Eduardo. Historia de la Región de Ocaña. Jaguar Group Producciones. Bogotá, 2009.
PÁEZ GARCÍA, Luis Eduardo. Ocaña: tradiciones, leyendas y costumbres de una provincia colombiana. Inédito.
SÁNCHEZ RIZO, Luis A. Monografía de Ocaña. Biblioteca de Autores Ocañeros, Vol. 5. 1970.



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