miércoles, 12 de diciembre de 2012

OCAÑA 442 AÑOS DE FUNDACIÓN



Panorámica de la ciudad. 
Foto de Carlos Jorge Vega

 FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE OCAÑA

Definidas las comunicaciones por la región central de la Provincia de Pamplona y afianzados los caminos hacia Tunja y Mérida, el Cabildo pamplonés encarga al Capitán Francisco Fernández (o Hernández) de Contreras la tarea de explorar y someter territorios al nor occidente del área de influencia provincial. Fernández de Contreras lleva a cabo varias incursiones por el río Zulia y la cuenca del Catatumbo. 

 Los fundadores. Recreación del Desfile de los Genitores
Foto de Carlos Jorge Vega Vergel

En su itinerario explorador, funda el puerto de Chingalé "doce leguas el río abajo" de Tamalameque. En 1570, Fernández llega al valle que ha sido denominado de los Hacaritamas dejando sus hombres asentados temporalmente en el Puerto y en el valle, mientras las autoridades de Pamplona le conceden autorización para fundar la ciudad. 

Culminados los trámites legales de rigor, en Pamplona, Santafé y Santa Marta, las autoridades coloniales determinan que el nuevo enclave español haga parte de la jurisdicción de Santa Marta, cuyo gobernador era, por ese entonces, Don Pedro Fernández de Bustos. Así, pues, el 14 de diciembre de 1570, Francisco Fernández de Contreras lleva a cabo el ritual de la fundación, poblándose el lugar con 36 vecinos. 

 San Francisco, década de 1930
Archivo LEPG

La ciudad se fundó con el nombre de Ocaña, como homenaje del fundador a don Pedro Fernández de Bustos, originario de Ocaña, en España. El nombre de SANTA ANA se le dio a la Provincia. Posteriormente, y durante la gobernación de don Luis Rojas Guzmán, se cambió el nombre de Ocaña por el de MADRID, pero dicha denominación no subsistió, retornando nuevamente al nombre original de Ocaña. No existe documentación alguna que nos demuestre que Ocaña primitivamente fue fundada en lugar distinto al que se encuentra actualmente. 

Ocaña surge como un "puerto terrestre" y ruta comercial obligada entre Pamplona, el centro del virreinato y la Costa Caribe a través del río Magdalena. Su vocación fue básicamente comercial y agrícola, introduciéndose luego la ganadería en las tierras bajas de su jurisdicción. Sus primeros vecinos fueron en su mayoría originarios de Pamplona, estableciéndose entre ésta y Ocaña una dinámica relación comercial.

Durante la Colonia, Ocaña perteneció como cantón a la Provincia de Santa Marta; luego, cantón de Mompox; después, departamento, y el 29 de mayo de 1849 (Ley 64), Provincia, integrada por los distritos parroquiales de Ocaña, Río de Oro, Convención, Loma de Indígenas, San Antonio, Brotaré, Teurama, La Cruz, Aspasica, la Palma, Pueblo Nuevo, Buenavista, Los Angeles, Loma de Corredor, Aguachica, Puerto Nacional, Simaña, San Bernardo, Badillo y Tamalameque.

 Espadaña original del templo de San Francisco
hacia 1870
Archivo LEPG
  
En el transcurso de la guerra de Independencia, la zona de Ocaña cobra singular importancia estratégica. Aquí Bolívar (1813), quien denominó la ciudad "brava y libre", consolidó sus fuerzas para  la Campaña Admirable con tropas momposinas y de la región. En 1815, Santander hace su entrada a Ocaña recibiendo allí el nombramiento de Comandante General de las tropas de reconquista del norte. Entre los mártires ocañeros de la Independencia, se destaca don Miguel Pacheco y doña Agustina Ferro, fusilada por la guerrilla realista de Los Colorados, el 20 de enero de 1820. El 9 de abril de 1828, se reunió en el templo de San Francisco (monumento nacional desde 1937), la Convención constituyente cuyo propósito era el de reformar la Carta expedida en Cúcuta en 1821. En dicha Convención, se enfrentaron las fracciones santanderista y boliviana, produciendo como resultado la dictadura de Bolívar, el atentado contra su vida y, finalmente, la disolución de la Gran Colombia.

OCAÑA CONTEMPORÁNEA

 Escuela de Bellas Artes Jorge Pacheco Quintero
Archivo UFPS

La década de 1960 es crucial para la historia de Ocaña. Durante estos años, se modifica el esquema ideológico y partidista debido al influjo de las corrientes socialistas. Primero de Cuba y luego al influjo de la revuelta de París, en 1968. Nuevos conceptos y modelos entran, entonces, en el quehacer cotidiano de América Latina y, por supuesto de la ciudad de Ocaña que da por primera vez un salto hacia la modernidad. Los esquemas culturales se alteran gracias a la creación de la Escuela de Bellas Artes “Jorge Pacheco Quintero” en 1967. La poesía, las artes plásticas, el teatro y la danza tradicionales que se practicaban en Ocaña entran de lleno en la época moderna. De igual manera, la dirigencia política liberal y conservadora tradicional sufre una considerable alteración, al confrontarse directamente con movimientos como el MRL y la ANAPO. En todo este proceso de cambio, es relevante la acción de los jóvenes estudiantes del Colegio Nacional de José Eusebio Caro y del Círculo Universitario Ocañero, hacia 1962, y luego de las Juventudes de Acción Social JAS y el Centro de Estudios y Actividades Sociales CEAS, a finales de los años 60.

A partir de 1963, se inicia la transformación urbana de la ciudad a raíz de invasiones que modifican el esquema ortogonal inicial, dando como resultado la ciudad que vemos hoy, mezcla de arquitectura colonial, republicana y moderna.

Pese a las dificultades de todo orden  que ha tenido que soportar el desarrollo regional, desde el siglo XIX florecieron las artes, las letras y el periodismo, logrando consolidar un importante acervo humano. La literatura, la música y las artes plásticas han tenido exponentes de la talla de José Eusebio Caro, Alejo Amaya, Justiniano J. Páez, Luis A. Sánchez Rizo, José Trinidad Gaibrois, Juan Sarmiento Herrera, Marco A. Carvajalino, Adolfo Milanés,  Luis Eduardo Páez Courvel, Lucio Pabón Núñez, Ciro A. Osorio Quintero, Jorge Pacheco Quintero, Felipe Antonio Molina, Fernando Galvis Salazar, Juan Manuel Pacheco Ceballos S.J., José María Peláez Salcedo, Francisco Sánchez Arévalo, Rubén Sánchez Figueroa, Juan Roca Lemus, Ciro Alfonso Lobo Serna, Eligio Álvarez Niño, entre los exponentes de las letras fallecidos. Los artistas plásticos Eusebio Posada, Noé León, Alfonso Villas Quinero, Edgar Silva, y los músicos y compositores Rafael Contreras Navarro, Carlos Julio Melo, Carmito Paba, Gilberto Núñez Sarmiento y Guillermo Lemus Sepúlveda.

Hoy, nombres como los de Edgar Alberto Páez Mozo (Químico y escritor), Raúl Pacheco Ceballos (Ingeniero e historiador), Jorge Meléndez Sánchez (historiador), Guido A Pérez Arévalo (historiador), Oswaldo Carvajalino Duque (poeta), Alfonso Lobo Amaya (cuentista), Fernando Iriarte Martínez (novelista y poeta), José Ropero Alsina (poeta), Benjamín Casadiego (ensayista), Mario javier Pacheco (historiador), Miguel Angel Santiago Reyes (ensayista), Alfonso y Carlos carrascal Claro (compositores), Henry Lobo Quintana, Napoleón Vargas, Nohemí Vega Manzano y Carlos Fernando carrascal (pintores), Ólger García Velásquz, Edwin Avendaño Guevara, Pbro., Luis Eduardo Lobo Carvajalino, Luceros Peinado Lobo, Tulio Grimaldo Sánchez, Pbr., Pedro Amadís Santana Barbosa, Miriam Inés Marchena, Cielo Quintero Trujillo, Limar H. Quintero Serpa, Julieta Quintero Ujueta. Lizandro Angulo Rincón, Alonso Velásquez Claro, y muchos otros más vinculados al quehacer de las letras y las bellas artes, nos indican que la actividad cultural de la Región de Ocaña, se mantiene en pie. De ello dan cuenta sus producciones.

La tranquilidad de Ocaña y la región comenzó a verse alterada hacia 1986, cuando se produce el secuestro y asesinato de un comerciante local por parte de la guerrilla. A partir de este año sucesivas olas de violencia guerrillera y paramilitar han azotado el área, causando innumerables asesinatos, extorsiones, secuestros, paros armados, voladura de oleoductos en los municipios localizados al norte de la Provincia, atentados terroristas, bloqueos de carreteras, muertes selectivas, etc., cuyo efecto se ha visto en los desplazamientos hacia la cabecera municipal de Ocaña, el éxodo de inversionistas y comerciantes y el aumento considerable de la prostitución infantil, el consumo de estupefacientes entre la juventud y el surgimiento de bandas delincuenciales que siembran el terror en los cascos urbanos y áreas rurales de Ocaña y los vecinos municipios.

La Ocaña contemporánea, urbanísticamente hablando, es una mezcla de arquitectura colonia, republicana y tradicional más el agregado de las nuevas edificaciones, en su mayoría de mal gusto, que ha reemplazado la vieja tipología arquitectónica. En el sector central de la ciudad, la falta de planificación y de control por parte de las autoridades, generan con frecuencia el caos vehicular. Y en la periferia se levantan barriadas construidas en zonas de alto riesgo, muchas de las cuales no cuentan con los adecuados servicios públicos. Se ha afectado el medio ambiente, las fuentes hídricas y la misma convivencia ciudadana debido a la contaminación visual y auditiva.

Ante este estado de cosas, la inacción de las administraciones municipales de los últimos nueve años ha sido evidente.

 Museo Antón García de Bonilla 2012
Foto de Ocaña Hoy

Al cumplirse 442 años de fundación, no es muy bueno el balance que podemos presentar y muchas son las preguntas e inquietudes de la comunidad frente al futuro social, económico, político y cultural. Es imperativa una acción pronta desde la sociedad civil para lograr conjurar los graves males que afronta el municipio de Ocaña, entre ellos la pérdida paulatina de su identidad y de sentido de pertenencia entre sus propios habitantes.

La Academia de Historia hace un llamado angustioso a todo el pueblo ocañero para que se una en torno a la búsqueda de soluciones concretas y reclame de la dirigencia política, del gobierno central, departamental y municipal, más acción y más resultados.

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