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sábado, 18 de junio de 2011

TEXTOS HISTÓRICOS

DATOS PARA LA HISTORIA ECONÓMICA DE OCAÑA

Otro texto más que reviste importancia en el estudio de nuestra economía regional, tomado de la obra LA PERLA DE AMÉRICA, del Padre Julián, que reproduce la Biblioteca virtual del Banco de la República:


La perla de América, provincia de Santa Marta: reconocida, observada y expuesta en discursos históricos > Discurso último Del modo de establecerse en la provincia de Santa Marta una compañía no exclusiva, para ventajas grandes del reciproco comercio de España con el Nuevo Reino de Granada

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/perla/perla51.htm

DISCURSO ULTIMO.
Del modo de establecerse en la provincia de Santa Marta una compañía no exclusiva, para ventajas grandes del reciproco comercio de España con el Nuevo Reino de Granada

§ I.
Quiero dar tal cual complemento, y la última mano á esta obrita, con el presente dIscurso que formo, no para dar reglas de comercio, que no es esa mi profesion, y sobran en España libros excelentes que las expliquen, y talentos superiores que en la teórica y práctica las entiendan mejor que yo. Vengo solo, como práctico de aquellos paises, á dar luz del modo con que una compañía de comercio pudiera establecerse en la provincia de Santa Marta, con utilidad considerable de los comerciantes del Nuevo Reino y de la monarquía, y al mismo tiempo, como con el dedo, mostrar los ramos de comercio, que establecida la compañía pudiera sacar de aquella provincia, y de las demás del reino, y por qué vias y conductos. Pudiera componer otro libro de esta materia, pero me ha crecido tanto el volúmen que no puedo hacer mas en este que insinuar lo preciso para la comun utilidad. Todo lo digo en breve.

El modo es, poniendo factores de la compañía en tres partes ó ciudades de la provincia, desde las cuales pudieran ellos separados recoger los productos de ella, frutos y riquezas de otras. El primero en el rio de la Hacha, ó en la ciudad del valle de Upar, que para el efecto venia á ser lo mismo, y es país mas fresco. A este tocaba (entiendo siempre, y en todo, por via legítima, y sin daño ni opresion de pobres) recoger y abarcar los cacaos, los tabacos, los azúcares y panelas, las perlas y el nácar, ó madre perla, antes que pararan en manos de extranjeros: el palo del Brasil, del valle de Upar, y otros valles inmediatos: los cueros de tantas reses que se matan, y se mataran entonces mas, y por fin, los oros que vienen de la Sierra Nevada, y se dejan ver, y se manejan en aquellas poblaciones con alguna cautela. Y si se diera forma de penetrar en aquellas Sierras hasta el cerro de Tairona, la plata y piedras preciosas, cuyas minas es constante estaban antiguamente, y deben de estar desde aquellos primeros tiempos intactas, porque hasta ahora ninguno ha llegado á ellas. A mas de eso, pudieran solicitar los algodones, las hamacas hermosísimas labradas de los Guagiros, los bálsamos, gomas, aceites de palo, que se pierden en aquellos montes ; pero sobre todo los bálsamos, bien que son preciosos, y son los que se llaman del Perú, ó de tolú, quisiera que el factor del rio de la Hacha pusiera la mira y empeño en recoger unos sacos ó zurrones de las hojas del hayo para mandarlas á España, y hacer probar el gusto y virtudes de esta yerba á los Españoles, para que experimentados sus efectos saludables y ciertos, que llevo insinuados en el discurso VI de la primera parte, se introdujera el uso de esta yerba en nuestros reinos, con universal provecho en la salud, y habituales achaques de muchas personas, que con los tés y cafés extranjeros gimen en el triste lecho de sus crónicas enfermedades. Y si, probada la virtud de esta yerba, se abrazara el uso de ella en España, pudiera entonces el factor del rio de la Hacha fomentar y promover en aquellos valles dei Molino y Villanueva las sementeras y cultivo, y habia un ramo mas de comercio nacional con ventajas de muchas personas en la salud, con nuevo confortativo del natural vigor en los artesanos, para trabajar sin sentir debilidad ni hambre, y con otras comodidades universales del reino, entre las cuales no fuera la menor la retencion de tanta plata, que con su café y té se llevan los extranjeros. ¡Qué ramo de comercio tan ventajoso se ha hecho el mate ó yerba del Paraguay en todo el Chile, Quito y Perú! ¿Qué plata no ha entrado en el Paraguay por esta yerba? ¿Pues cuán interesante y rico género de comercio fuera el de la yerba del hayo, siendo esta de virtudes tanto mas excelentes para conservar la salud, y tan específica para dar sustento, vigor y fuerzas á quien se afana constante en su tarea y corporal trabajo? Basta. En todos estos ramos de comercio pudiera entender el factor del rio de la Hacha, y en otros que el tiempo y climas enseñaran.

§ II.
El otro factor debia fijarse en la ciudad de Tamalameque, la cual está casi á la mitad del rio grande Magdalena, sobre, ó mas arriba de la gran villa de comercio Mompox, á una jornada, bajando por el rio. Allí recibia los géneros de Ocaña, algodones, azúcares y panela, con otros que la práctica le mostrara: de allí, dándose maña, y pasando á la otra banda del rio Magdalena, se metia por las tierras y minas de oro de Simití, Guamacó, y provincia de los Remedios, y recogia los oros que vienen de allá, y he visto yo. Y á mas de estos oros, con alguna correspondencia que estableciera con la docilisima y honrada gente de la provincia de Antioquia, riquisima de corrientes minas de oro en polvo, y puntas, en las que se hallan tambien diamantes, como dice el señor Piedraita con otros, hacia venir por el rio Nare, ó el Cauca, que entran en el Magdalena, los oros; oros que he visto yo tambien junto á Tamalameque, y suelen por fin parar en manos de extranjeros por las ocultas de los contrabandistas. A mas de eso podia abarcar los cacaos de las orillas del Magdalena, del rio de la Miel, y del Simañas, y otros. Y aunque, respecto del terreno, y dilatadas már¬genes del Magdalena, son pocas las haciendas de cacao, viendo las gentes el próximo despacho, y fácil salida que tenia entonces este grano, se acaloraban en fundar cacauales; y fuera entonces un nuevo Potosí el rio de la Magdalena, y una inmensa delicia sus márgenes desmontadas, y pobladas de los utilísimos árboles del cacao. ¡Cuánto sirviera de fomento para el cacao en él solo rio Magdalena la insinuada compañía! Y es menester aquí refrescar la memoria de que el cacao del Magdalena es superior al de Caracas, y tan excelente, que se manda por regalo particular á España, y hasta dentro la misma córte echaba el olor de suavidad en algun tiempo, porque se mandaba como grano exquisito á su majestad católica. A más del cacao de la Magdalena, y de los otros que en él desaguan, podia en ocho ó diez dias de viaje hacer venir los cacaos de Cucuta, de Salazar de las Palmas, Cacota, y vecinos lugares hasta Ocaña, á una jornada y media de Tamalameque; pues si hasta Popayan y Quito se llevan con viaje de un mes, y mas todavía, ¿con cuánto mas gusto lo llevara aquella gente á Ocaña? Y este es el cacao que va á España con el nombre de Caracas, por ser de la misma bondad y calidad.
Con los oros del Chocó, de las minas del Chaparral, del Venadillo, y de los llanos de Neiba, por la villa de Honda, y rio de la Magdalena, podian bajar á Tamalameque los marcos de plata virgen de Mariquita, que está á cuatro leguas del rio Magdalena, y los de las vetas de Pamplona por la via de Ocaña en ocho dias, y las esmeraldas de Muzo, los rubíes, topacios, ametistos, y otras piedras preciosas por el rio Opon, que desemboca en el Magdalena, ó tambien por la via de Santa Fe. ¿Y qué diré de los millares de arrobas de tabaco que fácilmente podian entrar en la factoría de Tamalameque? Dejando aparte todo el que se consuma en las varias haciendas y poblaciones del Magdalena, todo el sobrante pudiera venir á manos del factor. ¿Y cuánto sobrara entonces, teniendo la gente certidumbre del despacho en Tamalameque? Los que ahora están dormidos en el letargo de la ociosidad, mano sobre mano, se avivaran y animaran á plantar tabacales, y hubiera tabaco para cargar naves enteras. Con estos dos géneros que se fomentaran de cacao y tabaco, solamente en las márgenes del Magda¬lena, prescindiendo de los trapiches de la caña dulce, y del innumerable ganado, y multitud de caballos que pastean los amenos prados fecundados de sus corrientes, y de las arenas de oro que arrastra, me atrevo á decir que fuera el Magdalena el rio mas precioso y rico del universo, y la compañía de que hablamos la mas acaudalada y feliz de cuantas sulcan los mares, atendida la brevedad en la navegacion, la abundancia de los géneros tan esti¬mados, y la facilidad de adquirirlos y transportarlos á España. Mas no solo los tabacos de las orillas del Magda¬lena pudieran venir á la factoría de Tamalameque, sino tambien los de la ciudad de San Juan, Giron, de la villa de San Gil, y de la villa de San Cristóbal, tabacos los mas suaves, preciosos y estimados de todo el reino. Mas arriba de Tamalameque desembocan en el Magdalena dos rios grandes llamados Cañaverales y Sogamoso, provenientes de la jurisdiccion de Giron, y por ellos pudieran con facilidad venir los dichos tabacos, con otros géneros que por la brevedad omito. Pero en bien de mi. amada provincia de Velez, y ventaja mayor de nuestra ideada compañía, no puedo pasar en silencio el ramo considerabilísimo de comercio que de la provincia de Velez fecundísima podia adquirir el factor de la compañía en Tamalameque. Es la provincia de Velez como la madre de las mieles y azúcares del reino de Granada: en esta se abrió el camino que llaman de Opon, en tiempo del excelentísimo señor virrey don José Pizarro, para llevar con brevedad las harinas del reino á Cartagena, y los azúcares tambien á las poblaciones del Magdalena, si los de Velez quisieran. Este camino, en muchos años ya casi desamparado por intraficable, lo rehizo y mandó poner corriente el excelentísimo señor virrey frey don Pedro Mesía de la Cerda; y para impedir la introduccion de harinas extranjeras en Cartagena, y en toda la costa, tomó la empresa con tanto empeño, que ofreciéndose la guerra con el Inglés, y el sitio de la Habana, temiéndose invasion tambien en Cartagena, quiso su excelencia mismo bajar á esta, como buen general, para dar sus providencias, y estar á la defensa. Podia su excelencia bajar por el camino comun y trillado, pero no; para dar mas calor á la compostura del camino, y animar con su ejemplo á los demás á trillarlo, quiso tomar el rumbo por el nuevo camino. Fué con sus capitanes fidelísimos Acates ambos el señor don Felix de Sala, y el señor don Pedro de Escovedo, y con su asesor el señor don Manuel Romero, en cuya ciencia, integridad y prudencia, tenia y podia tener su excelencia toda su confianza, y con la familia precisamente necesaria. Entró por Velez, pasó, reconoció el nuevo camino con bastantes molestias y trabajo, salió al rio y puerto de Opon, y por él volvió; y desde entonces quedó el camino mas corriente y traficable que nunca. En la conduccion de harinas habia sus dificultades, por la calidad del género, que fácilmente con los intensos calores de temple cálido se gastan: mas en la conduccion de los panes de azúcar no cabia esa dificultad ni peligro, y así podian hasta Tamalameque, por el rio Opon, que entra luego en el Magdalena, conducirse en gran copia las arrobas de azúcar que se labran en toda la provincia de Velez, y aun en otras. Y con este azúcar admirable de Velez, y con el de la jurisdiccion de Ocaña, quedaba bien surtida de este precioso género la compañía. Me he dilatado mas de lo que pensaba en la abertura del nuevo ca¬mino para abrir tambien nuevos caminos, y dar mas individuales luces á los factores para fomentar y acrecentar el comercio en este y otros géneros con ventajas de la compañía, y de lo interior del reino. Vamos al otro factor.

§ III.
El factor principal, segun me parece, debia residir en Santa Marta, ya para recibir inmediatamente los efectos é instrucciones de España, ya para mandarlas á los otros dos, y tambien para cuidar del transporte de los géneros americanos á los reinos de España. A este debia el factor de Tamalameque mandar por el rio Magdalena los ramos de comercio que por allá recogia; y tambien el factor del rio de la Hacha pudiera mandar los respectivos por la costa, en una balandra, con navegacion, en buen tiempo, de dos dias, si no se tuviera por mas conveniente que pasara la nave de España á cargarlos en el rio de la Hacha (aunque es costa bravísima, y allí no hay absolutamente puerto inmediato á la ciudad) y sino á Bahía Honda, no muy distante del rio de la Hacha, váyase por mar ó por tierra toda llana, tierra de los Indios Guagiros. Este factor de Santa Marta, á mas de dar las justas y acertadas providencias en aquella provincia con los compañeros, y cautelar no se hicieran vejaciones ni extorsiones á los hacendados, comerciantes, y pobre gente del reino, y que no exasperaran á los pueblos, antes bien procuraran hacer bien á todos, y conciliarse la benevolencia de todos, podia entender en proveer el almacen general que debia haber en Santa Marta, de otros géneros en aquella ciudad fáciles ó posibles. Allí podia hacer cortar palo del Brasil, que está inmediato á la misma ciudad, y otros leños preciosos de aquellos montes, que están en los contornos de ella, y no son muy elevados. Debia estar atento al tiempo de la pesca de las tortugas de procurar la concha fina, llamada allá carey, antes que cargaran con ella los extranjeros. Podia recoger los cueros que por allá se pierden, los algodones, y aun cacao del bajo rio Grande, desde la Barranca y dique que va hácia Cartagena y de los cacauales que debieran fomentarse entre Santa Marta y rio de la Hacha, donde á poca distancia de Santa Marta los he visto yo silvestres, y sin cultivo alguno. Y si quisiera ser útilmente curioso indagador de los frutos de la provincia, podia mandar reconocer los espesos montes de bejucos que están sobre las sienegas llamadas de Santa Marta, á seis leguas de distancia, y segun todas las señas (bien que yo no la he visto) hallaria en gran copia la mejor vainilla de bejuquillo, como efectivamente se encuentra, y con abundancia, en los bejucales de los contornos de Maracaibo y su laguna, donde reina el mismo clima que en Santa Marta. Y quizás en los muchos tunales que hay al rededor de la ciudad de Santa Marta, singularmente hácia el pueblo de Gaira, hallarla la cochinilla tan famosa y apreciada, y sino de la provincia de Tunja podia venir por el rio Opon al Magdalena. Ni tenia que fiarse de que en el país no se trata de buscarla; porque yo he pasado por tunales de los cuales hacia coger la cochinilla por curiosidad, y los del país no se cuidaban, ni quizás sabian que tal hubiera. Por fin los informes de los prácticos del país, la observacion de terrenos, y algun giro ó breve excursion que hiciera hácia las sierras de donde recibieron tantos cañoncitos llenos de oro, y otras primicias de los tesoros, los primeros conquistadores, como dijimos en el discurso VIII de la primera parte, le darian al factor de Santa Marta (y respectivamente á los otros) nuevas y mayores luces para proveerse de géneros y cosas raras y curiosas, que en España fueran muy apreciadas. Dejo á parte las curiosidades de diversas yerbas y frutos medicinales, como la casia, el salsafras, la quina, los tamarindos abundantes en las márgenes del Magdalena, de animalitos raros, de loros, periquitos, guacamayas, toches, turpiales, dios te dé, majuelos, azulitos, pájaros todos hermosos; monos de varias especies, tigres, pericos ligeros, armadillos, guardatinajas, y otros tantos, que como los tafetanes, alfileres y cintas, sirven para el surtimiento de un empleo, así estas galanterías de la América sirvieran para surtir las naves de la compañía. No está Magdalena para tafetanes, suelen decir; pero nuestro rio Magdalena en sus orillas y vecinos montes está para surtir en abundancia de semejantes curiosidades, que por lo menos tuvieran á las damas de España en expectacion del arribo de las naves de Santa Marta.
Otros dos géneros se me han venido por la fantasía á la mente, y porque no sé si tuvieran aprecio y salida en España, queria omitir absolutamente; pero nada se pierde en decirlo prodesse potest, obesse non potest. Los In¬gleses no se alegrarán mucho que se toque este punto, que es una de las teclas principales que suena en sus órganos. Mas oigamos un poco como suena. Y los inteligentes en este órgano del comercio, que tiene muchas y delicadas teclas, darán su voto. ¿Por qué tanto pescado llamado bonito, y es el salmon, que la inagotable providencia del Señor manda, sin cesar, todos los dias al puerto de Santa Marta, no ha de ser comunicable á otros paises nuestros? Si cuanto abunda el bacalao en Terra Nova, y las toninas ó atunes en otras partes, abunda de bonitos el puerto de Santa Marta, en solo su corto, quieto y pacífico recinto de una legua, ¿por qué se ha de despreciar este, y el otro con tan largas navegaciones y trabajos se ha de ir á buscar para venir en toneladas del norte á España? No sé si acertaré á darme á entender cuanto deseo. El bonito de Santa Marta, como ya dije en el discurso del puerto, es inagotable; cuanto mas se pesca todos los dias, tanto mas entra en el puerto para el dia siguiente. Es pescado riquísimo, se come fresco en Santa Marta, y en escabeche se conserva en sus toneles ó barriles como la tonina, y los otros pescados que para la cuaresma suelen los extranjeros traer á España, para los que la observan como buenos católicos. Hasta nuestros ayunos convierten ellos en propia substancia: y sucede, aunque no segun la mente del santo, lo que dijo san Leon: Fiat refectio pauperis abstinentia jejunantis. ¿Pues por qué esta compañía, á lo menos para prueba, no pudiera transportar á los barriles de este salmon? Si es deseado y tan estimado en la córte del señor virrey de Santa Fe, y es verdaderamente bocado regalado para las personas de buen gusto, ¿por qué no lo habia de ser en España para los que tienen delicado paladar? Las personas nobles y virreyes, y obispos, y gobernadores, que de España pasan á la América, ni pierden en ella el buen paladar, ni dejan de volverse á España con el mismo que trajeron; pues si en América les agrada tanto el salmon en escabeche, creo que á ellos y á todos los de los reinos de España agradara tambien si lo tuvieran á mano, y entre dos platos, corno dicen. Yo no digo que pudiera abastecerse de ello toda España, mas por lo menos algunos millares de barriles al cabo del año pudieran transportarse, y todo eso mas quedaba en casa, sin molestar tanto á los del norte para adquirir sus materias saladas y picantes. En probarlo nada se perdiera.

§ IV.
Otra tecla hay que tocar aun, y esta concuerda con la del bacalao. En el rio Magdalena, abundantísimo de toda suerte de peces fluviales, hay una especie de pescado llamado bagre, y se beneficia y sirve tal cual el bacalao. Hay bagre blanco, que es el mejor, y bagre negro; uno y otro fresco es gustosísimo, y van por el rio los navegantes y los Indios bogas, solícitos para coger alguno que sirva á todos de cena. Es grande, y de buenas rodelas, ni se ve casi bagre chiquito. Como no pueden gozarlo fresco las ciudades y pueblos distantes del Magdalena, cuidan los habitantes de sus orillas, porque les trae cuenta, de pescarlo á ciertos tiempos del año: lo secan, y lo benefician de manera que queda tal cual un bacalao, y lo llaman panche. Bien guisado es sabroso, y en órden á la salud, si no es mejor, creo no será peor que el bacalao, y sin duda beneficiado con mas industria y cuidado fuera sin comparacion mejor. ¿Pues no pudiera el factor de la compañía residente en Tamalameque probar de mandarlo á España á ver como se recibia y agradaba á la gente, y si tenia salida, hacer mas copiosa provision, y mandar siempre mas hasta desterrar todos los abadejos forasteros, mas secos y salados que el panche? Con los bagres podian ir los cachamas, pescado delicadísimo, y sobre otros estimado, grande y gordo como el bagre, y que en vez de espinas tiene costillas como de corderito, y de tan buen gusto, que aposta todos los años, un cierto sugeto lo hacia traer de regalo para las mesas mas principales y opíparas de Santa Fe. El factor de Tamalameque, como que estaba sobre las orillas del Magdalena, y á la mitad de su curso, podia hacer la prueba de estas y semejantes cosas particulares de los rios, y de aquellas tierras, y por lo menos se iluminaba mas la nacion, y unas cosas dan luz para hallar otras, y facile est invenis addere. Con el mismo fin podia tambien este factor solicitar las canelas, ya del Socorro, ya de los Andaquíes que están hácia las cabeceras del rio, ya de la provincia de Antioquia, per los rios Nare y Cauca, que entran en el Magdalena, pues en esas provincias hay en abundancia, y pudieran en España hombres peritos é industriosos, que no faltan, dar á la canela el beneficio que por la ignorancia ó desidia de aquellas gentes no se le da en aquellos paises. Y hay quien dice que el no tener la canela del Nuevo Reino la suavidad de la asiática, proviene solamente de que no se coge del árbol lo que se debiera, ni á la sazon y tiempo en que los de Ceilan la recogen. Por lo demás, es canela tan legítima como la de Ceilan ; y es natural que estando Ceilan y las dichas provincias del Nuevo Reino á los mismos grados de latititd, y bajo el mismo clima, produzca naturaleza los mismos géneros, y en una y otra parte sean de la misma virtud y calidades. Todo eso pudiera explorar á beneficio de la monarquía la proyectada compañía. Añado mas, que entre los Indios sobredichos Andaquíes, no solo hay canela del árbol así llamado; sino una flor que parece, huele y tiene el sabor mismo de canela, y no es de aquel árbol, sino de otro cierto palo que bota fuera esas flores como sombreritos, y las llaman espigos, y sé quien acá aun conserva una de esas por memoria, y temo no vaya á parar en algun museo ó galería principesca. ¿Pues es posible que todas estas y muchas mas maravillas fructuosas esten escondidas á la nacion, y se malogren en los desiertos montes? Acabo con otra especie, dejando otras, porque si no no se acabara esta compañía. En la mencionada provincia de Antioquia se descubrió no hace muchos años cierta frutilla casi comun y ordinaria en aquel país, y oigo que la hay en otras provincias del Nuevo Reino, y quizás se hallará en los climas mas cálidos de España. La llaman en Antioquia guardamenta, guaba, y mas frecuentemente frutilla de paloma, por¬que la comen las tórtolas y palomas. Esta frutilla es redondita, y puesta á hervir en una caldera, echa de sí una materia jugosa, que se va condensando en la superficie, como la espuma en la olla, como el caldo de la caña en los fondos en que se hace la miel, y como la misma cera de Europa cuando se meten al fuego los dulces panales de la abeja madre. Del caldo, pues, ó jugo de tal frutilla, extracto y condensado, se hacen los marquitos de cera, y déspués las velas tales cuales las de la cera europea, y dan bella y clarísima luz, solo que son mas quebradizas que nuestras velas, porque se quiebran como si fueran de cristal. El excelentísimo señor bailío, y virrey de Santa Fe, el señor Cerda, con el celo que lo animaba á promover todo lo útil al reino y á la monarquía, hizo venir en velas ya labradas esa cera nueva de Antioquia, y por su bondad y dignacion me regaló un mazo de ellas para que en su nombre las consagrara, como primicias de aquella especie combustiva é iluminante, á la Madre y Reina Inmaculada, María Santísima, haciéndolas arder ante su santa imágen. Si la fábrica de esa cera pudiera promoverse á impulso é industria de esta compañía, hubiera un renglon mas de comercio, y nueva especie de lucidas antorchas, que cuando no sirvieran á los divinos altares y sacrificios, suplieran en humanos obsequios sobre domésticos candeleros los espermas de ballena y otros varios sebos. Y ya que vinieron á pegárseme á la pluma, sin pensar, estos sebos, quiero dar luz á la compañía de otro renglon. En la ciudad de Ocaña, inmediata á Tamalameque, se labran ciertas velas de sebo, que en mi vida hubiera imaginado, ni he visto en otra parte. Son velas grandes, blancas, hermosísimas, pero sin pábilo ó pábulo de algodon, ni hilo de especie al¬guna. Arden lindamente , y dan clarísima luz, pero su pábulo, en vez de algodon, es de un junquito muy fino y delicado, y blanco de por sí; no es fastidiosa su luz, ni se va en mocos como las otras velas, solo que es menester despabilar mas frecuentemente que en las velas de otro pábilo; pero en lo demás, no he visto ni usado jamás velas de sebo que dieran mas clara y bella luz que estas de Ocaña. No es este ramo de interés para el comercio; mas para dar luz algo podrá servir. Y con esto acabo el asunto de factores, ramos de comercio, vias y conductos diversos por donde pudieran estos adquirirse. La general utilidad de las factorías y compañías no exclusivas, la evidencian los rasgos de mejor pluma y las luces de mas elevada comprensiva mente en los Discursos sobre la educacion popular de los artesanos y su fomento; y los gravísimos daños de las exclusivas nos los han manifestado sobrado las fatales consecuencias que hemos visto en nuestros tiempos, y los clamores y lamentos de las pobres gentes oprimidas de vejaciones injustas. Mas este no es el asunto de mis discursos. Lo que por remate del presente me falta es insinuar que gente de España pu¬diera animarse á establecer esta compañía de Santa Marta, del Magdalena ó del Nuevo Reino, llámese como se quisiere, para fomentar con el cultivo de las tiernas, el reciproco comercio de aquellas provincias y las de España.

§ V.
Acuérdome que casi medio siglo hace ya, deseaba y clamaba con su apostólico celo y evangélica sencillez el Gumilla, que viniera al Nuevo Reino de Granada, para su fomento, gente y familias, ó de las Canarias, ó de los reinos de Galicia, ó del principado de Cataluña: porque, decia, es lástima que siendo todo el Nuevo Reino un Dorado, y tan rico que él solo puede dar de sí mas riquezas y tesoros que los otros dos juntos, no haya gente que extraiga de sus entrañas los metales, trabajando en las minas, las piedras preciosas, rompiendo sus canteras, y tantos y tan apreciables frutos, cultivando sus tierras, capaces, debajo de diversos climas, de rendir los frutos correspondientes á todos. Yo no me meto en señalar gentes, porque no es de mi inspeccion, y es cosa odiosa por otra parte: gracias al Señor que nunca ha predominado en mí el espíritu de partido. Para mi omnes terra, nulla terra. Con todo, quiero, para el bien público, referir lo pasado, y dejar á la mas alta providencia las disposiciones en lo futuro.
Cuando yo pasé al Nuevo Reino á fines del año 49 del corriente, no solo se trató con calor, juntamente con la conquista de los Indios Guagiros, de establecerse en Barcelona una compañía, sino que se dió por formada y corriente, y se llamaba la cornpañia de catalanes de Santa Marta. El establecimiento se daba ya por tan cierto y seguro en Cadiz, y en toda España, que nosotros los misioneros, llamados tambien de Santa Marta, que tuvimos el honor de partir de Cadiz con el excelentísimo señor virrey de Santa Fe Pizarro, que venia de Madrid con esta noticia, y el señor don Ignacio de Sala, gobernador de Cartagena, creimos que tras de nosotros venia dentro pocos meses ya alguna nave de la nombrada compañía. Como me tocó la suerte á mí de ir á la provincia de Santa Marta, di á aquellas gentes la noticia, que fué para todos plausibilísima; y llenos de gozo, daban gracias al Señor de que viniera alguno á fomentar su olvidada provincia. En esperanzas se pasó el tiempo, y no pareció barco ni compañía. Súpose después, que, no sé por cual adverso accidente, se habia desvanecido toda la máquina, y que mis paisanos se habian ido en compañía formada á lejas tierras y á Buenos Aires á buscar cueros, y á tal cual isla á proveerse de azúcares, tabacos, y alguna otra especie, que viene á ser como desperdicios del Nuevo Reino, y de la provincia de Santa Marta. Si les va bien, y les trae mas cuenta tal navegacion y comercio, ellos lo sabrán. Mas sea de eso lo que fuere, digo, y lo digo francamente, para luz de cualquiera gente y provincia de España, que ninguna compañía de cuantas hay presentemente, y ha habido en otros tiempos en la monarquía, fuera mas rica ni mas constantemente proveida de los ramos de comercio mas apreciables, que la del Nuevo Reino establecida en Santa Marta. Solo el rio Magdalena es capaz de dar tanto caudal de plata cuanto lleva de agua. Puede ser un rio perenne de riquezas, y una mina inagotable de plata para el comercio. Dice solidísímamente el ilustrísimo señor conde de Campomanes, que las minas mas ricas, seguras é inagotables, son los terrenos bien cultivados. Bien sembradas y cultivadas las orillas del Magdalena, á lo menos pon trescientas leguas de su curso, y de una y otra banda, son capaces de enriquecer reinos enteros, abasteciendo compañías diversas. Añádase á esto el oro, la plata de las provincias que baña el mismo Magdalena, y de otras muchas que le mandan tantos rios, la facilidad de adquirir por sus corrientes las piedras preciosas, los azúcares, cacaos, y otros ya mencionados géneros de lo interior del reino. Los cueros innumerables que por él pudieran bajar de los llanos de Neiva, y del Llano Grande, y de Ibagué con todos los demás ramos de comercio, que hemos mostrado de la provincia de Santa Marta en la primera parte, y váyase calculando si los intereses ó géneros que otras compañías transportan de la América á los reinos de Es¬paña, son tantos y tan preciosos como los que la compañía de Santa Marta pudiera fácilmente recoger y sacar de la misma provincia del rio Magdalena, que á ella pertenece por mas de setenta leguas, y del Nuevo Reino, cuyas riquezas inmensas, escondidas ó suprimidas en el silencio y ociosidad, no han merecido hasta ahora una compañía de los reinos de España, que se fije constan¬temente en una de sus provincias, para disfrutarlas, y participarlas todas á la monarquía. Si tuviera, como desea, la provincia de Santa Marta la suerte de ser escogida entre otras muchas, para asiento de una noble solícita compañía, y de lograr el cultivo y fomento de industriosas manos, entonces, como el valor de la perla se descubre abierta la concha, se manifestara la belleza, las riquezas y tesoros de la provincia, y pareciera á todas luces hermosa, y digna de que hallada tan preciosa perla, dieran los comerciantes de España por ella cuanto pudieran para adquirirla, y tuvieran por bien empleados y recompensados con indecibles ventajas los afanes en bus¬carla, y solicitud para hallarla, y gozar de ella.
Hasta aquí llegaron mis discursos dirigidos á descubrir esta perla, y provincia de las perlas. Me impelió á ella el haber visto que la desfrutan los extranjeros, y los Españoles comerciantes la tienen en olvido. El amor que cobré á aquella gente tan buena, dócil, y afable con los forasteros, el deseo de la reducion de aquellas tres bárbaras naciones que la infestan, la solicitud muy natural y debida por el bien de la monarquía, y por el fomento del comercio nacional, me dieron el último impulso para descubrir las riquezas, fecundidad y amenidades de una provincia que no piensa se acuerde de ella quien tan á los ojos agradecido la tiene para favorecerla. Aquel Señor que suele llevar las flores de los buenos deseos al colmo de sazonados frutos, prospere los que yo tengo de fomentarla, y librarla de sus bárbaros enemigos, que todavía la oprimen. Lo que no pude lograr estando en ella, y en el Nuevo Reino, puede ser que siendo esta obrita del agrado de mi soberano y gusto de la nacion, lo consiga con estos cortos rasgos que dejo á la posteridad á mayor gloria del Señor, y obsequio á mi monarca, que el Señor dilatados años conserve, para su honor y bien de la monarquía.

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