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sábado, 21 de septiembre de 2013

NOTAS PARA LA HISTORIA DE RIO DE ORO (CESAR)




 Por Luis Eduardo Páez García
Academia de Historia de Ocaña

Se tiene como fecha tradicional del poblamiento de Río de Oro, el 1° de agosto de 1658, año que corresponde a la firma de la escritura de donación del óleo de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Brotaré, hecha a Fray Juan Guiral, prior de los agustinos, ante el Notario de Ocaña. El precioso lienzo era de propiedad de Don Lope Ravelo de Maris, quien la había heredado de su padre, Don Lope Ravelo de Trujillo. Los documentos históricos hablan de un enconado pleito, con relación al lienzo, que al fin se dirime con la propiedad del mismo por parte de los agustinos. 

1764. Ocaña – Río de Oro. AGN Mapoteca
(Nombres puestos por nosotros en negrilla)

Río de Oro hizo parte de la Provincia de Ocaña y de Mompós, y de los departamentos de Cúcuta y Santander, y en 1905 integró la Provincia del Sur del departamento del Magdalena, con Aguachica, Tamalameque, Loma de González, La Gloria, Guamal, Santana y Chimichagua. En 1913, adquiere categoría de municipio del Magdalena, mediante Ordenanza 10 del 8 de abril de 1913.
Para entender el poblamiento de Río de Oro, es necesario partir de la instalación de los agustinos en la ciudad de Ocaña, pues es a partir de aquí que comienzan a aparecer datos sobre el proceso de poblamiento de aquella ciudad del sur del departamento del Cesar.
Como aporte para los investigadores del hermano municipio, recogemos aquí algunas de las versiones existentes sobre el poblamiento, llamando la atención sobre los valiosos aporte de la historiografía agustiniana que, hasta la fecha, no se han tenido en cuenta debidamente para esclarecer la historia riodorense.

LOS REGISTROS ICONOGRÁFICOS
En cuanto a la iconografía histórica de Río de Oro, los más antiguos registros que encontramos corresponden a la mapoteca del Archivo General de la Nación, que muestran las poblaciones existentes en 1764 y los caminos reales que conducían de y hacia Ocaña, siendo Río de Oro apenas un sitio de paso de las caravanas que transitaban la zona. “…que se ha hecho allí una población no pequeña…”, señala el Alférez Nicolás de la Rosa en la obra Floresta de Santa Marta, cuyos textos se terminaron de escribir en 1739.

El pintor ocañero Eusebio Posada Rincón, plasmó en dos acuarelas que se encuentran en el Álbum de mis recuerdos, parte del centro de la ciudad y la reconstrucción de la iglesia parroquial en 1887. 

Río de Oro. Acuarela de Eusebio Posada Rincón 1887
Álbum de mis recuerdos. Museo Antón García de Bonilla, Ocaña

Río de Oro. Acuarela de Eusebio Posada Rincón 1887
Álbum de mis recuerdos. Museo Antón García de Bonilla, Ocaña

En estos documentos gráficos se observan las construcciones de paja y teja española que había en aquel tiempo y la estructura general de la población, donde apreciamos también la vestimenta usada por los habitantes y la banda de músicos que acompañó la restauración (¿) de la iglesia en ese año.
Fotografías del lienzo de Nuestra Señora de Chiquinquirá, que corresponden a la década de 1930, muestran el estado de deterioro que presentaba en aquel entonces.

INFORMACIÓN SOBRE OTRAS VERSIONES:
Nuestro amigo, el escritor riodorense Miguel Ángel Picón Sánchez, al mencionar a quien esto escribe algunas inquietudes sobre las versiones existentes sobre el poblamiento de Río de Oro, nos hizo llegar también algunas de ellas, así:

En la monografía del departamento del césar del Instituto Geográfico “Agustín Codazzi” nos dice: “Siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos, la posterior fundación en el departamento del cesar fue la que hoy se conoce con el nombre de Río de Oro. Un grupo de españoles, entre ellos el Alférez Mayor Mateo Corzo, el capitán Juan de Gálvez caballero (2) y su hermana Catalina de Gálvez Caballero, fueron los primeros en llegar a estas tierras con la ilusión de encontrar oro. La belleza del paisaje, el ambiente climático y la fertilidad de los suelos les justificó para establecerse en las vegas del río de Oro…, donde bien pronto dieron comienzo a la organización y fundación de una localidad a la usanza de la época, en octubre de 1568”… y además afirma que los agustinos fueron solicitado por los españoles.

En el libro “Río de Oro, historia y leyenda” del escritor riodorense Luis Enrique Durán Arias, registra datos retomados de la monografía del departamento del césar del Instituto Geográfico “Agustín Codazzi”, pero descarta de manera rotunda la influencia Agustiniana en el origen del “sitio de Río de Oro” al afirmar: algunas versiones afirman que este fundación fue obra de los frailes Agustinos Calzados,…, pero estas aseveraciones carecen de fundamentos, toda vez que los frailes agustinos fueron solicitados por los mismos españoles…

 “Río de Oro, Cesar, surge del proceso de colonización emprendido por los españoles desde la ciudad de Pamplona, luego de la fundación de Ocaña en 1570, durante la apertura de una vía hacia el gran Río de la Magdalena.

Los soldados del fundador de Ocaña, convertidos en encomenderos, poblaron la región propiciando también la venida de colonos que abrieron sus fundos en la cordillera, y establecieron un camino entre estos y Ocaña, en el cual hubo un sitio al lado del río conocido como Río de Oro que fue precisamente en donde un 1º de agosto de 1658 se erigiera una ermita y un convento para acoger la milagrosa imagen de Nuestra Señora del Rosario, … , esta reliquia, copia de la del Rosario de Chiquinquirá, fue creada según entendidos peritos al parecer en el año 1530 y todavía se conserva y venera como hace 350 años. El desarrollo de la población fue rápido alrededor de la ermita y convento custodiado por los frailes Agustinos Calzados, receptores de tan preciosa joya” (3).

Hasta aquí, los datos recopilados por Picón Sánchez.

LO QUE NOS DICE ALEJO AMAYA SOBRE EL CONVENTO DE LOS AGUSTINOS EN OCAÑA:

El historiador Alejo Amaya, autor de la obra Los Genitores, noticias históricas de la ciudad de Ocaña (1915), señala que en el año de 1596 llegó a Ocaña en visita oficial, “el canónigo de la catedral de Santa Marta don Pedro Martínez Serrano, visitador del obispado por el Ilustrísimo señor don Sebastián de Ocando” (Los Genitores .p.76). Aprovechando el suceso, el Capitán de Infantería Juan Quintero Príncipe le solicitó al funcionario permiso para erigir una ermita en honor a San Sebastián. Aunque no se menciona más lo relativo a la ermita, hemos de suponer que ésta fue terminada en este mismo año.

Indica Amaya, que: “Muchos de los vecinos de Ocaña habían pensado desde 1630, siendo Alcaldes ordinarios don Juan Fernández Meco y don Juan Lucero, ofrecer a los reverendos padres Agustinos la ermita de San Sebastián para que ella estableciesen Convento, pero solo en el año de 1632 vino a cristalizar definitivamente la idea, dando por resultado que un número de vecinos y los señores del Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento, obtenido el permiso de don Fray Antonio de Corderiña, Obispo de Santa Marta, dirigiéranse al Prior  provincial fray Miguel de la Peña en su convento de Tunja, suplicándole que erigiera en la ciudad uno de los Agustinos, para lo cual le ofrecían la mencionada ermita de San Sebastián. En vista de la súplica, reunió el reverendo padre prior el capítulo privado a sus definidores y claustro y, oído su dictamen, contestó a los vecinos de Ocaña autorizando y a los reverendos padres fray Antonio de San Guillermo y fray Juan Adame de Montemayor, que estaban a la sazón en ella y que pertenecían a la misma orden, para que tomaran posesión de la ermita en nombre de la Comunidad, mientras venía el permiso del Rey para que quedase del todo establecido el Convento.

“Con gran regocijo se dirigió a principios de 1633 el padre San Guillermo al muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento, acompañándole la patente expedida en año anterior por el prior provincial del Nuevo Reino fray Miguel de la Peña y solicitando la entrega de la ermita; mas el Cabildo, que se bien anhelaba la fundación del Convento, quería al propio tiempo que las cosas se hicieran en forma, le contestó diciéndole que su petición acompañada de la patente debía dirigirse al Obispo con el auto que, sobre el particular dictarían los señores del Ilustre Ayuntamiento que lo eran entonces el Alférez Real don Andrés de Acevedo; don Pedro de Sotomayor; el Capitán Antón García de Bonilla; el Capitán Lope Rabelo de Marís; don Miguel Muñoz de Ortega; don pedro Barbosa de Marís don Lucas de la  Mota Villegas, y el escribano don Pedro de León Rojas.

“El 24 de mayo de 1634 llegó por fin el permiso concedido por el ilustrísimo señor Corderiña para que pudiera efectuarse la fundación, y el 2 de junio del mismo año, con asistencia de los señores del Cabildo. Justicia y Regimiento y gran concurso del pueblo, los reverendos padres San Guillermo y Adame de Montemayor, tomaron posesión de la ermita de San Sebastián que quedó desde ese día erigida en Convento de Agustinos. Fue su primer prior el reverendo padre fray Juan Adame, y durante más de un siglo, con ligeras interrupciones, mantúvose firme en poder de los hijos del Santo doctor Africano, el templo de la ciudad que aún lleva su nombre” (p.103-104).

LO QUE NOS DICEN LOS HISTORIADORES AGUSTINOS:
CONVENTO DE SAN SEBASTIÁN  DE OCAÑA 1633 (Tomo I. P. 391

En 1632 el Cabildo de Ocaña presenta una solicitud al Obispo de Santa Marta, Fray Antonio Corderina, para que se funde un convento de la orden agustiniana en la ciudad.

“Se despachó patente a los padres predicadores Fr. Antonio de San Guillermo y Fr. Juan Adame para que vayan a efectuar la dicha fundación”

“…en el Capítulo Provincial del siguiente año (1633) se nombró Prior al P. Antonio de San Guillermo, después de admitida como convento de la Provincia y obtenida la aprobación del Rmo. O. General”. (p. 392)

El Padre de San Guillermo recorrió, entonces la zona de minera de Antioquia (Zaragoza, Cáceres y Guamocó), buscando los recursos necesarios para la fundación. Esta región estaba bajo la jurisdicción de la orden agustiniana.

El Prior se encontró con graves dificultades para consolidar el convento, puesto que la ermita de San Sebastián que se les había encomendado estaba en ruinas. En 1659, la Congregación Intermedia, señala que: “Por cuanto habiendo visto N.M.R.P. Provincial la poca sustancia de nuestro convento de Ocaña y no tener ningunas rentas de qué poder sustentar los religiosos que le asisten, y de haber hallado el convento sin iglesia, porque la que estaba habíase caído y no tener ninguna vivienda y la que tienen es muy corta, muy mala y estárse lloviendo, determinó de consumir dicho nuestro convento y demolerlo, según lo dispuesto por nuestro Capítulo próximo pasado…” (p. 392)

En vista de esta situación, el Prior se dirigió al Cabildo manifestándole los hechos, y este se comprometió a colaborar, haciendo eco al clamor de las gentes: “ofrecieron para ayudar a la congrua de los religiosos y aumento de dicho convento una capilla y sitio que tiene en el Río de Oro, cerca de dicha ciudad, con una santa imagen de Borotaré y Chiquinquirá, muy milagrosa, con todos sus bienes de ornamentos y una Estancia de árboles frutales de cacao, de quinientos pies, y mil reses, poco más o menos, de ganado mayor y para lo referido se hizo escritura de donación al dicho nuestro convento por los patronos de dicha santa imagen, capilla y demás bienes, para que con esta devoción y servicio de la Santa Imagen, con asistencia de los religiosos, se puedan sustentar y reedificar dicho convento, cuya escritura de donación, como con efecto se hizo y se aceptó por ntro. Muy R.P. Provincial; la dicha capilla y santa imagen pareció estar pleito pendiente en la ciudad de Santafe, ante el Provisor y Vicario General, por apelación que se interpuso sobre el despojo que se hizo de dicha imagen del sito de Borotaré al de este sitio de Río de Oro, cuya razón y autos se remitió a dicha ciudad de Santafe, donde se siguió la causa”. (p. 392-393)

“Los recursos ofrecidos generosamente por los ocañeros apuntalaron el ruinoso edificio de nuestro convento, evitaron su clausura y se aportaron eficaces elementos para su restauración, la cual no se hizo esperar, pues en el mismo Capítulo en que se estudiaron las ofertas de los vecinos de Ocaña, se dispuso reelegir en Prior del citado convento al P. Mtro. Fr. Antonio Osorio de Quiñones, respecto de estar reedificando el convento y su iglesia´” (P. 393)

“A pesar de todo, desde esa fecha no se volvió a tropezar con tan graves dificultades en esta casa, porque las rentas obtenidas de la hacienda de Vitare, en las sabanas o llanuras de San Bernardo, y de las tierras del Río de Oro, con las demás fundaciones piadosas que poco a poco se iban estableciendo en nuestra iglesia, y las oblaciones de pie de altar, eran lo suficientes para atender a las necesidades ordinarias de los religiosos y aun para acudir a la mejora de los edificios. De la obra de estos nada hallamos en las actas capitulares o de visitas; solo sabemos que en 1691, siendo Prior el P. José Barandón, se hizo una fábrica de teja y ladrillo para la construcción de materiales destinados a la edificación de nuevas celdas, de que carecía el convento. Pero este relativo desahogo solo duró mientras la casa del Río de Oro no se constituyó en convento independiente, porque desde esa fecha volvieron a sentirse no pequeñas privaciones en ésta o luchando con miles de privaciones se rehízo la capilla mayor, en tiempos del P. Pumares, se mejoró el convento y se obtuvieron nuevos ornamentos y alhajas. También se agrandó la iglesia y se levantó de nueva planta el campanario en 1747, con materiales sólidos y duraderos” (P. 393-394)

El 30 de abril de 1819 se hizo la última visita al convento y se le encontró bastante deteriorado y pobre (P. 395)

Recordamos que ya en 1709 fue suprimido el convento de Ocaña, pero en 1714 se derogó la bula papal que lo ordenaba. Más tarde, en 1821, una Ley del Congreso de Cúcuta lo suprimió definitivamente.




EL CONVENTO DE RÍO DE ORO. 1659 (Tomo I. P. 397)

Cuando los religiosos se establecieron en este lugar “aún no existía el pueblo propiamente hablando, sino una pocas casas de paja, diseminadas por el extenso territorio que los vecinos de Ocaña cedieron al convento de San Agustín de aquella ciudad, junto con una pequeña capilla, donde se veneraba la célebre y milagrosa imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Brotaré (Borotare en lo antiguo), llamada así por el pueblo de indios que se gloriaba así de tener tan poderosa abogada. Su traslado al sitio que hoy ocupa, en la población del Río de Oro, fue contra la expresa voluntad de sus primeros poseedores quienes no pudiendo conformase con el despojo de que fueron objeto, acudieron en queja ante la autoridad competente, exigiendo la inmediata restitución de lo que ellos apreciaban más que todas las riquezas del mundo…” (P.397-398)


Las autoridades reconocieron la propiedad de la imagen  a los agustinos después de un largo pleito.

“En rededor del célebre y frecuentado santuario se fueron levantando numerosas casas y bien pronto se formó un pueblo, cuyos habitantes profesaban tierna devoción a la madre de Dios… Este caserío quedó enclavado en el centro mismo de las tierras cedidas por los ocañeros al convento de San Agustín, y los vecinos eran arrendatarios suyos” (P. 398)

“De esta célebre imagen habla Ocáriz y refiere algunos datos interesantes sobre su origen, al decir que ´hay una imagen milagrosa de la Virgen en el distrito de Ocaña, legua y media de ella, en el del Oro, con nombre de Nuestra Señora de Borotaré, por el pueblo de indios que lo tenían así nombrado. Adjudicóse a la religión de San Agustín para más asistencia y veneración; y dio esta santa reliquia al pueblo de indios, su encomendero el Capitán Lope Rabelo de Mariz´”. (Vol 1 p. 196& 13) (p. 398)

La construcción del convento de Río de Oro y de la iglesia, pasaron por muchos problemas debido a la falta de recursos económicos y a “la pésima administración de los bienes de la comunidad” (p. 402)

“Para alivio de males lo inquilinos de Río de Oro (ya hemos visto que lo eran todos los vecinos), se adueñaron de las hermosas huertas y tierras de labor que llevaba en arrendamiento, ya por venta, donación u otro contrato cualquiera hecho sin las condiciones legales, por los superiores del convento, en las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX, ya que por negligencia culpable de los procuradores en el cobro de los arrendamientos, y ya, finalmente, por prescripción legal de los poseedores. En este sentido llegó un tiempo en que tanto en este convento como en los demás todo andaba manga por hombro. Y no se crea que semejante desbarajuste era exclusivo de la corporación agustiniana, no; todas las demás, con excepción de la de los jesuitas, adolecían de los mismos o parecidos defectos” (P. 402)

AÑO DEL POBLAMIENTO OFICIAL: 1802

“A este respecto en el Capítulo de 1802 se dice: “Como los vecinos del sitio del Río del oro se hayan presentado a este Definitorio con un decreto del Sr. Provisor de la ciudad de Santa Marta, en que, a solicitud de los dichos, concede SS. Al R.P. Prior y Superior del dicho convento del Río del Oro, que hoy son y adelante fueren, todas las facultades de Ecónomos para que puedan administrar los santos sacramentos hasta del matrimonio inclusive, a aquellos vecinos que habitan las tierras pertenecientes al dicho convento, por la cual razón no les concede SS. Absoluta separación de la ciudad de Ocaña, ni títulos de nueva parroquia, y deseando dichos vecinos alcanzar dicha total separación y erección en parroquia, nos suplican en carta de primero de junio de este año, que por este Definitorio se les conceda aquel pedazo de tierra que abraza todo el sitio, y deseando este Definitorio cooperar, en cuanto está de su parte, a la salud de aquellas almas, dijo: que cedía a los mencionados vecinos aquel preciso y solo globo de tierra que ocupaba hoy el sitio (el perímetro del pueblo) para que puedan en él formar su parroquia, con las condiciones siguientes: la primera que hayan de hacer escritura de reconocimiento de aquel pedazo de tierra a favor del convento, pagando cada uno de los vecinos al año una pequeña contribución en señal de reconocimiento, la que hallaren por conveniente los mismos vecinos, en atención a su pobreza. La segunda que hayan también de hacer escritura obligándose a que siempre que hayan de tener otro cura, que no sea religioso agustino, le han de edificar iglesia y casa por separado, a sus expensas, sin inquietar ni molestar nuestro convento, ni su iglesia y persona, ni en sus bienes. Y que con estas condiciones hacían cesión del dicho pedazo de tierra a favor del vecindario, y mandaba al R.P. Prior del dicho convento del Río de Oro, que otorgadas que fueran las dichas escrituras, por los dichos vecinos, les entregase el dicho y solo pedazo de tierra que compone el sitio actualmente, señalándolo y amojonándolo para que siempre quede memoria y monumento de lo que se les entrega, y no pretendan derecho a las demás tierras” (P. 403)
(1)   Último libro de Capítulos, folio 74

“Como aconteció con varias de nuestras casas, esta fue convertida en cuartel, durante el último periodo de la guerra de la independencia, por haberla abandonado el Prior Fr. Ignacio Álvarez, cuando llegaron las tropas españolas, las que lo encontraron desocupado” (P. 403-404)

ÁREAS CUBIERTAS POR LA ORDEN AGUSTINIANA (Tomo II; Tomo III (p.411).

Actuales departamentos de Magdalena, Bolívar y Cesar: “… a los infieles indios que vivían errantes por las montañas…” (p.562)

El convento se funda en 1659. Su primer Prior fue el Predicador Marcos L. Lupercio.
En 1690 se concluyeron las obras necesarias para culto y vivienda de los frailes.
Se estableció una misión en el Pueblo de La Palma (hoy Hacarí).
El Prefecto Fr. Juan León Vila, Predicador estuvo entre 1804 y 1810.
El Prior Ignacio Álvarez estuvo a partir de 1814, un año después d la llegada de Bolívar.
La casa de San Sebastián de Ocaña administraba la de Brotaré.

LOS DATOS CONTENIDOS EN LA OBRA FLORESTA DE SANTA MARTA, del Alférez Nicolás de la Rosa, que data de 1739.

“Las parroquias de indios inmediatas a Ocaña y situadas en la tierra fría, son estas: (…)


Num. 12. Dos leguas antes de llegar a la ciudad de Ocaña, por el camino que desde su puerto del Río Grande va a ella, está en otro llano alto, que fertiliza el río llamado del oro, u devotísimo santuario de religiosos agustinos, en donde se venera la Soberana Reina de los cielos, en su advocación de Chiquinquirá, lirio virgíneo de aquellos valles. Es de retablo, y aunque hay alguna tradición de que su principio fue milagroso (1), no se prueba con fundamento alguno, por cuya razón lo paso en silencio, y solo sí digo, que su devoción ha crecido tanto, ya sea por sus milagros o ya por ser copia de la que se venera en el Nuevo Reino, que se ha hecho allí una población no pequeña, sin otro título que el Río del Oro. Hácense allí muchas romerías y novenas, no solo por los vecino de Ocaña, sino de otras muchas partes; y es muy general la opinión de sus milagros, y de las enfermedades que se curan con la unción del aceite de sus lámparas. Tiene un camarín muy primoroso, en que está colocada. Su fiesta se celebra con grande aplauso y concurso el día 8 de septiembre: y los que la invocan en sus necesidades, le llevan el ejemplar del milagro, de que tiene pendientes muchos en su santa capilla, siendo uno de los estimables relicarios que tiene la provincia de Santa marta, cuya jurisdicción de longitud termina veinte leguas arriba de Ocaña, en un cerro que se llama el Alto de las Jurisdicciones”. (p.145 -146).

RÍO DE ORO, VERSIÓN DEL  HISTORIADOR JORGE MELÉNDEZ SÁNCHEZ:

PARTIDO DE LA LOMA (parte montañosa del sur del Cesar)
Tomado de la obra Vivir la región. Meléndez Sánchez, Jorge. Fondo editorial Tropykos. Bogotá, 1992. Ps. 111 a 113

“La Loma de los Carates, o Loma del Viento (hoy González), fue la primera concentración de indígenas de Ocaña, y la más importante. Su establecimiento se originó paralelo a la ruta comercial. Aquí se concentraron los indígenas sometidos llamados Carates, Búrburas y, aún, los reductos de otros pueblos fácilmente extinguidos. Alguien llamó a este pueblo “la hija mayor de Ocaña”, por su primera importancia demográfica y por su misma fundación.

Lo que llamamos el Partido de la Loma comprendió el área de Estancia Vieja, o sea el área donde existieron los pueblos Bobalí y Otaré (actualmente corresponde al municipio de El Carmen), el pueblo de Botoraré (sic) o Brotaré el cual comprendía el área de los Buromas (hoy Río de Oro) y los sobrevivientes de los Otaré, y, finalmente, comprendía la avanzada sobre el territorio de La Sangre (hoy comprendería parte del municipio de Convención).

Esta caracterización se inspira en razones económicas producidas por la división administrativa para la recolección de diezmos. La producción se especializó así: En las montañas situadas al occidente del Río de Oro se cultivó el anís y la caña. En las partes frías de Brotaré se sembró trigo. En las partes templadas se cultivó caña de azúcar, y en los límites del Valle del Magdalena, por Estancia Vieja, se cultivó cacao.

Como sucedió en todo el país, los encomenderos establecieron, inicialmente, sus estancias en las vecindades de la Encomienda. Para el siglo XVII Antón García de Bonilla se estableció en La Loma, lo cual le permitía utilizar unos cincuenta indígenas tributarios; el Capitán Lope Robledo se estableció en Estancia Vieja, lo cual le permitió utilizar los indígenas Otarés y Bobalies, y sus descendientes utilizaron el pueblo de Brotaré. El Capitán Luis Téllez Blanco se estableció entre el sitio de Río de Oro y el pueblo de San Antonio Abad de Carasica.

La ocupación del espacio no tuvo mayores inconvenientes durante el siglo XVII. Los tres encomenderos disfrutaron tranquilamente sus posesiones, aunque en un momento, en 1616, Antón García de Bonilla trató de invalidar la propiedad de Luis Téllez, a la raíz de la concentración de los indígenas llamados Curasicas o Carasicas, provenientes de los Llanos de la Cruz.

Durante el siglo XVIII, los indígenas se vieron acosados por los colonos blancos y mestizos, llegados a sus inciertos límites. A partir de la segunda parte de ese siglo, los protectores de indígenas buscaron la defensa de sus poblamientos.

Un caso especial fue el conflicto presentado con Estancia vieja y Brotaré, en donde los indígenas perdieron sus derechos ante los títulos de Lope Bernardo de Marís, revalidados por don Cayetano Rey desde 1747. Unos treinta colonos de Estancia Vieja redujeron el espacio vital de los indígenas.

El corredor formado por los tres pueblos indígenas fue presionado por colonos tales como Juan José Picón, Félix Sánchez José Rodríguez Santiago, Sebastián Niz, Mariano Chinchilla, Juan de Dios Sánchez hasta la quebrada de La Sangre, en donde Luis Geruncio Quintero llevaba la avanzada. Todo el asedio estaba justificado con cultivos de caña de azúcar y maíz. Los indígenas sobrevivieron en sus tierras, impedidos a ampliar en la parte norte, por la presencia de tribus rebeldes, solo sometidas en el siguiente siglo por colonos blancos”.

OTRAS NOTICIAS HISTÓRICAS SOBRE RÍO DE ORO:

HISTORIA DE LA PARROQUIA (p. 190)
De la obra Temas de historia. La Playa de Belén y Hacarí. Epistolario eclesiástico. PÉREZ ARÉVALO, Guido. Cámara de Comercio. Cúcuta, 2009.

-Historia de la Parroquia

Tomo 101, folio 316. Archivo histórico eclesiástico de la antigua Provincia de Santa Marta.

Diócesis de Santa Marta. Número 79

Vicaría Foránea de Río de Oro a 20 de set. de 1871

Ilustrísimo Señor Obispo
Cumpliendo con el deber que me impone la comunicación de V.S. Iltma. Fechada el 19 de agosto último i con el número 112 lo hago de la manera siguiente.

1.- El título de esta parroquia es Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Río de Oro.
2.- No existe el título de su creación; pero según la fecha del libro de bautismo más remoto i que se haya a mi cargo es desde el cuatro de junio de mil setecientos nueve.
3.- El pueblo en que se halla “Río de Oro”, perteneciente al Estado Soberano del Magdalena.
4.- Consta la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Río de Oro, de mi ochocientos diez i siete habitantes.
5.- No tiene la mencionada parroquia ninguna cofradía.
6.- El párroco en propiedad se nombra Manuel José Carrascal, nacido en la ciudad de Ocaña el día diez y siete del mes de junio del año de mil ochocientos tres, y el cura encargado Venancio Arévalo nació en la parroquia de la Cruz el día diez i ocho de mayo del año de mil ochocientos veintiocho.
7.- No tiene ninguna capilla ni ermita la parroquia mencionada y por consiguiente no hai fundación alguna.

Dios guarde a S.S. Iltma.  Venancio Arévalo.

LO QUE DICE EL OPÚSCULO HISTORIAL DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE RÍO DE ORO Y ERECCIÓN DE PARROQUIA, DEL PRESBÍTERO ALFREDO SÁNCHEZ FAJARDO. Imprenta del Comercio. Ocaña, 1935.

Aparte de los datos consignados por el historiador Alejo Amaya en Los genitores, es bueno señalar que el primer intento historiográfico sobre Río de Oro es esta obra, escrita con base en documentación proveniente de archivos eclesiásticos oficiales.


Dice el Padre Sánchez Fajardo, con relación al Convento de Río de Oro:

Año de la fundación.
1658
En el Legajo número 330 – juicio sobre la erección de la parroquia de Río de oro – Facilitado gentilmente por el actual Vicario General D. Manuel Benjamín Pacheco – a folio 23 se inserta una declaración jurada de D. Cristóbal Quintero persona de viso en Ocaña, de 60 años de edad, con fecha 18 de noviembre de 1784. A  la primera pregunta del interrogatorio dijo: ¨Que sabe por haverlo leydo que la construcción de aquel sitio (de Río de Oro) fue el año de mil seiscientos y quarenta y ocho, en que por Gaspar Barbosa de Marís Pedroso y don Luys Téllez Blanco, por disposición de Lepe Bernardo de Marís Predroso, se hizo donación en primero de agosto del citado año de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá a los Religiosos Hermitaños de N. P. S. Agustín, y que quien dono las tierras y sitio  para Yglesia en que se venerase la Milagrosa Ymagen fue don Mateo Corzo, todos vecinos que fueron de la ciudad de Ocaña, con la condición de que siempre que se sacase de allí dicha Ymagen, fuese ninguna su donación”. (Opúsculo. p. 12).

(…) Declara Juan Agustín Rojas con setenta y cuatro años a la espalda que “cuando llegó al uso de la razón ya era ´sitio el Río del Oro´ y había un convento erigido por Padres Agustinos y que había obra de ocho a nueve casas. Ítem más: que su señora madre le dijo alguna vez cómo la bisabuela de ella había dado terreno allí para que se hiciese convento y se fundase sitio” (p. 12)…

“Despachose título de asiento y sepultura en la Iglesia de Río de Oro con fecha 22 de enero de 1658 a favor de don Juan de Galves Caballero – Regidor Perpetuo en Ocaña – en atención a que su hermana Doña Catalina “donó de limosna el sitio para la fábrica de la Hermita y sitio en que hoy está la Imagen de Chiquinquirá”.

“Resulta, pues, que hubo tres donadores de tierras: Mateo Corzo, la bisabuela materna de J. Agustín Rojas y Catalina de Gálvez Caballero. Hete aquí un rompecabezas, un acertijo jurídico…”

El Padre Sánchez Fajardo indica que “la feligresía de escasos campesinos o colonos que residía en los contornos de este sitio” estaban mal atendidos por los curas de Ocaña y se les dificultaba mucho venir hasta esta ciudad para asistir a los oficios religiosos, argumento este que hemos encontrado también en el poblamiento de otros ciudades colombianas, como la cercana población de La Cruz (hoy Ábrego). Sostiene el autor del Opúsculo historial, que por parte alguna se observa que la capilla hubiese sido edificada por Lope Rabelo de Trujillo, y que su construcción se debió a las limosnas de los pocos habitantes que se encontraban en el sitio de Río de Oro hacia 1658.

Con relación a la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, debemos mencionar que era de propiedad del Capitán Lope Rabelo de Maríz, hijo del Capitán  Gaspar Barbosa  y Beatriz Trujillo; vecino de Ocaña, quien al otorgar su testamento en Brotaré, el 2 de noviembre de 1653, dejó como herederos del Patronato de la Virgen de Chiquinquirá al Alférez Luis Téllez y a su hijo Gaspar Barbosa, “los cuales quedan obligado a acudir con todo esmero y veneración al servicio de la Santa Imagen y celebración de sus fiestas y si así no hiciere Gaspar Barbosa – nombro por Patronos juntamente con el primero a todos mis hijos y yernos – todos los cuales conserven el servicio y veneración de la imagen sin permitir ni consentir se saque de Brotaré para asarla a otra parte – supuesto que Dios fue servido de dar en tal sitio tan milagrosa y santa Reliquia – a quien todo fiel cristiano debe reverenciar y los míos en particular”.

Sin embargo, la última voluntad del Capitán Lope Rabelo no fue cumplida por sus herederos quienes, buscando una mejor atención y debido culto a la imagen, la donaron a la Orden agustiniana, en cabeza de su Provincial, fray Juan Guirial, el 1 de agosto de 1658, todo lo cual ocasionó un largo proceso legal que llegó hasta las autoridades eclesiásticas virreinales, resolviéndose  a favor de la orden.

De acuerdo con el Padre Sánchez Fajardo, “por Reales Cédulas de 7 de noviembre de 1693 y 11 de mayo de 1698 de ordenaba la manera de practicar el Breve de la Santidad de Paulo V de 23 de diciembre de 1611 sobre que los conventos religiosos  en Indias hubiese de tener ocho religiosos por lo menos cada uno” (p, 26). Esta circunstancia hizo que los frailes de los dos conventos se contaran como los de uno solo para efectos de cumplir con la disposición real, hasta que hacia 1779 desaparece por completo el convento de Ocaña, quedando sólo el de Río de Oro (Pacheco, Manuel Benjamín. Monografía de la Parroquia. Biblioteca de Autores Ocañeros, Vol. 5, 1970. P. 235).

OTRO DOCUMENTO IMPORTANTE QUE TRAE LA OBRA DEL PADRE SÁNCHEZ FAJARDO:

“Santa Marta – 30 de abril de 1802 – presentados los documentos respectivos y en consideración a que el Terreno de Rio de Oro en que habitan 275 vecinos que resultan del Padrón, es propio de los religiosos agustinos y que por esta razón y la pobreza que se alega no pueden los tales vecinos fabricar iglesia separada de la que allí tienen los Padres para que en ella administre el sacerdote que eligiere el Cura de Ocaña - de quien son feligreses – y el peligro de que pasar a su propia parroquia se les sigue, por las causas que se exponen – Se ruega y encarga a los RR.PP Prior y Sub – Prior que hoy son y en adelante fueren – del citado lugar del Río de Oro, se sirvan administrar en calidad de Ecónomos aquella parte de feligresía los santos sacramentos hasta el del matrimonio inclusive. Se les confiere por Nos toda la facultad que se requiere para este ministerio. Llevarán la mitad de la renta o estipendio de costumbre según el Arancel – con reserva de la otra mitad para el Cura de Ocaña, como propio Párroco y sujétese esta determinación a la voluntad del señor Obispo venturo – Dr. Luis de Robles – Provisor y Vicario Capitular – Sede Vacante” (Opúsculo, p. 43).

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Los datos contenidos en los tres tomos escritos por los historiadores agustinos, así como las versiones publicadas por varios autores riodorenses, nos indican que sigue aún un vacío historiográfico que es preciso llenar, cotejando documentos y versiones para poder aproximarnos, al menos por ahora, a unas conclusiones que arrojen resultados válidos.

Con relación al poblamiento oficial, nos atrevemos a sugerir que el hecho oficial tuvo ocurrencia en 1802 y no en 1658, pues ésta último año lo que muestra la información documental es la existencia de varios habitantes dispersos, que eran arrendatarios del Cabildo de Ocaña y que luego pasaron a serlo de los agustinos que habían recibido como donación, para poder mantenerse, el sitio del Rio del Oro con una capilla donde se veneraba la imagen de la Virgen, hecha por algunos de los vecinos de ese entonces. Así pues que, entre la consolidación del convento en 1659 (no en 1658) y 1802, la población se va organizando hasta que obtiene, por parte de los agustinos, la donación del globo de terreno donde se localizaron los pobladores, de acuerdo a los documentos que la Orden conserva en sus archivos históricos, y que transcribimos aquí,

La fecha del poblamiento que se celebre por tradición el 1 de agosto de 1658, no corresponde a la veracidad histórica y más bien puede entenderse como un homenaje que los riodorenses le hacen a su Santa Patrona, Nuestra Señora de Chiquinquirá de Brotaré de Río de Oro.

La determinación sobre quiénes fueron los primeros pobladores del sito de Río de Oro, es otro asunto que se presta a confusiones como esta:

(…) Declara Juan Agustín Rojas con setenta y cuatro años a la espalda que “cuando llegó al uso de la razón ya era ´sitio el Río del Oro´ y había un convento erigido por Padres Agustinos y que había obra de ocho a nueve casas. Ítem más: que su señora madre le dijo alguna vez cómo la bisabuela de ella había dado terreno allí para que se hiciese convento y se fundase sitio” (Opúsculo Historial, p. 12)…

Teniendo en cuenta el año en que se levanta la indagatoria (1784) y la edad del declarante (74 años), se infiere que para 1710 o 1717, aproximadamente, apenas había nueve casas en Río de Oro (¿unos 50 vecinos?). Es dable que algunos de ellos hubiesen contribuido a la construcción de la ermita antes de la llegada de los Padres Agustinos, entre ellos don Mateo Corzo, pero nos parece riguroso darle a este ni a otras personas que donaron terrenos para la ermita el carácter de “primeros habitantes” o el de “fundadores”, pues recordemos que todos los terrenos donde había pequeñas parcelas, eran propiedad del Cabildo de Ocaña y luego de los Agustinos. Mateo Corzo y otros de los nombres que figuran en los anales de Río de Oro no residían en el sitio, sino en Ocaña. En esta misma categoría se encuentra don Antón García de Bonilla quien aparece como donador de joyas o dineros para la Virgen de Chiquinquirá.

¿Qué hubiese ocurrido si no se hubiera establecido el convento de los agustinos en el sitio de Río de Oro? Indudablemente, la población hubiera seguido su normal curso de crecimiento demográfico, convirtiéndose en ciudad con el correr del tiempo, pues no hay que olvidar que el lugar era paso obligado de las caravanas que viajaban de Ocaña al Puerto Real (luego Puerto Nacional) y más tarde hacia Gamarra. Esta es la misma circunstancia que hizo florecer a Ábrego como población estable (era sitio de paso de las caravanas hacia el interior del virreinato y hacia los valles de Cúcuta) y a El Carmen (en la ruta hacia Puerto Real).

Ojalá estos datos, complementados con otros que surjan de investigaciones actuales, permitan reescribir la historia de Río de Oro bajo una perspectiva diferente a los enfoques que ya conocemos.

Las nuevas generaciones de riodorenses interesadas por develar la historia de su solar nativo, tienen ante sí un reto interesante, al igual que lo es la investigación y la escritura de la vida social, económica, política y cultural de este municipio sobre la cual no existe una bibliografía significativa sino breves y dispersos artículos en publicaciones periódicas.


BIBLIOGRAFÍA

ANCÍZAR, Manuel. Peregrinación de Alpha. 2ª edición. Arboleda y Valencia Editores. Bogotá, 1914.
DE LA ROSA, José Nicolás. Floresta de Santa Marta. Valencia, Imprenta de D.M. Cabrerizo. 1833. (Obra escrita en 1739 y publicada por primera vez en 1742).
DURÁN ARIAS, Luis Enrique. Río de Oro, historia y leyenda.
MELÉNDEZ SÁNCHEZ, Jorge. Vivir la región. Fondo editorial Tropykos. Bogotá, 1992. Ps. 111 a 113.
PACHECO, Manuel Benjamín. Monografía de la Parroquia. Biblioteca de Autores Ocañeros, Vol. 5, Ocaña, 1970.
PÁEZ GARCÍA, Luis Eduardo Historia de la Región de Ocaña. Jaguar Group producciones. Bogotá, 2009.
Rev. Hacaritama No.31, 1937, p. 741-
PÉREZ ARÉVALO, Guido. Temas de historia. La Playa de Belén y Hacarí. Epistolario eclesiástico. PÉREZ. Cámara de Comercio. Cúcuta, 2009.
PÉREZ GÓMEZ, José y otros. Provincia agustiniana de Nuestra Señora de Gracia en Colombia. Tomo I (Escritos varios). Ediciones Angular Ltda. Bogotá, 1993.
SÁNCHEZ FAJARDO, Alfredo, Presbítero. Opúsculo historial de la fundación del Convento de Río de Oro y erección de parroquia. Publicaciones del centro de Historia de Ocaña. Vol. III. Imprenta del Comercio. Ocaña, 1935.

DOCUMENTACIÓN GRÁFICA:

Archivo General de la Nación AGN. Mapoteca.
Álbum de mis recuerdos. Acuarelas de Eusebio Posada. Museo Antón García de Bonilla.
Archivo fotográfico del autor y otros.