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viernes, 19 de mayo de 2017

18 DE MAYO: DÍA INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS



Siguiendo los lineamientos del ICOM, todos los museos colombianos pusieron en práctica el lema "Museos e historias controvertidas. Decir lo indecible en museos" llevando a cabo exposiciones, conversatorios y conferencias sobre aspectos de interés general regional y nacional.


En el caso de los Museos de Ocaña, Museo de la Ciudad de Ocaña Antón García de Bonilla y Museo de la Gran Convención, la actividad se centro en el auditorio de la Academia de Historia, en el cual se efectuaron dos charlas, así:

"Historia del conflicto armado", a cargo del académico Jesús Casanova Gravino, y "Las víctimas del conflicto en la región de Ocaña", dictada por Luis Eduardo Páez García, Presidente de la entidad.

Intervención del académico Jesús Casanova Gravino

El certamen contó con la presencia de Johana Marcela Machado, Coordinadora de Cultura del municipio, hija del alcalde de San Calixto Henry Alfonso Machado, asesinado por la guerrilla en 1998, de Teresa Rojas, cuyo padre fue víctima de secuestro y de Clemencia Patiño Pacheco, cuyo padre y un hermano fueron secuestrados por la guerrilla y otro hermando asesinado en 1995.

Intervención de Luis Eduardo Páez García

Los expositores analizaron el fenómeno de la violencia liberal y conservadora, paramilitar y guerrillera, desde sus orígenes en 1812 cuando se dio la primera confrontación armada entre centralistas y federalistas, hasta los más recientes hechos de violencia ocurridos en 2017.
















miércoles, 3 de mayo de 2017

FESTIVIDAD DE LA SANTA CRUZ EN OCAÑA, PATRIMONIO INMATERIAL.



Monumento a la Santa Cruz

Se celebra desde la época colonial. La siguiente es una narración hecha por don Manuel Ancízar en su obra “Peregrinación de Alpha” (1852):

FIESTA DE LA CRUZ DE MAYO "La CRUZ DE MAYO se festeja en el barrio llamado La Playa, situado al pie de la ciudad y a orillas del modesto rio que lleva el pomposo nombre de Grande. Desde las ocho de la noche comienzan a dirigirse allá los curiosos del barrio alto; ellos en el traje común o democratizados con la tolerante ruana, y ellas de pañolón y sombrerito jipijapa, no faltando ciertos grupos de caritas frescas y alegres, custodiadas por hombres vestidos con largos sobretodos negros, ajustados al talle y en las perfumadas cabezas borlados sombreros de nacuma o de fieltro; estos ciudadanos no llevan corbata sino collarín partido en dos zonas, blanca y negra. Los golpes acompasados del sonoro tamboril anuncian desde lejos dónde está el baile; conforme se baja, la gente aumenta en las calles y en las tiendas de yantar, y por último se descubre un remolino de sombreros frente a una puerta de calle que arroja sobre aquel núcleo central de los paseantes copiosa luz emanada de las velas de sebo que alumbran la sala, la cual no es grande ni puede serlo, por cuanto el baile pertenece a la cuarta clase. En el local preside un altarito lleno de flores ocupado por tres cruces que se procuran fabricar primorosamente, como conviene al pretexto de la función, agrupando a su rededor toda la iluminación. En torno de la sala reina, contra las blanquedas paredes, una fila de asientos aforrados en cuero, y encima de ellos la porción espectadora o sea la milicia de reserva en los bailes; el espacio de en medio lo llena la milicia activa congregada y movida por el tamboril, señor absoluto de los clarinetes, que a rato le acompañan perfectamente desacordados. Los bailadores funcionan en mangas de camisa, o en chaquetillas ligeras; las jóvenes sencillamente vestidas sin otro adorno que un esmerado aseo, ni más galas que la risa en los labios, la flexibilidad en los cuerpos y la confianza en el magnetismo animal de que están saturadas. El vals y las enredadas contradanzas que algún enemigo ciego de la armonía de los movimientos nos trajo, hacen el gasto de estos bailes, en que se echan de menos las danzas nacionales, tan nuestras que hasta lo malo de ellas parece bueno…"

El monumento fue construido en 1945, gracias a la iniciativa de don Rafael Pineda y al trabajo voluntario de habitantes del barrio de La Costa.









Fotografías de Carlos Jorge Vega, Mario Castellabos Chinchilla, John Leonardo Polaco Arenas y Luis Eduardo Paéz.