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martes, 29 de enero de 2008

OCAÑA, SÍNTESIS HISTÓRICA







Por Luís Eduardo Páez García
La ciudad de Ocaña fue fundada el 14 de diciembre de l570, por el Capitán Francisco Fernández de Contreras, como parte del tercer proyecto poblador del oriente, patrocinado por la Audiencia y el Cabildo de Pamplona.
La fundación tuvo por objeto la búsqueda de una vía que comunicara el núcleo urbano de Pamplona con el mar Caribe y el interior del Nuevo Reino.
Debido a la localización geográfica del poblamiento, la Audiencia de Santafé, presidida por Andrés Díaz Venero de Leiva, determinó que la naciente villa quedara bajo la jurisdicción de la Provincia de Santa Marta, siendo gobernador de ésta, don Pedro Fernández del Busto.
El nombre de Ocaña le fue puesto al nuevo poblamiento, como homenaje a Fernández del Busto, natural de Ocaña, en España.
OCAÑA PREHISPÁNICA
Los pueblos prehispánicos que habitaron Ocaña, han sido denominados genérica y tradicionalmente como HACARITAMAS, sin que hasta la presente se haya encontrado registro documental alguno de dicha denominación. En los documentos históricos del siglo XVI, aparece el nombre de LOS CARATES, que agrupa varios pueblos de la ribera del río Algodonal y otras tribus, la mayoría de las cuales contienen la partícula AMA en su escritura, así como las partículas CICA, OMA y ARE. La región cordillerana entre Ocaña y los valles del Magdalena, según se desprende de las investigaciones arqueológicas hechas hasta ahora, estaba habitada por los pueblos de la denominada CULTURA MOSQUITO, BAJOMAGDALENENSE, CULTURA DEL BAJO MAGDALENA o CULTURA DEL RÍO MAGDALENA, de filiación Caribe.
Con base en documentos que reposan en la Biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid, el primer informe conocido sobre la descripción de Ocaña, que data del 24 de marzo de 1578, señala que el nombre nativo del asentamiento indígena fue el de ARGUTACACA.
“Declarando y respondiendo al primer capítulo de la comarca del asiento del pueblo de los españoles que se dize OCAÑA dizen llamarse he en el fundamento OCAÑA que en lengua de los naturales llaman al asiento del dicho pueblo ARGUTACA, llamanlo ANSI porque pasa por junto al pueblo hazia la parte del poniente un pequeño rio que se dize en la lengua de los naturales ahira y por esta quebrada de agua que biene de azia el horiente que le llaman naturales ARCUTA y al asiento del pueblo los naturales le llaman SOCOTEGAGA y juntanlos todos los nombres ellos llamanle ARGUTACACA y quanto a la comarca y provincia los naturales no le tienen dado ni puesto nombre ninguno porque cada uno tienen puestos los nombres a la parte y lugar donde biven”.
En este mismo informe, se mencionan los pueblos indígenas de la región de Ocaña: SEYTAMA, BUXERAMA, CARACICA, BOROTARÉ, BEUXITARÉ, XINANE, MANANE, CARQUIMA, TEURAMA, CUCURIAMA, ASCURIAMA, BURGAMA, CARACACA, EQUERAMA, CHAMA y BISERAMA, BUCURAMA, ANARAMA, CARCOMA, TUSCURIAMA, CEQUERAMA, LANGUXAMA, SAOTAMA, OCAMA, LOS CARATES, XERGOMA, BUROMA, ORACICA, BUNEROMA, BISERA y ERCOSA, y AYTARA.
De acuerdo al referido documento, se deduce que todos estos pueblos carecían de una jefatura o cacicazgo únicos, pues "no han tenido ni tiene señor a quien hayan obedecido...". Se destaca también la índole pacífica de los naturales.
En cuanto a sus costumbres, el informe indica que "no tienen adoraciones ni ritos ningunos", pero practicaban el culto a los muertos a quienes solían desenterrar para homenajearlos. Entre sus artefactos de guerra, se destacan los arcos y las flechas, y tambores elaborados con una madera denominada "qricua".
VESTUARIO
Los varones usaban taparrabo de algodón y las mujeres una especie de sayo, "a manera de un costal abierta por arriba y abajo sin costura puestas y presas de los hombros con unas cuerdas".
ALIMENTACIÓN
Cultivaban y consumían maíz, batata, yuca, ahuyama y frijoles.
VEGETACIÓN
En informe presentado al Gobernador Lope de Orozco menciona la existencia de gran cantidad de árboles frutales, entre ellos el Caymito, chiticomas y unos que producen frutas a manera de ciruelas endrinas.
FAUNA
La región contaba con venados, leones monteses, puercos monteses (baquiras), papagayos, guacamayas, pabas de monte y paujiles.
COLONIZACIÓN Y HECHOS HISTÓRICOS
En 1575, Ocaña obtiene el título de ciudad, como consta en los documentos oficiales de la época. A finales del siglo XVI, una vez sometidas las tribus de la zona, se inician las colonizaciones, cuya área de influencia corresponde a lo que es hoy la Provincia de Ocaña y algunas poblaciones del sur del Cesar y de Bolívar.
Puerto Nacional, cercano a Gamarra, debió su aparición al mismo fundador de Ocaña; Río de Oro (Cesar), nació debido al empeño del encomendero Antón García de Bonilla y a la labor de los agustinos, cuyo convento estaba inicialmente en Ocaña; Teorama, Hacarí, El Carmen, La Playa, Aspasica, Pueblo Nuevo, Buenavista, San Calixto, Bucarasica y Cáchira, se iniciaron como centros agrícolas de los fundadores y pobladores de Ocaña. Convención, surge en 1829 y La Cruz (hoy Abrego), consolida oficialmente su poblamiento en 1810.
En 1711, según la crónica terrígena y los documentos oficiales, se produce el milagro de la aparición de la Virgen María bajo la advocación de Torcoroma, hecho que convirtió a Ocaña en uno de los santuarios marianos más importantes del país.
Durante la Colonia, Ocaña perteneció como cantón a la Provincia de Santa Marta; luego, cantón de Mompox; después, departamento, y el 29 de mayo de 1849 (Ley 64), Provincia, integrada por los distritos parroquiales de Ocaña, Río de Oro, Convención, Loma de Indígenas, San Antonio, Brotaré, Teurama, La Cruz, Aspasica, la Palma, Pueblo Nuevo, Buenavista, Los Angeles, Loma de Corredor, Aguachica, Puerto Nacional, Simaña, San Bernardo, Badillo y Tamalameque.
En el transcurso de la guerra de Independencia, la zona de Ocaña cobra singular importancia estratégica. Aquí Bolívar (1813), quien denominó la ciudad "brava y libre", inició su Campaña Admirable con tropas momposinas y de la región. En 1815, Santander hace su entrada a Ocaña recibiendo allí el nombramiento de Comandante General de las tropas de reconquista del norte. Entre los mártires ocañeros de la Independencia, se destacan: Miguel Pacheco y Zúñiga y Agustina Ferro, fusilada por la guerrilla realista de Los Colorados, el 20 de enero de 1820. El 9 de abril de 1828, se reunió en el templo de San Francisco (monumento nacional desde 1937), la Convención constituyente cuyo propósito era el de reformar la Carta expedida en Cúcuta en 1821. En dicha Convención, se enfrentaron las facciones santanderista y boliviana, produciendo como resultado la dictadura de Bolívar, el atentado contra su vida y, finalmente, la disolución de la Gran Colombia.
En 1850, don Manuel Ancízar entra a la Provincia de Ocaña por Jurisdicciones y establece el epicentro de la Comisión Corográfica en Ocaña, adelantando trabajos de cartografía, descripción de costumbres, vías, etc., que se encuentran consignadas en su obra Peregrinación de Alpha. En 1851, siendo gobernador de la provincia el doctor Agustín Núñez, se culmina la Casa Consistorial y la Columna de la Libertad de los Esclavos, hoy Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional. En este año, se produce también la llegada de la primera imprenta a la ciudad y la aparición del primer periódico, La Estrella. El comercio local y regional, adquiere gran movilidad y dinamismo hacia finales del siglo XIX, debido a las políticas librecambistas imperantes, lo cual contribuyó al establecimiento de varias casas de importación y exportación que generaron el desarrollo social, cultural y político, alteado entre 1899 y 1902 por la ocurrencia de la guerra de los Mil Días.
Hacia finales del siglo XIX, también aparecen las tertulias literarias y se inicia la narrativa, la producción poética, periodística y artística que, sin solución de continuidad, se ha mantenido hasta nuestros días. El carácter de ciudad cultural de Ocaña, sigue vigente, pese a los embates de la violencia inmisericorde que sacude a todo el territorio nacional.
Hoy, Ocaña es una ciudad en desarrollo que mantiene su vieja vocación comercial y el deseo ferviente de sus habitantes por superar las diversas crisis que ha tenido que soportar en sus 437 años de existencia.
Su OFERTA CULTURAL, está representada por los Museos de la Gran Convención y Antón García de Bonilla, su vieja arquitectura tradicional, sus monumentos y parajes naturales, su Desfile de los Genitores, la Semana Santa, su típica gastronomía, tradiciones y leyendas enraizadas en la más pura tradición hispana. Su entorno geográfico, conformado por las poblaciones de la Provincia, favorece el turismo histórico y el ecoturismo, en las hermanas ciudades de La Playa de Belén, El Carmen, Abrego, San Calixto, Teorama, Hacarí, La Esperanza y Convención. Vale la pena visitar a Ocaña, donde aún resuenan las voces de sus viejos vates: José Eusebio Caro, Adolfo Milanés, Marco A. Carvajalino, Luís Eduardo Páez Courvel, Jorge Pacheco Quintero, y los acordes melodiosos de los maestros Julio R. Jácome Niz, Rafael Contreras Navarro, Carlos Julio Melo, Carmen Noel Paba, Carlos Guillermo Lemus Sepúlveda, Gilberto Núñez Sarmiento o Alfonso y Carlos Carrascal Claro, para no citar sino unos pocos de las decenas de poetas, historiadores, críticos, ensayistas, novelistas, cronistas, pintores y compositores que integran el acervo intelectual de Ocaña y la región.

MERCEDES PALLARES DE VALBUENA: TESTIMONIO Y NATURALEZA





Por Luís Eduardo Páez García

Conocí a la profesora y escritora, Mercedes Pallares de Valbuena, en la visita que hiciera al Museo Antón García de Bonilla el 25 de enero, en compañía de su querida familia. Me conmovió su timbre recio, su profundo sentido de compromiso para con el magisterio y para con la sociedad, en general, y su convicción ideológica frente a la coyuntura histórica por la que atraviesa el país. Doña Mercedes es una ocañera de pura cepa, nacida en 1930, graduada como Normalista Superior en la antigua Normal para Señoritas en 1949, año en el cual la violencia bipartidista desangraba la Provincia de Ocaña y comenzaban a generarse cambios estructurales que aflorarían hacia la década de 1960. Ejerció la docencia durante 35 años, vinculándose también a las luchas libradas por el magisterio colombiano en pro de sus legítimos derechos. Fue cofundadora de la Asociación Santandereana de Institutores de Primaria, ASANDIP, hoy SES; intervino, igualmente, en la fundación de Coosandip, hoy Coomuldesan. Es miembro, desde 1993, del Comité de Solidaridad con Cuba, “Juan Gualdrón” y Miembro Honorario del Centro de Historia de Floridablanca.

Dos producciones bibliográficas tuvimos la ocasión de recibir, de parte de doña Mercedes: Gotas de Ecología. Centro de publicaciones Funproced, Bucaramanga, 1997, y Obreros de la tiza, Gente Nueva Editorial, Bogotá, 2007. La primera, recoge textos, cuentos cortos y poemas relativos a la naturaleza, escritos con finura, con sentimiento amoroso hacia el agua, el árbol, el fuego, el aire, el mar y la tierra. Se percibe el dominio de la prosa didáctica y de la metáfora bien lograda, dirigida al corazón del ser humano, triste depredador de Natura. “¿Te has enamorado alguna vez?/ Enamórate del agua y nunca tendrás sed”

Obreros de Tiza. Tres décadas de vida sindical del magisterio santandereano (Memorias), se inscribe en el género de las obras testimoniales y constituye, más allá de unas memorias sobre su trasegar sindical en el magisterio santandereano, la personal visión de la autora sobre la historia de las luchas de los maestros santandereanos, vinculados desde la década de 1960 a las nuevas corrientes ideológicas que influyeron en los cambios políticos que tuvo Colombia en los años siguientes. Obreros de Tiza, recoge los pormenores de la vida sindical de Santander, entre la década de 1960 y la de 1980, incluyendo un descarnado relato sobre su participación política en las jornadas de 1972 que concluyeron con su detención, por parte de los organismos de seguridad del Estado, junto con su hijo de 17 años. El libro de doña Mercedes Pallares de Valbuena no sólo está bien concebido, sino que es un ejemplo claro y evidente del compromiso que los antiguos maestros tenían para con su profesión y para con sus ideas. No hay aquí nada postizo ni proliferan retóricas vacuas. Es la vida de un verdadero maestro, de aquellos que alcanzamos a conocer en nuestra lejana juventud cuando en Colombia todavía la dignidad, la entereza y el compromiso social hacían parte de los valores del ser humano. Quienes estén interesados en adquirir este libro, pueden dirigirse al siguiente correo electrónico: silviapatriciavalbuena@hotmail.com , o comunicarse al celular: 3167968146 – 3106668166.

viernes, 11 de enero de 2008

RESEÑA DE PUBLICACIONES





Por Luis Eduardo Páez García

SOCIEDAD, CULTURA E IMAGEN. Desolvidos del Líbano. Leonidas Arango Loboguerrero. Editorial Bochica, Bogotá, 2005. Leonidas Arango es periodista y escritor, nacido en el Líbano (Tolima), que tiene ya una amplia trayectoria como docente, reportero y periodista cultural. Tiene a su haber varias publicaciones sobre temas históricos, entre ellos, gases y combustibles y la Farmacia en Colombia. Es miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina. Sociedad, Cultura e Imagen se inscribe en la modalidad de la crónica que, en esta ocasión, se ocupa de su tierra natal, rescatando memorias históricas bien interesantes en cinco breves capítulos amenamente escritos: Trochas y caminantes, Espiritistas, teósofos y librepensadores; Famosos fotógrafos; Cines: salas y cenizas; Proyecciones y Producciones. El profesor Gonzalo Sánchez Gómez, del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, prologuista de la obra, señala que: “El texto de Leonidas Arango no es la crónica de la memoria colectiva de una sociedad rústica, replegada sobre sí misma, sino todo lo contrario, la trayectoria de una comunidad esencialmente hospitalaria, andariega y migratoria”. Interesantes coincidencias encontramos en las narraciones que nos hace Arango Loboguerrero, con municipios como El Carmen, en Norte de Santander y Betania, cuyos habitantes tuvieron que sufrir los horrores de la violencia bipartidista de la década de 1940.

LAS HINOJOSA. Entre la ficción y la realidad. Pedro Gustavo Huertas Ramírez. Tunja, 2007. El catedrático, historiador y académico Pedro Gustavo Huertas Ramírez no necesita presentación ante la comunidad de historiadores y escritores colombianos. Sus publicaciones son ampliamente reconocidas y consultadas por investigadores nacionales y extranjeros, y su trayectoria intelectual lo coloca como uno de los personajes más destacados de la tradición cultural de Boyacá. Es Miembro de Número de la Academia Boyacense de Historia y Director de Publicaciones, Miembro de la Academia Colombiana de Historia y Miembro de la Academia de Historia de Ocaña. El título de la publicación que ahora presentamos, nos remite a la disertación que hiciera en el acto de posesión, como Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Ocaña, en 2006, cuando magistralmente planteara la trama dramática de las hermanas Hinojosa, concluyendo con la propuesta de crear en la ciudad de Caro el circuito turístico de las Ibáñez, a semejanza del Circuito Turístico de las Hinojosa que comenzó a implementarse en el departamento de Boyacá desde 2004, con el fin de aprovechar las viejas tradiciones locales para dinamizar el turismo regional.

MELODÍAS EN EL AMOR. Volumen 2. CD de Jesús Neira Quintero. 2007. De nuevo nos conmueve el compositor y escritor ocañero Jesús Neira Quintero, con sus melodías profundamente engarzadas en el alma provincial y en el Caribe, esta vez con el volumen 2 de Melodías en el Amor, magistralmente interpretadas por el pianista cubano Rosendo Rodríguez. Finos acordes de recordación, con sabor a barbatusca, a cocotas y caimitos; remembranzas de la vieja Ocaña envuelta en la bruma mística de Torcoroma y el garbo andaluz de sus mujeres bellas, se mueven entre el blanco y negro lustroso de las teclas de piano romántico y bohemio del maestro Rodríguez. A Neira Quintero hay que alabarle su sentida ocañeridad, demostrada una y mil veces en su constante preocupación por su natal Ocaña, por sus viejas tradiciones, por el arte. Recordemos que no hace mucho dio a conocer su libro El Buen servidor Público, edición patrocinada por la ESAP, que se convirtió en texto de obligada consulta para quienes ejercen cargos al servicio del Estado.