Por Miguel Ángel Santiago Reyes
Correspondiente de las Academias de Historia de Norte de
Santander, Santander y Ocaña
1. Introducción
El propósito de esta ponencia es despertar el interés a la AHO por un tema que ha estado alejado de sus discusiones, es motivar a nuestra sociedad provincial y específicamente a los nortesantandereanos por el conocimiento y el estudio de la cultura y las tradiciones de dos pueblos en donde tenemos raíces ancestrales como son los motilón – Barí en el norte del departamento y los U’wa en el sur..
Estoy plenamente convencido por esta experiencia vivida que los pueblos indígenas atesoran grandes conocimientos. Su saber proviene de una profunda inteligencia y exquisita sensibilidad como nos lo decía el profesor Fernando Urbina (2003), en la Universidad Nacional, pues sus cualidades aquilatadas emanan de su contacto permanente con la naturaleza, la selva, los bosques, los ríos y los seres vivientes que allí habitan.
Los descendientes de la historia amerindia, de esa historia que todos aprendimos en nuestra educación primaria, es decir, aquellos indígenas de ayer y de hoy, han sabido elaborar, conservar y transmitir actitudes y conocimientos de diversas formas desde la tradición oral hasta la escritura (en algunos casos), pero también mediante modificaciones que introdujeron en el paisaje, en sus tecnologías, en su medicina, en sus rituales y diversas formas de vida. Muchas culturas indígenas han desaparecido o se han transformado. El cuidadoso estudio de sus antecedentes permite asomarnos a sus cosmovisiones y aprovechar sus valiosas experiencias. No nos imaginamos cuánto se logra cuando se estudian aquellas culturas que han sobrevivido guardando tantos saberes milenarios. Un sabedor indígena vivo (un abuelo), nos repetía el profesor Urbina, vale más que todos los restos arqueológicos de su cultura.
Localización geográfica de los
motilones en Norte de Santander
El programa Energía, Ambiente y Población, un proyecto del Banco Mundial en el que trabajé por espacio de cinco años, me permitió conocer a fondo la problemática ocasionada cuando la industria extractiva, llámese petróleo y gas, minería o energía, llega con sus proyectos de desarrollo a territorio de pueblos indígenas. Ese conocimiento me llevó a entender un poco de sus culturas, a comprender la forma como resuelven sus conflictos y a saber que sí es posible llegar a acuerdos con estos pueblos siempre y cuando se respeten su cultura y tradición, sus costumbres y cosmovisión. Los proyectos petroleros de Camisea en Perú y de Maxus (hoy Repsol YPF) en Ecuador con el pueblo Huaorani, demuestran que se puede llegar a entendimientos y a establecer una relación de largo plazo que satisfaga los intereses de los pueblos indígenas y los proyectos de desarrollo.
Dividiré, entonces, mi ponencia en cuatro aspectos fundamentales
1. Breve historia del petróleo en el departamento
2. Los pueblos indígenas
3. El conflicto en la relación industria extractiva y proyectos de desarrollo
4. Conclusiones
1. Historia del petróleo en nuestro departamento
Al hablar de los orígenes de la historia del petróleo en nuestro departamento tenemos que remontarnos a las concesiones otorgadas, mediante contrato, a comienzos del siglo anterior, en noviembre de 1905, por el General Rafael Reyes a dos de sus mejores amigos: el General Virgilio Barco y don Roberto De Mares.
Motilones con un explorador blanco
Me refiero, entonces, a las Concesiones Barco y De Mares. La primera otorgada por un período de 50 años y la otra por treinta (30). La Concesión De Mares desarrolló toda el área petrolera de lo que es hoy la región del Magdalena Medio y la Barco, la zona del Catatumbo. En ambas concesiones se fijó un canon de regalías del 15%.
Tras diversos escarceos la Concesión Barco, mediante el Contrato Chaux Folson inició actividades operativas en un área de 400.000 hectáreas. La Colpet sería la Compañía operadora con actividades de exploración, perforación y explotación y la SAGOC la transportadora y propietaria del Oleoducto. Este se construyó entre 1938 y 1939, uniendo a Tibú con Coveñas y el 13 de septiembre de 1939 Transportó los primeros barriles de Petróleo con destino a los mercados mundiales.
Por el interés en la región refirámonos un poco a la Concesión Barco, basados en unas diapositivas con las cuales podremos conocer algunos de los más importantes hitos en la historia de la Concesión.
2. Los Pueblos Indígenas
En Colombia, como se muestra en la gráfica, la población indígena alcanza, según datos oficiales, un número de 750.000 indígenas, agrupados en 84 pueblos o nacionalidades.
2.1 Los Mitos
El estudio de los mitos en los pueblos indígenas es clave para entender los sucesos históricos, las representaciones simbólicas de la vida espiritual y la interpretación de la organización socio-política y economía de estos pueblos.
La historia indígena está íntimamente inscrita en todos los fenómenos de la naturaleza, los cuales se codifican en su mitología, en su pensamiento y es interpretada por el chamán. Los símbolos de cada pueblo son expresiones de su mundo espiritual y religioso y el medio de comunicación entre ellos mismos y con sus comunidades.
Motilones
Los animales, especialmente las aves, las serpientes, los batracios y los felinos, el agua, las lagunas, están relacionados en los mitos y leyendas de nuestros pueblos indígenas. El origen de la humanidad a través de la anaconda ancestral o boa, es propio de la mitología y rituales de los pueblos amazónicos, así como fundamental es el águila, el uso del yagé, la coca y el tabaco para pueblos como los huitoto, muinane y kofanes en el sur del país. El chamán y los sabedores, juegan un papel primordial en las ceremonias mágicas, en los bailes o rituales y en sus relaciones míticas.
Los mitos los podemos analizar de distintas maneras: desde la lingüística, la literatura, la historia, las ciencias naturales o desde la lógica. Su análisis forma hoy parte importante de una nueva e interesante rama de la ciencia: la filosofía intercultural.
2.2 El Pueblo Motilón Barí
Son una etnia milenaria pobladora de la gran cuenca del Río Catatumbo. Para recomponer su historia los cronistas han establecido diversos períodos desde los contactos entre españoles con comunidades motilonas entre 1530 y 1662, caracterizada por incursiones de expedicionarios y la fundación de los primeros poblados; la lucha entre españoles e indígenas entre 1662 y 1772 que llevó a la destrucción del poblado de San Faustino de los Ríos y el tercer período, entre 1772 y 1818, cuando las comunidades religiosas, los capuchinos, logran establecer contacto pacífico con ellos. Los estudios históricos coinciden en reconocer a este pueblo indígena de ascendencia muisca, como uno de los más aguerridos en América en la defensa de su independencia y sentido de identidad.
La llegada del petróleo a sus territorios, con la Concesión Barco, muestra la aguerrida defensa que los motilones hicieron de su territorio. En la cláusula XIX del contrato Chaux-Folson aprobado mediante la ley 80 de 1931 se señalaba que el gobierno prestaría a las compañías la protección debida para prevenir o repeler la hostilidad o los ataques de las tribus motilonas que hacían parte de las tierras materia de dicho contrato, lo que se haría por medio de cuerpos de policía armada o de fuerza pública en cuanto fuere necesario. Se reporta, por ejemplo, en la construcción del Oleoducto Tibú – Coveñas de la Sagoc, la muerte de trabajadores, colonos e indígenas en medio de las innumerables refriegas que se dieron en el transcurso de esta lucha por el territorio.
Tenemos en esta noche a nuestro amigo Martín Alfonso Seay, hijo de Martín Seay, indígena motilón barí que en medio de una de tales refriegas y siendo niño aún perdió a su familia y quedó en manos de uno de los técnicos americanos que lo acogió, le brindó educación técnica en los EEUU y le facilitó trabajar en las operaciones de las empresas Colpet y Sagoc. Martín se pensionó con Ecopetrol y murió hace algunos años en Tibú.
El pueblo Motilón Barí, según su plan de vida que marca un derrotero para las futuras generaciones, está conformado por 23 comunidades localizadas en jurisdicción de los municipios de El Carmen, Convención, Teorama, Tibú y El Tarra con una población aproximada de 3.200 personas.
Sus mitos se reflejan en este pensamiento:
“Nosotros, los Barí, somos una fuerza que emana de la selva en los ríos, en la multitud de aves con plumajes coloridos y en el contacto con los seres del más allá de nuestras vidas quienes nos dan la vitalidad y las grandes enseñanzas a través de los tradicionales SADDOU – Ancianos y Sabios, que aportan todo su conocimiento para que los BARI no caigamos en la oscuridad, como ha sucedido con otros pueblos y hermanos de sangre que al dividirse han perdido su cultura, tradición y lengua”
En su territorio se lleva a cabo hoy un proyecto exploratorio, Alamos, a cargo de Ecopetrol S.A.. De conformidad con la normatividad actual se han desarrollado contactos a través de reuniones y talleres donde han participado los representantes indígenas para llevar a cabo el proceso de consulta que establecen las normas internacionales y colombianas como el convenio 169 de la OIT, la ley 21 de 1991 y el Decreto 1320 de 1998. Se espera que en un plazo no mayor de un mes se pueda protocolizar el proceso de consulta previa con la presencia de los Ministerios del Medio Ambiente y del Interior, así como de la empresa estatal para definir las condiciones en que se llevará a cabo la etapa exploratoria sin desmedro de la identidad cultural y los intereses de la población motilón Barí.
2.3 El Pueblo U’wa
El pueblo U’WA pertenece a la macrofamilia Chibcha. U’WA significa “gente inteligente que sí sabe hablar”. Los indígenas U’WA están ubicados en la región del Sarare al nororiente de Colombia, dispersos entre los departamentos de Santander Municipios de Cerrito y Concepción, Boyacá (Municipios de Cubará y Guicán), Casanare (Hato Corozal), Arauca (Saravena, Fortul y Tame), y Norte de Santander (Toledo y Chitagá). Su área territorial se extiende desde la Sierra Nevada del Cocuy (centro mítico de los Cobaría) hasta los límites con la República de Venezuela.
La zona donde habitan se caracteriza por ser montañosa e inestable, con diversidad de climas, en donde hay continuos deslizamientos de tierra en época de invierno, siendo poco apta para la agricultura tanto por la calidad del suelo como por el clima allí existentes.
Los U’WA están formados por grupos y subgrupos. Los Cobaría, Tegría, Bócota y Aguablanca son los grupos tradicionales, que practican todos los ritos, cantos, bailes y mitos propios de su cultura y tienen como rol fundamental mantener su identidad étnica.
Según datos censales efectuados entre octubre del 95 y marzo del 96 existe un total de 3.582 habitantes (707 familias), los cuales ocupan 107.093 hectáreas. El 70% se localiza en el Departamento de Boyacá.
Características
Los U’WA tradicionalmente viven en bohíos o caneyes (viviendas construidas con madera y hojas de diversas plantas existentes en la región) distantes unos de otros. Por lo general poseen dos casas localizadas en diferentes áreas climáticas y sus formas productivas y sociales dependen del calendario astronómico.
La propiedad es comunal y el usufructo de la tierra puede ser familiar. Cada terreno familiar varía entre 1 y 3 hectáreas, dependiendo del número de personas que trabajan en la familia. No tienen conciencia del ahorro, solo viven del hoy, mantienen una marcada dependencia de los bienes y servicios que les ofrecen los colonos y las instituciones. Viven en las partes bajas de las montañas y relativamente cercanos a los centros urbanos o a la carretera.
Se dedican a la agricultura, la ganadería y los productos que les da el bosque. Poseen un sistema de economía de consumo, mas no de producción para comercializar. Tienen una noción del trabajo colectivo entre familiares, parientes y amigos, trabajo de "mano
devuelta - IBA", convocado para la roza, desyerbe y siembra. Es una actividad espontánea que se realiza por invitación o necesidad de una familia o grupo de familias.
La base de la organización social es la familia. La autoridad es ejercida por el padre y en un grupo de familias, los ancianos (Uejenás). La autoridad tradicional está regida por los ancianos (Uejená o Werjayas), quienes desempeñan las funciones rituales, religiosas y de toma de decisiones importantes para el grupo y los Karekas o médicos tradicionales. La mayoría de los integrantes de la comunidad identifican al cabildo como el ente que toma las decisiones, ejerce autoridad y liderazgo, y representa a la comunidad.
En general las comunidades U´WA han sido afectadas por el contacto con los blancos, principalmente en sus relaciones de parentesco y de propiedad de la tierra.
El sistema tradicional de parentesco establecía que las alianzas matrimoniales se hacían por fuera de la comunidad (exogamia), pero actualmente se han transformado en relaciones endógamas donde la elección de la esposa se hace al interior de la comunidad. Cuando un integrante del pueblo U’WA se casa con un blanco queda inmediatamente excluido de su grupo social.
Los líderes sociales y comunitarios, el Cabildo Mayor , los Cabildos Menores y los representantes de la comunidad son los encargados de las relaciones con el gobierno y otras instituciones.
La población U’WA se ha visto afectada por diferentes factores de transculturización desde la época de la colonia, procesos de colonización y la actividad misionera. Las migraciones de los colonos desplazados por la violencia, los proyectos de colonización del Incora (Instituto Colombiano de Reforma Agraria), la guerrilla, la explotación y comercialización de la madera han ocasionado que estos grupos se replieguen hacia las estribaciones de la cordillera, en donde sólo hay tierras inhóspitas e inadecuadas para la agricultura.
Todo esto, aunado con las precarias condiciones económicas, de salud (presentan un alto índice de mortalidad y desnutrición), el clima y las condiciones de vida que llevan por sus costumbres, los hace vulnerables a enfermedades como el parasitismo, infecciones respiratorias, diarrea, paludismo, afecciones dermatológicas y gastrointestinales y anemias crónicas, entre otras.
La lengua U´WA tiene variaciones dialectales diferenciadas entre unos grupos y otros. Los dialectos principales son el Cobaría y el Aguablanca. Otros dialectos son el Rinconada, el Tegría, el Bócota y el Bachira, y la lengua ritual utilizada en los cantos, pero todos hablan el español y sus propios dialectos.
Cosmovisión
Los Mitos de los U´WA son cantados y envuelven todas sus creencias y costumbres.
Casa ceremonial U´Wa
En los mitos cantados cuentan el origen del universo. Hay dos mundos divinos e indestructibles: el Mundo Blanco de arriba y el Mundo Rojo de abajo. Mundos que se encuentran y chocan originando un tercer Mundo, Azul y Amarillo, el mundo intermedio. Es el mundo en que vivimos, de la vida y de la muerte, mortal y perecedero por lo cual los U’WA deben cantar para que perviva, preservando el orden, el equilibrio y la armonía. Para el pensamiento U´WA es muy importante la idea de BITA, materia básica de la vida. Es un regalo de los dioses y todos los seres vivos están compuestos de ella.
El pueblo U´WA busca su lugar y su alimento y para ello se sirven de lo que la madre tierra les da. Se dedican a la agricultura en forma incipiente, la ganadería y los productos que les ofrece el bosque.
Cuando cultivan, la “madre tierra” no se siente violentada, sino que por el contrario, les devuelve en ofrendas para el consumo, como la caña, batata, maíz, plátano, raíces y otros productos. Poseen animales como la guartinaja, que podría considerarse sagrado y la utilizan como alimento precedido de un ritual.
Tenencia de tierras
El pueblo indígena U’WA poseía, al momento de la firma del Contrato Samoré, dos Resguardos y una Reserva, con 99.887 hectáreas. Desde el 31 de marzo de 1993 la comunidad indígena solicitó la creación del Resguardo Unificado que comprende 200.913.8 hectáreas, dentro del cual se encuentra el Parque Nacional del Cocuy con una extensión de 43,069 ha y el de Tamá, quedando pendientes por comprar a los colonos y campesinos aproximadamente 57.957 ha, las cuales están ubicadas así: 19.948 ha entre los límites de Cubará - Toledo - Chitaga - Concepción, 8.009 ha en Chiscas y 30.000 ha en Güicán.
Para el Incora, el proyecto de Resguardo Unificado fue totalmente viable y justificado en especial por la protección que le podrían dar los indígenas a esta zona de reservas forestales y de nevado. La zona en referencia es muy rica en recursos hídricos. Allí nacen los vertimientos de agua que posteriormente alimentan los afluentes de los ríos Arauca, Casanare y Chicamocha,. Nacen también el Cobaría, el Cobugón, el Róyota, Banadía, Cravo Norte, Tame, Sísiga, Cusay, Negro y Cóncavo, convirtiéndose en un área de importante riqueza ecológica.
3. El conflicto en la relación industria extractiva y proyectos de desarrollo.
En la década de los años 90 las actividades de exploración y explotación de petróleo y gas encaminaron sus operaciones hacia áreas más sensibles desde el punto de vista ambiental y social. Al mismo tiempo, las organizaciones de los pueblos indígenas que han habitado ancestralmente esta cuenca han logrado hacer sentir, con mayor claridad, sus reclamos de reconocimiento a sus derechos territoriales, al respeto a su identidad, a la preservación de su cultura y al mejoramiento de sus condiciones socioeconómicas.
El movimiento acelerado de la exploración de petróleo y gas hacia áreas cada vez más remotas y sensibles, ha desafiado a las empresas operadoras a identificar, entender y manejar de manera adecuada riesgos que no son técnicos y que están asociados a las operaciones en dichas áreas. Es de esperarse, entonces, que las empresas operadoras de esas zonas minimicen el impacto socio - ambiental, permitan a las partes vinculadas (“stakeholders”) a participar en la toma de decisiones e implementen programas sociales que permitan contribuir a la sustentabilidad de pueblos indígenas y comunidades locales.
En América Latina, las organizaciones indígenas, grupos ambientales y ONGs han incrementado sus objeciones a los proyectos petroleros como una forma de captar la atención de la opinión pública sobre cuestiones sociales y económicas.
El entusiasmo por los potenciales recursos de América Latina está crecientemente condicionado por preocupaciones en temas ambientales. Muchas de las áreas que constituyen objetivos para el desarrollo petrolero, particularmente en América del Sur, se superponen, por ejemplo, con ecosistemas sensibles y amenazados que son el habitat de poblaciones indígenas, muchas de las cuales han tenido poco o ningún contacto con el mundo exterior. Estas preocupaciones se acentúan por el hecho de que América Latina posee la biodiversidad más rica del mundo, contando con el 46% de bosques tropicales, 40% de especies animales y vegetales tropicales y el 31% de reservas de agua potable.
El conflicto
Después de la reunión de consulta previa realizada con la comunidad indígena U’WA los días 10 y 11 de enero de 1995, el Ministerio del Medio Ambiente otorgó la Licencia Ambiental a la compañía Occidental de Colombia, Inc., hecho que no agradó a los representantes del pueblo indígena y lo hicieron manifiesto en una reunión efectuada el 21 de febrero del mismo año.
A partir de este momento el Cabildo Mayor U’WA, con el apoyo de la Organización Nacional Indígena de Colombia – ONIC, comenzaron a manifestarse públicamente promoviendo actividades tendientes a evitar la exploración sísmica del Bloque Samoré. De igual manera y a través de la Defensoría del Pueblo instauraron acciones jurídicas (Acción de Tutela y Acción de Nulidad) para evitar la posible afectación que pudiera causarles el proyecto petrolero.
Se esgrimieron consignas como: “La tierra tiene cabeza, brazos y piernas y el territorio U´WA es su corazón, el que sostiene el universo; si se desangra no puede continuar dando vida al resto del cuerpo y el petróleo y los demás recursos son su sangre” que sirvieron de argumento para manifestar su rechazo a la actividad petrolera.
Hasta donde se conoce, en los mitos cantados que envuelven sus creencias y costumbres, el petróleo no forma parte de ellos, “la sangre de la madre tierra - el petróleo” - fue una idea y un mensaje surgido en la discusión del proyecto Samoré.
A esto se ha agregado la amenaza del “suicidio colectivo”, evocando el acto realizado en época de la colonia por sus antepasados debido al acoso de los españoles en el “Peñón de la Muerte”, lugar desde donde se lanzaban al abismo.
Estas ideas se promulgaron a través de los diferentes medios y escenarios de comunicación, como una condición que permitiera evitar el desarrollo petrolero en las zonas de resguardo de las comunidades U´WA. Las autoridades del Cabildo Mayor U’WA realizaron diferentes actividades de rechazo y oposición al proyecto con el apoyo de estudiantes de universidades y colegios, ONGs, Senadores indígenas y la Organización Indígena Nacional - ONIC.
Esta resistencia les valió el reconocimiento por parte de organizaciones europeas y de Estados Unidos, como los premios ambientalistas “GOLDMAN”, considerado el Nobel de la Ecología, otorgado en el mes de abril de 1998 con un aporte de US$100.000 y el “Bartolomé de las Casas” entregado el 21 de julio de 1998 por valor de US$16.155.
Acercamientos del gobierno colombiano con el pueblo indígena
Protestas indíegenas por la extracción
de petróleo
El gobierno nacional en su disposición de diálogo y respeto hacia las comunidades U’WA inició una serie de acercamientos a partir del año 1997. Se llevaron a cabo reuniones con sus representantes en el Palacio de Gobierno (abril de 1997) y posteriormente los Ministros de Minas, Interior, Medio Ambiente, Defensoría del Pueblo y representantes de Ecopetrol y la empresa asociada se reunieron con los líderes y autoridades de la comunidad en el municipio de Cubará, el 29 de mayo de 1997, para intercambiar inquietudes e intereses. El propio Ministro de Medio Ambiente, Juan Mayr, adelantó en 1998 contactos y gestiones con el pueblo U´wa en procura de buscar entendimientos, establecer los fundamentos que propiciaran el diálogo y definir sus aspiraciones sobre territorio.
Protesta indígena
Por solicitud del Gobierno Colombiano ante la Secretaría General de la OEA se conformó, con el auspicio de este organismo, el denominado “Proyecto OEA/HARVARD en Colombia” el cual contó con la participación de la Unidad para la Promoción de la Democracia (OEA) y el Programa sobre Sanciones No Violentas y Sobrevivencia Cultural, de la Universidad de Harvard.
Tras diversas consultas, visitas y conferencias con la comunidad indígena y sus autoridades, con las instancias del Gobierno Colombiano y las Compañías Asociadas en el “Proyecto Samoré”, la Comisión produjo en septiembre de 1997 un informe que ofrecía entre otras, las siguientes recomendaciones:
“Una declaración de las compañías petroleras comprometiéndose a suspender la ejecución de sus planes para la exploración o explotación de petróleo dentro del bloque Samoré, como un paso inicial para crear mejores condiciones para cualquier eventual reinicio de las actividades petroleras dentro del bloque”.
“La normalización del proceso para la ampliación del resguardo U’WA”.
El pueblo U’WA había solicitado una ampliación de su resguardo, apoyado por un estudio elaborado por un equipo técnico de la Universidad Javeriana. Este estudio se entregó al Incora (Instituto de Reforma Agraria), y su validez no pareció haber sido cuestionada.
“Una moderación en la retórica pública de las partes”.
En particular, se debería abstener de hacer cualquier mención que vincule con la guerrilla a quienes han mostrado oposición de proyecto. Tales declaraciones, según el informe, no solo servían para agravar tensiones, sino que también podrían poner en peligro la vida de todos los que simpatizaban o abogaban por los U’WA.
“Reconocimiento y respeto para el sistema U’WA de autoridad y liderazgo”.
El pueblo U’WA goza de un sistema de autoridad y liderazgo basado en su cultura y larga tradición. Este sistema debería ser respetado durante cualquier intento de acercarse o relacionarse con los U’WA. De existir diferencias de opiniones o posiciones entre los U’WA, debería permitirse que éstos se solucionaran dentro de su sistema de autoridad. Si se intentara una relación con los U’WA ignorando su sistema político y cultural tradicional, ello sólo podría aumentar las tensiones y crear confusión”.
“Concretización de un proceso de consulta bajo la responsabilidad del gobierno colombiano”.
Cualquier reinicio de actividades de aprovechamiento petrolero dentro del bloque Samoré sólo podría efectuarse previa consulta con los U’WA, quienes serían los afectados por tales actividades aun cuando no ocurran dentro de su territorio. La consulta, por supuesto, debería realizarse dentro de un proceso establecido por el Estado y de acuerdo con las normas pertinentes, en particular las incluidas en la Constitución y el Convenio 169 de la OIT.”
“Preparación y asistencia técnica para los U’WA en cualquier consulta que se realice con ellos”.
Antes del inicio de cualquier consulta con los U’WA, el Estado Colombiano debería asegurar se que los U’WA tuviesen suficiente preparación para evaluar y decidir sobre el asunto de la consulta. En este contexto debería reconocerse el papel de apoyo brindado por la ONIC a los U’WA, y que podría seguir brindando, si así lo deseara el pueblo U’WA”.
De la misma manera, los U’WA deberían contar con una asistencia técnica adecuada e independiente de cualquier otro interés que pudiera estar en conflicto con sus intereses. Las formas de asistencia técnica involucrarían, como mínimo, profesionales con experiencia en análisis de impacto ambiental y social; ingeniería petrolera; economía de petróleo; y respaldo legal a experiencias similares. Se entiende que este respaldo sería independiente de la información que ofrecieran las compañías nacionales e internacionales y por lo tanto requeriría de autonomía institucional y respaldo económico independiente “.
“La creación de un programa para promover una mayor comprensión mutua entre las partes”.
Mientras el Gobierno mantuviese el interés en estudiar o impulsar el aprovechamiento del petróleo en el bloque Samoré en asociación con la OXY, sería importante fomentar la comprensión mutua entre las partes interesadas. Para estos fines se recomendaba preparar un programa que facilitara el entendimiento y debería ser diseñado con la participación, concertación y aprobación final de los diversos sectores: indígenas, petrolero y gubernamental.
Así mismo debería contemplar por los menos los siguientes aspectos:
• Seminarios sobre temas pertinentes en los que participen representantes de las compañías petroleras, el Gobierno, los U’WA, la ONIC, y otros;
• Visitas conjuntas a lugares en Colombia y otros países, que pudieran servir como muestra de un impacto negativo de la industria petrolera, o señalarse como ejemplo de impacto positivo.
• Asistencia técnica para los U’WA y la ONIC sobre cuestiones de la industria petrolera y mecanismos de desarrollo económico basados en ejemplos de comunidades indígenas en otras partes del mundo.
“La creación de un programa para la prevención y/o resolución de conflictos”
Para trabajos petroleros que se realicen fuera o dentro de resguardos indígenas se podrían anticipar situaciones similares al actual caso Samoré. El Informe OEA Harvard recomienda la creación de un mecanismo social que pueda responder con métodos preventivos antes de que una controversia de este tipo aumente y/o llegue a violación de derechos humanos o a la violencia.
El programa puede incluir: Talleres de capacitación para el análisis y manejo de conflictos; Talleres de capacitación preliminar para el desarrollo de diálogos y programas de educación mutua; Talleres conjuntos y diálogos para la resolución de problemas específicos.
4. Conclusiones y recomendaciones
En Colombia, la Constitución Política, promulgada en 1991, reconoce la pluralidad étnica y cultural de la nación colombiana y señala el deber del Estado de proteger esa diversidad.
En este contexto la industria petrolera ha encontrado dificultades para cumplir su actividad, debido principalmente al lento desarrollo de la normatividad ambiental y de reglamentación de los derechos a consultar las comunidades étnicas en aquellas circunstancias en que los proyectos hidrocarburíferos les afecta.
El acceso de los proyectos petroleros a territorios indígenas y de comunidades negras, ha generado conflictos en la relación que las compañías y la empresa petrolera estatal han querido establecer con las comunidades, con consecuencias negativas que, como en el caso de los Indígenas U’WA, condujo durante unos años a la suspensión de la actividad y al aplazamiento de proyectos exploratorios hasta el logro de un entendimiento que permitiera armonizar los derechos claramente fundamentados en la Constitución Colombiana: “ EL DEL ESTADO A LA PROPIEDAD DEL SUBSUELO Y A SU EXPLOTACIÓN EN BENEFICIO DE TODA LA NACIÓN, Y EL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS A LA PROTECCIÓN DE SU INTEGRIDAD CULTURAL, SOCIAL Y ECONÓMICA.”
La empresa Colombiana de petróleos adelanta hoy los proyectos Gibraltar, Sirirí y Catleya para lo cual ha adelantado contactos con el pueblo indígena U’wa y su Asociación de cabildos. El gobierno colombiano ha mostrado mucho interés en estos proyectos para atender la amenaza de la pérdida de la autosuficiencia a partir de 2005. La empresa espera concertar, con el apoyo de las autoridades colombianas y la anuencia del pueblo U’wa, el proceso de consulta que les permita adelantar la actividad sin desmedro de la cultura e identidad cultural de este pueblo.
5. Referencias
Asocbarí. Ichidgi ya ababi. Algo nuestro, así somos los barí. Tibú: Asocbarí, 2003. 140p.
Concha, Alvaro. La Concesión Barco. Bogotá: El Ancora, 1981. 145p.
Forero Caballero, Hernando. Fundamentos sociológicos de la medicina primitiva. Bogotá: Kimpress, 2003. 253p.
Santiago Reyes, Miguel Angel. Crónica de la Concesión de Mares. Bogotá: Presencia, 1985.
Santiago Reyes, Miguel Ángel. El Petróleo en Colombia. Bogotá:
Urbina Rangel, Fernando. Rito y arte rupestre amazónicos: lectura para el curso de contexto. Bogotá: Universidad Nacional, 2003.
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