Panorámica de la ciudad.
Foto de Carlos Jorge Vega
FUNDACIÓN DE LA CIUDAD
DE OCAÑA
Definidas las
comunicaciones por la región central de la Provincia de Pamplona y afianzados
los caminos hacia Tunja y Mérida, el Cabildo pamplonés encarga al Capitán
Francisco Fernández (o Hernández) de Contreras la tarea de explorar y someter
territorios al nor occidente del área de influencia provincial. Fernández de
Contreras lleva a cabo varias incursiones por el río Zulia y la cuenca del
Catatumbo.
Los fundadores. Recreación del Desfile de los Genitores
Foto de Carlos Jorge Vega Vergel
En su itinerario explorador, funda el puerto de Chingalé "doce
leguas el río abajo" de Tamalameque. En 1570, Fernández llega al valle que
ha sido denominado de los Hacaritamas dejando sus hombres asentados
temporalmente en el Puerto y en el valle, mientras las autoridades de Pamplona
le conceden autorización para fundar la ciudad.
Culminados los trámites
legales de rigor, en Pamplona, Santafé y Santa Marta, las autoridades
coloniales determinan que el nuevo enclave español haga parte de la
jurisdicción de Santa Marta, cuyo gobernador era, por ese entonces, Don Pedro
Fernández de Bustos. Así, pues, el 14 de diciembre de 1570, Francisco Fernández
de Contreras lleva a cabo el ritual de la fundación, poblándose el lugar con 36
vecinos.
San Francisco, década de 1930
Archivo LEPG
La ciudad se fundó con
el nombre de Ocaña, como homenaje del fundador a don Pedro Fernández de Bustos,
originario de Ocaña, en España. El nombre de SANTA ANA se le dio a la
Provincia. Posteriormente, y durante la gobernación de don Luis Rojas Guzmán,
se cambió el nombre de Ocaña por el de MADRID, pero dicha denominación no subsistió,
retornando nuevamente al nombre original de Ocaña. No existe documentación
alguna que nos demuestre que Ocaña primitivamente fue fundada en lugar distinto
al que se encuentra actualmente.
Ocaña surge como un
"puerto terrestre" y ruta comercial obligada entre Pamplona, el
centro del virreinato y la Costa Caribe a través del río Magdalena. Su vocación
fue básicamente comercial y agrícola, introduciéndose luego la ganadería en las
tierras bajas de su jurisdicción. Sus primeros vecinos fueron en su mayoría
originarios de Pamplona, estableciéndose entre ésta y Ocaña una dinámica
relación comercial.
Durante
la Colonia,
Ocaña perteneció como cantón a la
Provincia de Santa Marta; luego, cantón de Mompox; después,
departamento, y el 29 de mayo de 1849 (Ley 64), Provincia, integrada por los
distritos parroquiales de Ocaña, Río de Oro, Convención, Loma de Indígenas, San
Antonio, Brotaré, Teurama, La
Cruz, Aspasica, la
Palma, Pueblo Nuevo, Buenavista, Los Angeles, Loma de
Corredor, Aguachica, Puerto Nacional, Simaña, San Bernardo, Badillo y
Tamalameque.
Espadaña original del templo de San Francisco
hacia 1870
Archivo LEPG
En
el transcurso de la guerra de Independencia, la zona de Ocaña cobra singular
importancia estratégica. Aquí Bolívar (1813), quien denominó la ciudad
"brava y libre", consolidó sus fuerzas para la Campaña Admirable
con tropas momposinas y de la región. En 1815, Santander hace su entrada a
Ocaña recibiendo allí el nombramiento de Comandante General de las tropas de
reconquista del norte. Entre los mártires ocañeros de la Independencia, se
destaca don Miguel Pacheco y doña Agustina Ferro, fusilada por la guerrilla
realista de Los Colorados, el 20 de enero de 1820. El 9 de abril de 1828, se
reunió en el templo de San Francisco (monumento nacional desde 1937), la Convención
constituyente cuyo propósito era el de reformar la Carta expedida en Cúcuta en
1821. En dicha Convención, se enfrentaron las fracciones santanderista y
boliviana, produciendo como resultado la dictadura de Bolívar, el atentado
contra su vida y, finalmente, la disolución de la Gran Colombia.
OCAÑA
CONTEMPORÁNEA
Escuela de Bellas Artes Jorge Pacheco Quintero
Archivo UFPS
La
década de 1960 es crucial para la historia de Ocaña. Durante estos años, se
modifica el esquema ideológico y partidista debido al influjo de las corrientes
socialistas. Primero de Cuba y luego al influjo de la revuelta de París, en
1968. Nuevos conceptos y modelos entran, entonces, en el quehacer cotidiano de
América Latina y, por supuesto de la ciudad de Ocaña que da por primera vez un
salto hacia la modernidad. Los esquemas culturales se alteran gracias a la
creación de la Escuela de Bellas Artes “Jorge Pacheco Quintero” en 1967. La
poesía, las artes plásticas, el teatro y la danza tradicionales que se
practicaban en Ocaña entran de lleno en la época moderna. De igual manera, la
dirigencia política liberal y conservadora tradicional sufre una considerable
alteración, al confrontarse directamente con movimientos como el MRL y la
ANAPO. En todo este proceso de cambio, es relevante la acción de los jóvenes
estudiantes del Colegio Nacional de José Eusebio Caro y del Círculo
Universitario Ocañero, hacia 1962, y luego de las Juventudes de Acción Social
JAS y el Centro de Estudios y Actividades Sociales CEAS, a finales de los años
60.
A
partir de 1963, se inicia la transformación urbana de la ciudad a raíz de
invasiones que modifican el esquema ortogonal inicial, dando como resultado la
ciudad que vemos hoy, mezcla de arquitectura colonial, republicana y moderna.
Pese a las dificultades de todo orden que ha tenido que soportar el desarrollo regional, desde el siglo XIX florecieron las artes, las letras y el periodismo, logrando consolidar un importante acervo humano. La literatura, la música y las artes plásticas han tenido exponentes de la talla de José Eusebio Caro, Alejo Amaya, Justiniano J. Páez, Luis A. Sánchez Rizo, José Trinidad Gaibrois, Juan Sarmiento Herrera, Marco A. Carvajalino, Adolfo Milanés, Luis Eduardo Páez Courvel, Lucio Pabón Núñez, Ciro A. Osorio Quintero, Jorge Pacheco Quintero, Felipe Antonio Molina, Fernando Galvis Salazar, Juan Manuel Pacheco Ceballos S.J., José María Peláez Salcedo, Francisco Sánchez Arévalo, Rubén Sánchez Figueroa, Juan Roca Lemus, Ciro Alfonso Lobo Serna, Eligio Álvarez Niño, entre los exponentes de las letras fallecidos. Los artistas plásticos Eusebio Posada, Noé León, Alfonso Villas Quinero, Edgar Silva, y los músicos y compositores Rafael Contreras Navarro, Carlos Julio Melo, Carmito Paba, Gilberto Núñez Sarmiento y Guillermo Lemus Sepúlveda.
Hoy, nombres como los de Edgar Alberto Páez Mozo (Químico y escritor), Raúl Pacheco Ceballos (Ingeniero e historiador), Jorge Meléndez Sánchez (historiador), Guido A Pérez Arévalo (historiador), Oswaldo Carvajalino Duque (poeta), Alfonso Lobo Amaya (cuentista), Fernando Iriarte Martínez (novelista y poeta), José Ropero Alsina (poeta), Benjamín Casadiego (ensayista), Mario javier Pacheco (historiador), Miguel Angel Santiago Reyes (ensayista), Alfonso y Carlos carrascal Claro (compositores), Henry Lobo Quintana, Napoleón Vargas, Nohemí Vega Manzano y Carlos Fernando carrascal (pintores), Ólger García Velásquz, Edwin Avendaño Guevara, Pbro., Luis Eduardo Lobo Carvajalino, Luceros Peinado Lobo, Tulio Grimaldo Sánchez, Pbr., Pedro Amadís Santana Barbosa, Miriam Inés Marchena, Cielo Quintero Trujillo, Limar H. Quintero Serpa, Julieta Quintero Ujueta. Lizandro Angulo Rincón, Alonso Velásquez Claro, y muchos otros más vinculados al quehacer de las letras y las bellas artes, nos indican que la actividad cultural de la Región de Ocaña, se mantiene en pie. De ello dan cuenta sus producciones.
La tranquilidad de Ocaña y la
región comenzó a verse alterada hacia 1986, cuando se produce el secuestro y
asesinato de un comerciante local por parte de la guerrilla. A partir de este
año sucesivas olas de violencia guerrillera y paramilitar han azotado el área,
causando innumerables asesinatos, extorsiones, secuestros, paros armados,
voladura de oleoductos en los municipios localizados al norte de la Provincia,
atentados terroristas, bloqueos de carreteras, muertes selectivas, etc., cuyo
efecto se ha visto en los desplazamientos hacia la cabecera municipal de Ocaña,
el éxodo de inversionistas y comerciantes y el aumento considerable de la
prostitución infantil, el consumo de estupefacientes entre la juventud y el
surgimiento de bandas delincuenciales que siembran el terror en los cascos
urbanos y áreas rurales de Ocaña y los vecinos municipios.
La Ocaña contemporánea, urbanísticamente hablando, es una mezcla de
arquitectura colonia, republicana y tradicional más el agregado de las nuevas
edificaciones, en su mayoría de mal gusto, que ha reemplazado la vieja
tipología arquitectónica. En el sector central de la ciudad, la falta de
planificación y de control por parte de las autoridades, generan con frecuencia
el caos vehicular. Y en la periferia se levantan barriadas construidas en zonas
de alto riesgo, muchas de las cuales no cuentan con los adecuados servicios
públicos. Se ha afectado el medio ambiente, las fuentes hídricas y la misma
convivencia ciudadana debido a la contaminación visual y auditiva.
Ante este estado de cosas, la inacción de las administraciones municipales
de los últimos nueve años ha sido evidente.
Museo Antón García de Bonilla 2012
Foto de Ocaña Hoy
Al cumplirse 442 años de fundación, no es muy bueno el balance que podemos
presentar y muchas son las preguntas e inquietudes de la comunidad frente al
futuro social, económico, político y cultural. Es imperativa una acción pronta
desde la sociedad civil para lograr conjurar los graves males que afronta el
municipio de Ocaña, entre ellos la pérdida paulatina de su identidad y de
sentido de pertenencia entre sus propios habitantes.
La Academia de Historia hace un llamado angustioso a todo el pueblo ocañero
para que se una en torno a la búsqueda de soluciones concretas y reclame de la dirigencia
política, del gobierno central, departamental y municipal, más acción y más
resultados.
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